martes, 31 de agosto de 2010

Tratado de Urbanismo

Los vecinos denuncian el peligro por el hundimiento de la calle Javier Egea

4 Mayo 2010 | Categorías: Urbanismo y Obras, Zaidin |

El Grupo Municipal se ha hecho eco del malestar de los vecinos de la calle Javier Egea por el mal estado de la calle, cuyas aceras presentan hundimientos de más de medio metro. El concejal del PSOE, Isidro Olgoso, denunció que la dejadez municipal esta poniendo en peligro la integridad física de los viandantes. El edil aseguró que los vecinos llevan meses reclamando una intervención urgente al equipo de gobierno del PP.

Para el edil, el Ayuntamiento no puede esperar a que se resuelva el litigio con la empresa constructora del aparcamiento subterráneo situado bajo el citado vial para proceder al arreglo de los hundimientos. Olgoso destacó que, en la última Junta Municipal de Distrito, los vecinos reclamaron de forma urgente una intervención en la zona de la plaza ante el riesgo de accidentes y percances por parte de los peatones.

El socialista aseguró que los vecinos se preguntan si el alcalde permitiría una situación igual en la calle Reyes Católicos. En este sentido, apuntó que los vecinos del Zaidín se sienten ninguneados por el Ayuntamiento “ya que no reciben las prestaciones mínimas que se espera de un gobierno municipal. Es una pena los desequilibrios que hay en la Granada de Torres Hurtado me comentan los zaidineros día sí y día también”.

Para Olgoso, es lamentable la política de escaparate y desigualdad del PP para con estos vecinos que llevan meses reclamando un arreglo de esta acera, sin que hasta la fecha se haya producido una respuesta a esta demanda. Al respecto, insistió en la idea de que “de nada sirven las Juntas Municipales de Distrito si no se escuchan las reivindicaciones de los vecinos, quienes utilizan este foro para que se les dé soluciones a sus problemas más importantes”.

Olgoso pidió a Torres Hurtado que realice una visita a la zona para comprobar el lamentable estado del vial. “Ya es hora de que deje los paseos triunfales y realmente vaya a los zonas donde hace falta. Sitios donde la calidad de vida no es la que pregona el Partido Popular tan afanado en el eje Caleta-Salón”, sentenció.

www.granadapsoe.com/los-vecinos-denuncian-el-peligro-por-el-hundimiento-de-la-calle-javier-egea/
Los vecinos denuncian el peligro por el hundimiento de la calle ...
www.granadaenlared.com/.../16195216.htm
Calle Javier Egea

sábado, 28 de agosto de 2010

JAVIER EGEA: EL OTOÑO

El poeta "en armas contra la soledad": Javier Egea vuelve el próximo otoño.

Paso una parte de mis vacaciones en un rincón del valle del Lozoya, en plena sierra del Guadarrama. Siempre, en esta época, me acompañan dos o tres libros para las horas de lectura (más escasas de lo que uno proyectó antes de iniciar el descanso) y trabajo literario pendiente. En esta ocasión han venido conmigo Nocturno de Chile, de Bolaño, inacabada lectura de los días del terremoto en el país andino y del frustrado Congreso de la Lengua de Valparaíso, Caballo en el umbral, la maravillosa antología póstuma de José Viñals recién editada por Editora Regional de Extremadura y al cuidado Andrés Fisher y Benito del Pliego, y una pequeña joya narrativa, editada por Rey Lear, titulada De la vida de un inútil, del poeta alemán Joseph von Eichendorff.


El trabajo literario (que realizo con el ruido de fondo de las primarias en el socialismo madrileño) es una introducción a la poesía completa publicada de Javier Egea, el poeta granadino, coprotagonista, con Álvaro Salvador y Luis García Montero, del manifiesto de 1983 La otra sentimentalidad, que, hace 11 años, decidió decirle adiós a la vida. Ni que decir tiene que la relectura de todos sus libros, la indagación en las críticas que fueron apareciendo en distintos medios desde los remotos años 70 y la lectura de las entrevistas a las que respondió, además de los diversos trabajos que distintos especialistas han ido publicando, me han llevado un tiempo notable (que también ha reducido las posibilidades de lectura de los libros antes mencionados) a la vez que han supuesto una experiencia apasionante.

Javier Egea vuelve en otoño. De la mano, el aliento y el impulso de Bartleby Editores, gracias al esfuerzo y la tenacidad de José Luis Alcántara, Helena Capetillo y Juan Antonio Hernández y otros amigos cercanos. Vuelve el poeta extraño, casi borrado de los mapas poéticos en la década de los noventa, el poeta que se forjó, cultural y sentimentalmente, en la Granada de los últimos años de la dictadura y en los primeros de la transición, el poeta del amor agrietado y de los bares últimos, de la infinita soledad y de la renuncia a la clase acomodada a la que, por origen, pertenecía. Javier Egea se suicidó en 1999, a la edad de 47 años, y dejó una estela de lectores, de incomprensiones y de textos no publicados que, hoy, demandan justicia. Y la única justicia que cabe hacer a los grandes poetas es la que consiste en situar su obra en el lugar que le corresponde en el universo al que perteneció y en condiciones de ser leída, gustada y valorada por las nuevas generaciones.

No tuve la fortuna de conocerlo, aunque desde que leí, por primera vez, sus poemas, supe que entre él y yo había en territorio de inquietudes comunes. Nacimos en el mismo año, en 1952. Él en Granada y yo en Madrid. Fuimos marcados por los mismos mitos y acontecimientos que gravitaron sobre nuestra generación. El asesinato de J. F. Kennedy, la muerte de Marylin, la llegada del hombre a la luna, la lucha contra la dictadura cuando éramos infinita e insultantemente jóvenes, la transición, con sus luces y sus sombras, la crisis del partido comunista, el descubrimiento del amor, y de la poesía, y de la literatura y de la música, y el cine neorrealista italiano y la escritura de Pavese, de Pasolini, y antes. la poesía de Bécquer, de Antonio Machado, de los poetas del 50, quizá Blas de Otero (que si estuvo en Granada).


Él vivió el impacto de tales acontecimientos, cuando todavía era "Quisquete", en la Granada bulliciosa e irreverente de un tiempo en el que todo podía soñarse porque todo se creía realizable, yo en el Madrid de extrarradio y de luchas ciudadanas y sindicales y culturales. Yo tenía difusas noticias de aquella Granada, en la que convivían revistas como Tragaluz (donde Javier publicó su primer poema en 1970), o Poesía 70, dirigida por Juan de Loxa, o el hervidero de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad con brutales acontecimientos protagonizados por la dictadura (cómo olvidar el asesinato, en 1970, de tres trabajadores de la construcción, una muestra de la represión policial del fascismo que conmovió a toda España), surgió el fermento para una poesía distinta, que se abriría paso en los primeros años ochenta y en la que la subjetividad del poeta no podía sustraerse de la consciencia de la realidad colectiva. Althuser, Gramsci, las elaboraciones teóricas de Juan Carlos Rodríguez, más tarde (y polémicas aparte) García Montero, o Álvaro Salvador, o Jiménez Millán, o el encuentro con los poetas y narradores vivos de la Generación del 50 en la Universidad (¿fue en 1986?), encuentro que dio lugar a un monográfico imprescindible de Olvidos de Granada

Javier Egea surgió de ahí. De esa tolva de acontecimientos y experiencias personales y colectivas. Y se hizo poeta de la soledad (a veces acompañada, a veces soledad a secas), se convirtió en el poeta que nos hablaba (nos habla) del amor nacido en habitaciones de una hora en alguna pensión perdida al final de una calle que lleva al descampado, el poeta que nos familiarizó con el Paseo de los Tristes o con los atardeceres que conducían a sórdidas noches de alcohol y desamor, con la soledad del mar y con las decepciones colectivas. Un poeta que se sobrepone al paso del tiempo, al anecdotario en que, a veces, se ha querido convertir su biografía. Un poeta que transita las décadas de los 80 y de los 90 en una marginalidad extraña, curtido en la sentimentalidad que siempre nos ha emocionado y, a la vez, en una sentimentalidad otra. Es el poeta que, hoy, cuando estamos a punto de enfilar la segunda década del siglo XXI, nos seduce y nos conmueve, no llena de zozobra y nos invita a releerlo para encontrar significados ocultos, nuevas realidades imprevistas en cada uno de sus versos.

Hace algunos años, tuve la satisfacción de escribir una amplia crítica para Babelia sobre la antología homenaje que editó DVD bajo el título Contra la soledad titulada "Realidad inhóspita y lucidez". Aquella antología fue un rescate limitado e insuficiente. Por eso, ahora, con la edición de su obra completa es preciso ganar la batalla contra el tiempo para el poeta y su obra. Situar su lírica, su trabajo poético, en el campo de la poesía desadjetivada. Cierto que él intentó una poesía “materialista”, una poesía de raiz marxista… Pero el resultado de esa labor, llena de sufrimiento y de esperanzas, de gozo y desolación, es POESÍA CON MAYÚSCULAS: sin adjetivos. Del mismo modo que la calificación de social de la poesía de Blas de Otero o de Pepe Hierro, por ejemplo, la lleva al reductivismo (porque fue social, en efecto, pero por encima de todo fue poesía) y la limita, a mi juicio es preciso recuperar la poesía de Egea en su dimensión más profunda, más perturbadora e inquietante. Situarla al lado de la obra de los grandes poetas en castellano, no acotarla en un espacio limitado. Porque es una poesía que emociona, que conmueve, que conecta a la perfección con la “honda palpitación del espíritu”o con la “palabra en el tiempo” a que se refiriera Antonio Machado.


La poesía de Egea se diferenció de la de sus compañeros de la “otra sentimentalidad” no por el anecdotario de su biografía, ni siquiera porque él, como ciudadano, se mantuvo siempre en una actitud de insumisión y rebeldía. de comunista insobornable (y decepcionado, todo hay que decirlo, del mundo literario no sólo granadino), sino porque supo combinar, en sus poemas, realidad e irracionalidad, claridad y oscuridad, emoción e incertidumbre, amor y desamor, vida y muerte. Hizo una poesía de la complejidad, que no rehuyó el apunte surrealista o la veta visionaria pese a contar con un eje vertebral esencialmente realista. Un libro como Troppo Mare, o gran parte de los poemas de Raro de luna, son inclasificables desde la óptica de la poesía figurativa. A mi juicio, es poesía total, poliédrica, civil e intimista a la vez. Una poesía perturbadora, extraña, rara, a veces fantasmal y a veces clásica sin parentesco alguno en los poetas que lo acompañaron en su peripecia vital y literaria. Poesía al fin y al cabo.

Aquí os dejo un poema emblemático de Javier Egea. Es poesía sin adjetivos. Intensa, honda, inquietante.

MATERIALISMO ERES TÚ

¿Y tú me lo preguntas?
Gustavo Adolfo Bécquer

Si supiste decirme que no estamos en paz,
si venir a tus labios fue sentir el calor
de un hermoso equipaje para siempre en los hombros.

Si se abrió el horizonte con sus ojos brillantes,
con toda su extrañeza.

Si hay días, raros días
en que cruzas de pronto la calle y me sorprendes
con alguna denuncia inesperada.

Si hay tardes, raras tardes
que me atrevo a contarte
mi pequeña verdad de enamorado,
que me atrevo a tirar por la borda algún jirón
de esta memoria sucia de dominio,
turbia de soledad.

Si hay noches, raras noches
que cuando te descubro
por una de esas calles que llevan al mercado
parece que una estrella, de golpe, me alumbrara.


AL MARGEN, por Manuel Rico Rego


domingo, 22 de agosto de 2010

Festa major

Els homes (i les dones) de Sauralson



Fins l'any que ve

jueves, 19 de agosto de 2010

La leyenda (urbana)

A SUS PAISANOS

No me queréis, lo sé, y que os molesta
Cuanto escribo. ¿Os molesta? Os ofende.
¿Culpa mía tal vez o es de vosotros?
Porque no es la persona y su leyenda
Lo que ahí, allegados a mí, atrás os vuelve.
Mozo, bien mozo era, cuando no había brotado
Leyenda alguna, caísteis sobre un libro
Primerizo lo mismo que su autor: yo, mi primer libro.
Algo os ofende, porque sí, en el hombre y su tarea.

¿Mi leyenda dije? Tristes cuentos
Inventados de mi por cuatro amigos
(¿Amigos?), que jamás quisísteis
Ni ocasión buscasteis de ver si acomodaban
A la persona misma así traspuesta.
Mas vuesta mala fe los ha aceptado.
Hecha esta la leyenda, y vosotros, de mí desconocidos,
respecto al ser que encubre mintiendo doblemente,
Sin otro escrúpulo, a vuestra vez la propaláis.

Contra vosotros y esa vuestra ignorancia voluntaria,
Vivo aún, sé y puedo, si así quiero, defenderme.
Pero aguardáis al día cuando ya no me encuentre
Aquí. Y entonces la ignorancia,
La indiferencia y el olvido, vuestras armas
De siempre, sobre mí caerán, como la piedra,
Cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis
A otros que, superiores a mí, esa ignorancia vuestra
Precipitó en la nada, como al gran Aldana.

De ahí mi paradoja, por lo demás involuntaria,
Pues la imponéis vosotros: en nuestra lengua escribo,
Criado estuve en ella y, por eso, es la mía,
A mi pesar quizá, bien fatalmente. Pero con mis expresas excepciones,
A vuestros escritores de hoy ya no los leo.
De ahí la paradoja: soy, sin tierra y sin gente,
Escritor bien extraño; sujeto quedo aún más que otros
Al viento del olvido que, cuando sopla, mata.

Si vuestra lengua es la materia
Que empleé en mi escribir y, si por eso,
Habréis de ser vosotros los testigos
De mi existencia y su trabajo,
En hora mala fuera vuestra lengua
La mía, la que hablo, la que escribo.
Así podréis, con tiempo, como venís haciendo,
A mi persona y a mi trabajo echar afuera
De la memoria, en vuestro corazón y vuestra mente.

Grande es mi vanidad, diréis,
Creyendo a mi trabajo digno de la atención ajena
Y acusándoos de no querer la vuestra darle.
Ahí tendréis razón. Mas el trabajo humano
Con amor hecho, merece la atención de los otros,
Y poetas de ahí tácitos lo dicen
Enviando sus versos a través del tiempo y la distancia
Hasta mí, atención demandando.
¿Quise de mí dejar memoria? Perdón por ello pido.

Mas no todos igual trato me dáis,
Que amigos tengo aún entre vosotros,
Doblemente queridos por esa desusada
Simpatía y atención entre la indiferencia.
Y gracias quiero darles ahora, cuando amargo
Me vuelvo y os acuso. Grande el número
No es, mas basta para sentirse acompañado
A la distancia en el camino. A ellos
Vaya así mi afecto agradecido.

Acaso encuentre aquí reproche nuevo:
Que ya no hablo con aquella ternura
Confiada, apacible de otros días.
Es verdad, y os lo debo, tanto como
A la edad, al tiempo, a la experiencia.
A vosotros y a ellos debo el cambio. Si queréis
Que ame todavía, devolvedme
Al tiempo del amor. ¿Os es posible?
Imposible como aplacar ese fantasma que de mí evocasteis.

Luis CERNUDA Desolación de la quimera (1956-1962)

martes, 17 de agosto de 2010

frío

Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos. [...]

Luis CERNUDA
DONDE HABITE EL OLVIDO (1932-1933)

domingo, 15 de agosto de 2010

GRÀCIA 2010

GRÀCIA
VIVA i
COMBATIVA


Bones Festes

jueves, 12 de agosto de 2010

Dahlmann (ficción)

(...) Era como si el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara el duelo. Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera, que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo, sino para justificar que lo mataran.(...)
Jorge Luis BORGES (FICCIONES-El Sur)


lunes, 2 de agosto de 2010

javier egea; el argumento de la obra (el silencio de los necios)

Javier EGEA Sonetos del diente de oro i&cile Granada 2006 edición de José Antonio FORTES (Fotografía CD: Araceli Osorio)


la necedad de vivir sin tener precio
Silvio Rodríguez



Javier Egea vive. Está viva su poesía, con la fuerza del más preciso y seguro poeta que el pensamiento marxista ha formado en los años coyunturales de la transición de la dictadura al salvajismo capitalista en España.
Los títulos oficiales que homologan la coyuntura histórica hasta hoy, bajo el dominio de los poderes de clase, hablan igual de modernidad que de postmodernidad, lo mismo de “capitalismo real” o de “moral” (1), para así tapar la conflictividad real de la lucha de clases o el servicio que en ella cumplen los funcionarios ideológicos, escritores e intelectuales, cuya miseria consiste en el engaño y la truculencia, en el fraude y la traición, para la falsificación de la vida. Para nuestro sometimiento al capital y a su dictadura, para que al unísono o todos unidos consintamos en la hermosura de la explotación que llamamos libertad o democracia, más sus secuelas de sinonimias perversas. O que llamamos estado de derecho, “imperio de la ley”, o relaciones legales de dominación, “un desarrollo capitalista sostenible” productivo o mercado de trabajo a base de negocios legalmente especulativos, de contratos/basura y su mano de obra buena/bonita/barata, sus despidos selectivos, sus ajustes y reajustes masivos o reconversiones ‘globales’ de las ganancias, las cosas de “la naturaleza humana” y la propiedad privada, la apropiación privada, esas sacrosantas o sagradas ortodoxias de origen o creación divina, como todo el mundo sabe y si no lo sabe para eso están los aparatos ideológicos de estado y sus funcionarios, dispuestos al encuadramiento y la disciplina de las masas conciudadanas sin distinción de clases, por supuesto, primero los obreros y campesinos (para su aclasamiento) y al mismo tiempo los pequeñoburgueses (para su desclasamiento), al unísono o todos unidos proveyendo sumisión al dominio de clase desde la escuela, luego la familia, la vida social cotidiana ordenada, en paz y libertad y democracia. En amor y compaña las relaciones humanas, “no a la guerra”, “no a la violencia de género”, “al terrorismo”, al tabaco y a los gordos, mientras la mano de obra intelectual cotiza al alza su trabajo o sus funciones eficaces de legitimación de la dictadura capitalista.
Además, en la territorialidad nacional española las fases del proceso estaban “atadas y bien atadas” por las élites dirigentes. Con señuelos y con trampas para el común de los mortales, allá cuando el comienzo de todo, en torno al año 1975, cuando moría en la cama el dictador en jefe del fascismo y había que perpetuar el régimen mediante el principio lampedusiano, ese de que todo cambie para que nada cambie y para ello los vástagos múltiples de las clases dominantes (por ejemplo, los hijos de un fiscal de la audiencia o gobernador militar de alguna de las provincias del norte, de algún jerarca del gobierno o cualquier alcalde, o cualquiera de los catedráticos universitarios, adictos desde los años criminales ni “oscuros” ni “amarillos” de la dictadura fascista, hasta hoy) se aprestan a tomar posiciones en todas las filas políticas habidas y por haber, ya en el reaccionarismo (en el nacionalpopulismo, si lo decimos con las siglas del día, Partido Popular), ya en la socialdemocracia (o el Partido Socialista Obrero Español), ya en el izquierdismo populista (de Izquierda Unida; una vez traicionado aquel Partido Comunista de España en la primavera del 77 por su propio Comité Central), hasta conformar un “clan” estricto de intereses y seguridades de clase (2).
Razones históricas, y nada que ver con el “azar” (si acaso, como digo, con la necesidad), ni menos con el clima o la “atmósfera de la época” (3). Nada con individualidades, con idiosincrasismos, ni mitos o mitologías (4). Nada con provincianismos ni “olvidos”, rarezas o “excepcionalidades” del espíritu de España en Andalucía o en Granada, pongamos por caso. Porque la historia, esta historia de que hablo, la perpetuación del fascismo y todas sus máscaras literarias, además de sus fantasmas, también la hicimos aquí abajo en el Sur, y ninguno de nosotros ni pasó ni pasamos de “personas en la medida en que [fuimos; aún somos] la personificación de categorías económicas [políticas, sociales, ideológicas], portadores de determinadas relaciones e intereses de clase” (5). Que nadie pues se lleve a engaño; menos todavía se sienta aludido o señalado por su nombre y apellidos; tampoco se considere ofendido o quizás orgulloso de aquella nuestra historia colectiva. Entonces y ahora, se trataría en cualquier caso de unos hechos contumaces, unas prácticas imborrables, y unos nombres que en estricto responderían como “alias”, nuestros “alias”. Y así por ejemplo, “alias” (a) José Antonio Fortes.
La contumacia de los hechos nos habla del predominio de la lucha en el dominio político, en el frente interno y en el frente externo de la coalición de “las fuerzas democráticas” para “la ruptura” o para “el cambio”, esto es, para el reformismo del régimen fascista en dictadura democrática del mismo capital globalizado. No importaba nada la incorporación de los intelectuales a las tareas políticas, ya digo, ni siquiera como bases o meros militantes que organizan mítines o “fiestas populares”, o hacen número de relleno en unas listas electorales desconocidas. Pues nadie conocía a nadie, ni pedía pedigrí u origen de clase en aquellos concursos públicos para otorgar el carnet “del Partido” (Comunista de España, por supuesto). Sino que surgían “grupos de” aquí y de allí, “agrupaciones” igual de “artistas, escritores e intelectuales”, o de partidos a la más extrema izquierda, que aun exigían cada cual para sí el detente de la ortodoxia marxista o del comunismo histórico. Unos lugares o si se quiere un cruce de caminos que de inmediato comenzaron a bifurcarse, entre contradicciones, negaciones y traiciones, cuya efervescencia propicia una de las más perfectas ceremonias de la confusión, uno de los negocios de más rápida extracción y acumulación de beneficios y rentabilidades no sólo en “el juego” económico, sino fundamentalmente en “el juego” ideológico, en la ideología de reafirmación y reconsolidación del capitalismo en España.
Así que aceptemos la primera trampa, el protagonismo político que a todos nos arrastró. Incluso el predominio de la lucha política y su urgencia a todos nos supuso una determinación, y así también para la lucha ideológica, para la práctica intelectual y literaria, que resultó determinada o en todas sus instancias ocupadas o copadas por la teoría. Aunque, sin duda, en toda esta estrategia pública resultara útil o necesaria la táctica teórica y su despliegue; antes de dar un paso, o quizás un salto, ha de saberse qué hacer. Qué hacer. Qué romper, qué transformar. En dónde están los objetivos, con qué armas y qué pertrechos comenzar el asalto a qué Palacios de Invierno, a qué Estado, qué aparatos de gobierno, qué discursos, qué conscientes e inconscientes por igual ideológicos, y con qué pensamiento, con qué marxismo, qué leninismo o qué trotskismo, qué estalinismo. Con qué materialismo histórico. Con qué práctica, con qué escritura. Desde qué posiciones, qué lugares intelectuales, qué lugares en las relaciones de producción, en los puestos del mercado de trabajo. Lo sabemos. Pero el dominio económico y político dirigido por el fascismo pasó intacto y aun refortalecido hasta hoy, gracias una vez más a la traición histórica de la socialdemocracia (6) y aun antes del octubre negro de 1982. Dónde estuvo el error, dónde los errores, en qué hechos. Lo sabemos; en la victoria socialdemócrata actuaron de comparsa cuantas “agrupaciones” de artistas e intelectuales se quiera, vamos, que se adaptaron al presupuesto, que se instalaron en los aparatos del Estado “conquistado”, y medraron a la sombra de los poderes de clase. ¿Acaso entonces no escapó nada ni nadie a los estragos de las subvenciones gubernamentales, del dinero a sueldo y las prebendas o canonjías, de los capelos catedralicios? ¿Qué hubo, en medio de todo aquel politicismo (si se permite el término) y su compañero de viaje, el teoricismo? ¿Hubo un pensamiento marxista, un materialismo histórico en la teoría y en la práctica? ¿En qué práctica? ¿Acaso, en la literaria? ¿Acaso, una literatura marxista? ¿Una literatura materialista? ¿Materialista histórica? ¿Acaso existe eso, una literatura del materialismo histórico, cuando menos?
Toda esta historia poética e intelectual nuestra todavía está por hacer. No valen las versiones oficiales, ni las mitologías historicistas que remiten a rentables héroes e incluso subversiones nunca producidas. No vale acumular los comienzos en la Agrupación Gramsci sin ir más allá de su denominación de origen, o hacer recaer el mismo mero nominalismo “sobre las maneras de palidecer” brechtianas, o sobre la correlación de “fuerzas democráticas” que organizaron “el homenaje popular a Federico el 5 a las 5” de 1976, “ese día fue una explosión” o “apoteosis”, aquella “media hora de libertad vigilada”. Cuando tampoco el asunto consiste en cuantificar las veces que (a) Rafael Alberti va y “vuelve a Granada” (24 de febrero del 80, 12 de mayo del 82; etc.) (7), o que vino “el profesor Louis Althusser de l’Ecole Normale Supèrieur de París” (8).
Y más que “amistad”, más que en “el azar o atmósfera de la época”, aun más que afinidades electivas, las “relaciones de amigos” resultarán entre intereses comunes pero divergentes, tanto en la confluencia de esos intereses como luego en el reparto de beneficios, en primera instancia en su asalto al estatuto profesional de unos “puestos” en los aparatos de clase y de Estado (“todos colocados”) (9), pero luego resuelto en públicas “peleas aparentemente absurdas, que sin embargo se reducen a los dos términos que he establecido: el término de la escasez y el término del áurea”. “En el 83 la ‘otra sentimentalidad’ se había empezado a desvanecer en su sentido originario [“los presupuestos radicalmente marxistas de la otra sentimentalidad (entre el 79 y el 83) se fueron disolviendo poco a poco a partir de ahí”], precisamente cuando Álvaro, Luis y Javier publicaron el libro sobre la otra sentimentalidad” (J.C. Rodríguez, cit.).
Así que, sin duda alguna, “se ha tergiversado hasta el máximo lo que fue la otra sentimentalidad”, si aun se le quiere entender como crisol o punto obligado de referencias. Porque “la tergiversación” historicista, que actúa en paralelo y connivencia con un fuerte revisionismo, tanto irá hacia delante de aquel tiempo del 79, cuando todo comenzaba o donde estaba el comienzo de todo y todo se vino abajo, como irá del 83 a su presunto final, cuando ya no vale ni cabe hablar de “amistad” sino de confluencias o coincidencias entre contrarios, entre divergencias y contradicciones, entre encontradas actitudes y posiciones, en un asunto que estalla en el tiempo y en los hechos que van de “la otra sentimentalidad” (1983) a “la poesía de la experiencia” (1988).
Sin embargo, téngase por esta vez unas consideraciones puntuales, a la espera de más inmediatas y pormenorizadas actuaciones en el desmontaje y derribo de sus máscaras, fantasmas y otras herencias. Queda pues “la otra sentimentalidad” en zona de obras.
“Los originarios presupuestos radicalmente marxistas” sólo aparecen en la práctica, en el poema Poética que acompaña el tripartito manifiesto de La otra sentimentalidad en su primera edición (10), y ahí quedó su publicación, prácticamente clandestina (11). Esto está claro y sólo muestra la situación en la que antes, durante y después de la coyuntura del 79/83, se llevó a cabo el trabajo del escritor colectivo (a) Javier Egea, el trabajo intelectual y la práctica ideológica, la acción de poeta inscrita en el pensamiento marxista, producida por el materialismo histórico, en los límites y términos en que no daba para más el marxismo en España en aquellos años finales de la transición del fascismo al capitalismo salvaje, ni, ahí, menos todavía con la victoria socialpopulista (1982/96) y nacionalpopulista (1996/99, cuando muere Javier Egea, aunque el dominio político del nacionalpopulismo llegue hasta el 2003 y desde el 2004 la primavera socialdemócrata otra vez nos populice).
Pero, por decirlo, por ahora, con palabras sobre lo que se veía y ya se sabía entonces, cuando se materializaban las primeras instancias, fases y lugares del proceso:


“Al fin ha sido publicado Troppo Mare […] Al parecer, Paseo de los Tristes —que es posterior a Troppo Mare— no bastó para que se reconozca a la poesía de Javier Egea una dimensión ‘superior’ a la del compromiso político expreso o algo más que una extraña facilidad para encontrar imágenes sorprendentes. Pues bien, Troppo Mare es una buena ocasión —y objetiva, por- que el paso del tiempo acaba dejando a cada cual en su sitio— que restablece los términos de un debate curioso: la querella entre poetas sutiles, perfectos y magníficos, de un lado, y poetas claros, populares o triunfadores por otra. Está claro que el debate es puro invento: en Troppo Mare, una aventura poética verdaderamente superior, perfecta y magnífica resulta ser la más sólida base desde la que acceder a una claridad pública que, en otros casos, parece estar vedada, más que por una ideología política conservadora o reaccionaria, por una ideología poética arcaica y retoricista que, por lo tanto, acaba teniendo la misma coloración de la primera. / Por último, en Tro ppo Mare Javier Egea inició la exploración de una mitología urbana que parece que todos tenían claro, incluso cuando todavía andaban haciendo sonetos a la Inmaculada. Es curioso encontrarse por ahí algunos versos que, ahora, pueden sonar tanto al lector atento.” (12)


Sin embargo, quede en zona de obras “la otra sentimentalidad” más toda la historia de traiciones y rupturas internas que inaugura y abre hasta hoy, entre irresistibles ascensiones y soledades, ventas rentables del trabajo intelectual, acumulación y tráfico de influencias, de prebendas y canonjías, amiguismos y nepotismos, el medro a cargo de los presupuestos públicos, a cuenta de brutales reaccionarismos y los servicios prestados a los poderes de clase, sometimiento a la socialdemocracia y normalización del capitalismo salvaje como “capitalismo real”, la “moral” del servilismo a la dictadura del capital o dictadura capitalista en los tiempos gloriosos o ‘globales’ de las más ‘progresistas’ o reaccionarias postmodernidades (13).
Me remito a la contumacia de los hechos y de las pruebas. Habrá que echar abajo el entramado establecido, el montaje oficialista construido y su intrincada o compleja red de relaciones, de complicidades, de silencios, de muertes y violencia. Que sistemáticamente se han hecho desaparecer, se han borrado de toda existencia intelectual y vital a cuantos representantes del pensamiento práctico poético marxista han trabajado en nuestra historia.
Que ni siquiera me acojo al sagrado amparo de la interpretación de la literatura. Que todo ello puede y ha de investigarse. Las hemerotecas están repletas de materiales y documentos. Que a nadie le quepa duda, que desde hoy y ahora nos pondremos manos a la obra. He aquí el objetivo primero de un grupo de trabajadores intelectuales en tareas de desescombro, derrumbe y desmontaje (aunque parezca paradójico, pero no contradictorio), labores de zapa y al tiempo de reconstrucción del conocimiento sobre los años heroicos de las luchas finales y sus continuas derrotas bajo las victoriosas o triunfales banderas de ‘la progresía’, acabado el sueño marxista y sus utopías, aquellos años de las coyunturas históricas del 79/83, y del 83/96, y del 96/2003/04.
Pero vayamos por partes. Que acabamos de comenzar. Que todos los caminos, con sus bifurcaciones y aporías, los andaremos. Téngase así pues, algunos materiales para preparar el viaje, para saber concretamente por qué y por dónde vamos, por dónde habrán de ir los sabios ávidos de razones y de hechos, algunos datos a tener en cuenta antes de leer poemas. Antes incluso de entrar en las consideraciones necesarias y adecuadas a cada libro de Egea que editaremos; y por lo tanto, antes de estos inéditos Sonetos del diente de oro, cuyo estudio corre a cargo del profesor Juan Carlos Rodríguez (*), y queda para mí la tarea de escribir unas Palabras Previas generales (**) y luego las notas al texto del Cuaderno de Trabajo manus-crito, con la trascripción más fiel de Pío Alcántara. Y con nuestro agradecimiento especial a Helena Capetillo, y otra vez a Pío Alcántara, por cedernos los derechos de edición. Sin ellos nos resultaría imposible poner en práctica y materializar nuestro proyecto. Que tampoco podrá reducirse a unos pocos, porque “somos muchos más” codo a codo, entre aquellos que están a la espera de conocer para leer la poesía del poeta marxista (escritor colectivo, ya digo, alias) Javier Egea, y cuantos nos comprometemos e implicamos en hacerla pública. E incluso en esta última fase del proceso, hay quienes no quieren que se dé sus nombres y apellidos; o los hay que les trae sin cuidado, como por ejemplo Fidel Villar (gracias a todos ellos) y Jairo García Jaramillo (quien escribió el primer estudio sobre Javier Egea: la búsqueda de una poesía materialista, I Premio de Ensayo de nuestra Asociación para la Investigación y Crítica de la Ideología Literaria en España, convocatoria 2004 y edición 2005).
En cuanto a los materiales previos que señalo (donde se lleva a cabo la desaparición organizada y sistemática de Javier Egea, esto es, de aquellos nombres, personas y propuestas que tuvieran relación con los “presupuestos radicalmente marxistas”, que se supone al conjunto del momento coyuntural “atmosférico o de la “época”, “aquí nadie negó ni ocultó la palabra maldita: el marxismo”, y puesto que sin embargo dicen los hechos por escrito que no “todos somos cómplices de nuestra historia”), en el capítulo general de la publicitación de congresos o reuniones y con-ferencias, en las redacciones de revistas, en las listas de “los predestinados” o “esco-gidos para la gloria”, en los homenajes y antologías canónicas, etc., sin exhaustivi-dad, téngase:


 Letras del Sur (1978)
 Olvidos de Granada (1ª y 2ª época)
 La Fábrica del Sur
 L. A. de Villena, Postnovísimos, Madrid: Visor, 1986
 J. L. García Martín, La generación de los ochenta, Valencia: Mestral Libros, 1986
 J. Espada Sánchez, Poetas del Sur, Madrid: Espasa-Calpe, 1989
 F. Bejarano, La poesía más joven. Antología de la nueva poesía andaluza, Sevilla: Quásyeditorial, 1991
 L.A. de Villena, Fin de siglo (El sesgo clásico en la última poesía española), Madrid: Visor, 1992
 J. L. García Martín, La poesía figurativa. Crónica parcial de quince años de poesía española, Sevilla: Renacimiento, 1992
 M. D’Ors, En busca del público perdido. Aproximación a la última poesía española joven (1975-1993), Granada: Impredisur, 1994
 A. Ortega, La prueba del nueve (Antología poética), Madrid: Cátedra, 1994
 E. Rabanera, El Sindicato del crimen. Antología de la poesía dominante, Granada: Comares, 1994
 L. García Montero y Á. Salvador, La otra sentimentalidad: the poetry of experience, Univ. of Washington, 1995
 M. García Posada, Poesía española. La nueva poesía (1975-1992), Barcelona: Crítica, 1996
 G. Yanke, Los poetas tranquilos. Antología de la poesía realista del fin de siglo,
Granada: Diputación Provincial (Maillot Amarillo), 1996
 J. L. García Martín, Treinta años de poesía española (1975-1995), Sevilla: Renacimiento, 1996
 J. E. Martínez, Antología de la poesía española (1975-1995), Madrid: Castalia (Didáctica), 1997
 A. Jiménez Millán (ed.), Luis García Montero. Complicidades, Número Homenaje, Litoral, mayo 1998
 J. C. Mainer y J. García Sánchez, El último tercio del siglo (1968-1998). Antología consultada de la poesía española, Madrid: Visor, 1999
 J. M. López de Abiada y otros, Poemas memorables. Antología consultada y comentada (1939-1999), Madrid: Castalia, 1999
 J. Cano Ballesta, Poesía española reciente (1980-2000), Madrid: Cátedra, 2002
 S. Rivera (ed.), Ángel González. Tiempo inseguro, Número Homenaje, Litoral, 233 (julio 2002)
 VV. AA., Centuria. Cien años de poesía española, Madrid: Visor, 2003.


¿Hay alguna duda? (14) No. Estamos bajo un dominio de clase, cuyas palabras ceremoniosas y perversas celebran la solemnidad y normalización de su propia violencia fundamental, así aun más perpetuada (15).
Por eso importa hablar, saber y conocer la escritura de la poesía que el materialismo histórico produjo en Granada, en los años de nuestra historia colectiva. Por eso importa y hace falta hablar de la poesía escrita por Javier Egea. Estamos dispuestos a editar sus libros y manuscritos, sus cuadernos de trabajo, sus diarios, sus anotaciones e inéditos, reunir su obra dispersa, darle su lugar estricto. Descubrir ese vacío canalla donde se le hundía, las trampas de la marginalidad que se le tendían, hacer añicos los mitos del alcohol y la bohemia, el vil malditismo de las tabernas. Denunciar la ruindad mísera de los buitres que pretenden todavía sacar provecho de nuestras batallas perdidas, victorias de ‘la progresía’ impuestas con cerco y con saña contra la vida que su poesía marxista exigía a la vida. Porque nunca entonces ni ahora nos habrán derrotado. Nunca los héroes de las revoluciones traicionadas se perderán en el negro sueño eterno del olvido. Nunca los suicidas guardamos silencio.


Abril 2006

José Antonio FORTES: PALABRAS PREVIAS en Sonetos del diente de oro, de Javier EGEA i&cile Granada 2006

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(1) Cf. P. Bourdieu, L. Wacquant, Las argucias de la razón imperialista, Barcelona: Paidós, 2001; Aurelio Sainz Pezonaga, Contra la ética, por una ideología de la igualdad social, Madrid: Debate, 2002.
(2) Cf. P. Lizcano, La generación del 56. La Universidad contra Franco, Barcelona: Grijalbo, 1981; F. Jáure-gui y P. Vega, Crónica del antifranquismo, 1-2, Barcelona: Argos-Vergara, 1983, 1984; Sh. Manghini, Rojos y rebeldes. La cultura de la disidencia contra el franquismo, Barcelona: Anthropos, 1987; J. Pardo, Autorretrato sin retoques, Barcelona: Anagrama, 1996; C. Alonso de los Ríos, La verdad sobre Tierno Galván, Barcelona: Muchnik, 1997; T. M. Vilarós, El mono del desencanto. Una crítica cultural de la transición española (1973-1993), Madrid: Siglo XXI, 1998; J. E. Garcés, Soberanos e intervenidos, Madrid: Siglo XXI, 2000; F. Stonor Saunders, La CIA y la guerra fría cultural, Madrid: Debate, 2001; R. Conte, “La cultura de la CIA”, El País. Babelia (3 noviembre 2001): 14; M. A. García (ed.), Luis García Montero. Antología poética, Madrid: Castalia, 2002; Martín Prieto, “Janlimoribundia”, El Mundo (15 junio 2003): 4; T. Constenla, “Invitación al activismo del voto”, El País. Domingo (28 febrero 2004): 4-7 M. Oña, “Hermanos en la izquierda y en la derecha”, La Opinión de Granada (9 mayo 2004): 12; J. C. Sierra, “Sabina, Rota y los amigos poetas”, La Voz de Cádiz (2 octubre 2005): 8-9.
(3). J. C. Rodríguez, Dichos y escritos (Sobre “La otra sentimentalidad” y otros textos fechados de poética), Madrid: Hiperión, 1999.
(4). P. Roso, La otra sentimentalidad de Luis García Montero, Córdoba: Antorcha de Paja, 1993; F. Díaz de Castro, La otra sentimentalidad. Estudio y Antología, Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2003.
(5) K. Marx, “Prólogo a la primera edición de El Capital”, El Capital, Vol. I.1, Madrid: Siglo XXI, 1982, Cf. J. A. Fortes, La guerra literaria (literatura y falsa izquierda), Madrid: Tierradenadie Eds., 2003.
(6) Cf. S. Haffner, La revolución alemana de 1918-1919, Barcelona: Inédita Eds., 2005; P. Heywood, El marxismo y el fracaso del socialismo organizado en España, 1879-1936, Santander: Universidad de Cantabria, 1990; F. González, “¡Hay que ser socialistas antes que marxistas!”, La Calle (septiembre-noviembre 1979), informes sobre el Congreso extraordinario (28 septiembre) del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en el que al fin queda eliminado el marxismo dentro de la “definición programática” del partido.
(7) “Con motivo [del 80 cumpleaños de Rafael Alberti] se han celebrado una serie de actos en su honor, promovidos por los frentes más progesistas de la cultura y con un amplio apoyo popular”, Redacción, “El poeta que no lograron recuperar”, Olvidos de Granada, I.2-3 (diciembre 1982-enero 1983): 1. Lo mismo, en 1986, para la presentación en el Palacio de los Condes de Gabia de la colección “Maillot Amarillo”, también con todos los gastos a cargo de los presupuestos públicos culturales de la Diputación Provincial de Granada, etc.
(8) En estricta lógica, como un hecho más en la infiltración y utilización de los aparatos de los poderes de clase, de gobierno y de Estado (universitarios en este caso; pero, en toda esta historia, no sólo se medrará a la sombra de los aparatos escolares, sino institucionales varios, igual del Ayuntamiento, de la Diputación, etc.) la “conferencia [de Althusser] pronunciada en la Facultad de Filosofía y Letras” el 26 de marzo del 76, La transformación de la Filosofía, el mismo año la publicó el Secretariado de Publicaciones de la Universidad.
(9) A. Muñoz Molina, “Todos colocados”, El País Semanal, 1.244 (30 julio 2000): 106.
(10) Javier Egea, Álvaro Salvador, Luis García Montero, La otra sentimentalidad, Granada: Ed. Don Quijote, 1983. No considero por ahora los “poemas” que acompañan cual breve antología al manifiesto tripartito.
(11) En estricta lógica J. Egea lo publicará en 1917 versos, Madrid: Eds. Vanguardia Obrera, 1987, pág. 15. Por el contrario, del otro lado de esta misma estricta lógica, está la circulación que obtuvieron los otros dos textos de (a) Luis García Montero y de (a) Álvaro Salvador. Cf: L. García Montero, “La otra sentimentalidad”, El País (8 enero 1983); Á. Salvador, “De la nueva sentimentalidad a la otra sentimentalidad”, “publicado en la cadena de prensa del Estado en julio de 1983”, aunque el mismo texto aparece firmado por Álvaro Montero en los Cuadernos del Mediodía (8 abril 1983): 4. Cf. A. de Albornoz, “En busca de una nueva sentimentalidad”, El País. Libros (13 marzo 1983): 7; Redacción, “Rimados para una ciudad” y L. García Montero, “El Rimado de Mac Flac”, Cuadernos del Mediodía (27 mayo 1983): 1, 4-5; J. Gutiérrez, “En torno a la ‘otra sentimentalidad’. Entrevista a García Montero”, Cuadernos del Mediodía (8 julio 1983): 6-7.
(12) M. Maresca, “A favor de un libro (y de su autor)”, Cuadernos del Mediodía (7 diciembre 1984): 5; se publica junto a las “Palabras pronunciadas por Juan Carlos Rodríguez [“Como si os contara una historia”] en el acto de presentación del poeta Javier Egea en el Palacio de la Madraza [Aula de Poesía de la Universidad de Granada], el día 28 de noviembre de 1980”. Cf. E. Miró, “Del amor y otras derrotas”, El País. Libros (15 mayo 1983): 11.
(13) Cf.: J. Mayhem, “The avantgarde and its discontents: aesthetic conservatism in recent Spanish poetry”, Hispanic Review, 67 (verano 1999): 347-363; B. Andreu, “Una reclamación”, El Mundo. El Cultural (26 abril 2000): 3; J. Palomo, “Vetos, plagios y dudas”, El Mundo. El Cultural (13 junio 2001): 2.
(14) Cf. A. Jiménez Millán, J. Soto, Á. Salvador (eds.), Antología de la joven poesía andaluza, Málaga, Litoral, 118-120 (1982); VV.AA., 1917 versos (cit.); A. Gallego Roca (ed.), Antología de la joven poesía granadina, Granada: La General, 1990; R. Reig, Panorama poético andaluz, Sevilla: Guadalmena, 1991; R. Alberti, Mª A. Mateo (eds.), Canción de canciones, Madrid: Anaya, 1995; A. Soria Olmedo, Literatura en Granada (1898-1998). II. Poesía, Granada: Diputación Provincial, 2000; J. Egea, Contra la soledad, Barcelona: DVD Eds., 2000; J. Munárriz, Un siglo de sonetos en español, Madrid: Hiperión, 2000; E. Peregrina (ed.), Por eso fui cazador (A la memoria de Javier Egea), Granada: Diputación Provincial, El Maillot Amarillo, 2004; Á. Salvador y L. Geist (eds.), Cartografía poética, Sevilla: Renacimiento, 2004.
(15) Téngase, entre otras, la información (La Opinión de Granada, Granada Hoy, Ideal, El Mundo, El País. Andalucía) generada en torno a los acontecimientos del II Festival Internacional de Poesía de Granada (10-11-12 mayo 2005), dedicado (“recordando”) al poeta fascista Luis Rosales y en estricta lógica inaugurado (“abierto” el Festival) por Raúl Rivero, “poeta [“gusano” cubano] disidente por un puñado de dólares”.


(*) Si bien, finalmente, J.C. Rodríguez no ha tenido tiempo de escribir su participación.
(**) Al faltar ahora el Prólogo, todas mis Palabras Previas refuerzan aun más sus cuestiones de principio: en esta primera edición de los SONETOS (también primera dentro de la Obra Poética de Javier Egea que editaremos), no importa tanto el estudio concreto del texto (lo que haremos al editar cada libro más los inéditos) sino aportar datos, hechos, razones, materiales para la reconstrucción de la historia. Hay que situar en sus estrictos lugares intelectuales a cuantos trabajos poéticos se constituyeron durante los años finales del siglo XX, “los tiempos modernos” del capitalismo salvaje bajo el que sobrevivimos. Sin embargo, cf. J. Navarro, “El importuno”, J. Egea, Contra la soledad, Barcelona: DVD Eds., 2002, pp. 164-165.


Joven Orquesta Sinfónica de Vancouver

domingo, 1 de agosto de 2010

MIEDO

BALADA DEL HOMBRE QUE SE CALLÓ LA BOCA

El sol sale todos los días
cantan los pájaros o llueve
alguien nace, alguien muere, alguien sufre
un hombre se calló la boca.

Lo ricos cada vez más pobres,
sus armas cada vez más grandes,
sus miedos cada vez más chicos,
un hombre se calló la boca.

¿Qué espera para hablar?
¿Acaso es una copa no colmada?
Las copas pierden con el tiempo
un hombre se calló la boca.

¿Qué espera? ¿Tiene miedo?
¿No sabe? ¿Es un mártir?
¿Le sacaron la lengua? ¿Es sordo? ¿Ciego? ¿Qué es?
un hombre se calló la boca.

No quiere callar,
no quiere darle pedazos a la rabia.
¿Qué espera? ¿Esperaba? ¿Espera?
un hombre se calló la boca.

Pasaron años y vinieron
los que organizan la victoria
todos hablaron, pero antes

un hombre se calló la boca.

Juan GELMAN / Juan CEDRÓN