jueves, 30 de abril de 2020

IRA (otra vez...)

INSOMNIO

Madrid es un ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). / A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me  pudro, /             y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. / Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como  la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. / Y paso largas horas preguntándole a dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, / por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, / por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. / Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? / ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?

                               Dámado ALONSO /HIJOS DE LA IRA 1944


sábado, 18 de abril de 2020

CUARTETAS


Bebí mi vaso ante mi alma
y dije: -¡Alma mía! ¿Qué deseas?
La vida es duda, la muerte es duda:
cubramos la duda de vino.
Nuestras esperanzas brillan y se esfuman
como un espejismo que nos mantiene en la sed ardiente.
¡No importa! La vida no es más que
una jornada cuyo principio es el fin.

Nasib ARIDA

ANTOLOGÍA DE POESÍA ÁRABE CONTEMPORÁNEA // Austral Madrid 1972 Pág. 86 // Selección Leonor Martínez Martín

miércoles, 15 de abril de 2020

MANOS



¡DE PAR en par las manos... extendidas!
¡Abiertos el balcón y las palabras!
¡Que rebose el amor de nuestro vaso!
¡Que se meta la calle en nuestra casa!
¡No más oscuridad en los espejos!
¡Tirad al mar las llaves... no hacen falta!
¡Que nos recorra el viento de la sierra!
... tal vez se llevará lo que nos mancha.
Y vigilad el fondo del bolsillo.
¡Que no quede en sus pliegues ningún ancla!
... esas cosas que amarran nuestro paso;
esas cosas que impiden nuestra marcha.
Pero enteros, no a medias. Como entonces:
igual que cuando vimos la mañana
por vez primera, sí: con la sencilla,
desnuda transparencia de las playas.
Lo mismo que al nacer. Sin las reservas
de nuestra edad madura... ¡sin metáforas!

Darlo todo y lanzarse a plena calle.
Darlo todo o, si no , quedarse en casa.

Carlos ALVAREZ / ESTOS QUE AHORA SON POEMAS
                                   EL BARDO Barcelona 1969  pág. 38

sábado, 11 de abril de 2020

Fe (mía)

En agosto de 2017 comencé "Los reconocimientos" de William GADDIS. Doy  fe de que finalicé su lectura el 4 de febrero  de 2020.

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Divendres Sant i enllaços



30è dia de confinament. Divendres Sant. Jesús és mort. Som al 1960. Tot és silenci al ritme dels tambors de la processó. Els penitents arrosseguen cadenes. Però veniu amb mi. No feu soroll. Anirem a l'Escullera. Magdalena va de festa... Cliqueu, cliqueu la imatge. Sentiu les veus de la pantalla rere la cortina de vellut? 'Un Viernes Santo', de Joan-Gabriel Tharrats, en rigorós blanc i negre.


ENARCHENHOLOGOS.BLOGSPOT.COM
Imatge de l'Escullera (1933), lloc d'oci popular fins que va ser seccionada pel pont Porta d'Europa (2000) Josep Maria Sagarra (AFB) ...

lunes, 6 de abril de 2020

Cernuda 1935



                           PALABRAS ANTES DE UNA LECTURA
                                                        (1935)

  Puedo decir que por primera vez en mi vida arriesgo un contacto directo con el público. La sensación para mí es extraña, ya que generalmente el poeta no puede suponer que le escucha un público. El poeta habla a solas, o con alguien que apenas existe en la realidad exterior. Verdad es que hoy el público se ha reducido tanto (hasta ha llegado a llamársele "minoría"), que bien puede el poeta en alguna ocasión dirigirse a él sin renunciar por ello a esa soledad esencial suya donde cree escuchar las divinas voces.
  Siempre he rechazado cualquier tentación de comentar mis versos o de explicar lo que con ellos he pretendido. ¿Por qué lo hago ahora? Quizá porque crea como la deficiencia mía pudo no expresar en ellos cuanto yo pretendía o porque crea que la deficiencia de otros puede  no ver en ellos cuanto yo he puesto; aunque respecto al caso primero, como sé que bien pocos poetas llegaron a expresar enteramente cuanto pretendían expresar, me consuelo, en lo posible, recordando que acaso sea bastante el expresar algunas experiencias fragmentarias que nos permitan suponer el pensamiento completo del poeta.

                                                                    *

  Y se me dirá, ¿cual es el propósito del poeta? Permítaseme que refiera ahora la poesía a mi experiencia personal, lo cual supone no poca precaución, aunque el poeta, si es que se me puede llamar así, tiene fatalmente que referirse a su propia persona las experiencias poéticas que con sus medios limitados percibe; y al fin y al cabo , acaso las experiencias del poeta, por singulares que parezcan, no lo sean tanto que no puedan encontrar eco, en sus líneas generales, a través de diferentes existencias.
  El instinto poético se despertó en mí gracias a la percepción más aguda de la realidad, experimentando, con un eco más hondo, la hermosura y la atracción del mundo circundante. Su efecto era, como en cierto modo ocurre con el deseo que provoca el amor, la exigencia, dolorosa a fuerza de intensidad, de salir de mí mismo, anegándome en aquel vasto cuerpo de la creación. Y lo que hacía aún más agónico aquel deseo era el reconocimiento tácito de su imposible satisfacción.
  A partir de entonces comencé a distinguir una corriente simultánea y opuesta dentro de mí hacia la realidad y contra la realidad, de atracción y de hostilidad hacia lo real. El deseo me llevaba hacia la realidad que se ofrecía ante mis ojos como si sólo con su posesión pudiera alcanzar certeza de mi propia vida. Mas como esa posesión jamás la he alcanzado sino de modo precario, de ahí la corriente contraria, de hostilidad ante el irónico atractivo de la realidad. Puesto que, según parece, ésa o parecida ha sido también la experiencia de algunos filósofos y poetas que admiro, con ellos concluyo que la realidad exterior es un espejismo y lo único cierto mi propio deseo de poseerla. Así pues, la esencia del problema poético, a mi entender, la constituye el conflicto entre realidad y deseo, entre apariencia y verdad, permitiéndonos alcanzar alguna vislumbre de la imagen completa del mundo qie ignoramos, de la "idea divina del mundo que yace al fondo de la apariencia", según la frase de Fichte.
  Contando con esa experiencia preliminar en torno a lo que yo estimo como móvil de la actividad poética, al menos de la mía, podemos preguntarnos ahora: dicho conflicto entre apariencia y verdad, que el poeta pretende resolver en su obra, ¿qué fases y qué posibilidades ofrece a través de la vida del poeta?
  Acaso la poesía, al menos cierto aspecto de la poesía, requiera un estado de espíritu juvenil, y hasta no es raro que el poder de la juventud lo prolongue la poesía en el poeta más allá del tiempo asignado para aquélla. La juventud supone capacidad para enamorar y para enamorarse, y aunque el poeta pierda con el tiempo, como cualquier otro mortal, la capacidad de enamorar es difícil que pierda también la de enamorarse. Esa raíz estética es la que permite, aun en las peores horas, cuando todo parece confabularse contra él, que siempre le quede, cuando menos, la embriaguez dramática de la derrota. Tal aceptación indistinta del bien y el mal, del fracaso y la derrota, ha de parecer a algunos cosa peligrosa. Se me dirá que supone una actitud fatalista, y que el fatalismo es actitud bien cómoda.
  Pero ese fatalismo tiene causas hondas. ¿Qué puede el poeta por sí? Nunca como ahora la sociedad ha reducido la vida a tan estrechos límites. Y ciertamente el poeta es casi siempre un revolucionario, yo por lo menos así lo creo; un revolucionario que como los otros hombres carece de libertad, pero que a diferencia de éstos no puede aceptar esa privación y choca innumerables veces contra los muros de su prisión. La mayoría de las gentes produce hoy la impresión de cuerpos amputados, de troncos podados cruelmente.
  Como a casi todo puede dársele doble interpretación, alguno recordará ahí que limitarse es necesario, y supone madurez. No soy  de los últimos en reconocer el valor de la limitación, o de la resignación, para dar a esa virtud su verdadero nombre cristiano. Mas esto no  es obstáculo para que al contemplar la vida me parezca asistir a una desagradable comedia policiaca, y si otras sociedades estimaron al artista o al filósofo, ésta de ahora adora al polizonte. Reconozco por tanto que para mí las posibilidades materiales inmediatas de la actividad poética parecen negativas.

                                                                    *

Mas no sólo lucha el poeta con su ambiente social, sino que asiste a otra lucha igualmente dramática, quizá más dramática aún, pero las fuerzas con quienes en este caso lucha son invisibles. El poeta intenta fijar el espectáculo transitorio que percibe. Cada día, cada minuto le asalta el afán de detener el curso de la vida, tan pleno a veces que merecería ser eterno. De esa lucha, precisamente, surge la obra del poeta, y aunque el impulso de que brota nos parezca claro, en él hay mucho de misterioso. Lo más sencillo, lo más claro de este mundo tiene una raíz incógnita.
  La sociedad moderna, a diferencia de aquellas que le precedieron, ha decidido prescindir del elemento misterioso inseparable de la vida. No pudiendo sondearlo, prefiere aparentar que no cree en su existencia. Pero el poeta no puede proceder así, y debe contar en la vida con esa zona de sombra y de niebla que flota en torno de los cuerpos humanos. Ella constituye el refugio de un poder  indefinido y vasto que maneja nuestros destinos. Alguna vez he percibido en la vida la influencia de un poder demoniaco, o mejor dicho, daimónico, que actúa sobre los hombres.
  ¿En qué consiste ese poder? Confieso mi recelo  a las definiciones, porque el tiempo se encarga de que nuestro pensamiento sobrepase las definiciones que hicimos. Además, ese poder  daimónico a que aludo está estrechamente unido a mis creencias poéticas, y ni lo daimónico ni lo poético pueden definirse. Pero voy a precisar algo más en este punto, por lo que a mis creencias poéticas atañe.
  Leyendo un estudio de cierto arabista acerca de la vida y doctrina de un teólogo musulmán, hallé esta respuesta del teólogo en cuestión a uno de sus discípulos; mientras caminaban por la calle, uno de aquéllos le preguntó al oir un son de flauta: "Maestro, ¿qué es eso?". Y el maestro le respondió: -"Es la voz de Satán que llora sobre el mundo". Según aquel teólogo, Satán ha sido condenado a enamorarse de las cosas que pasan, y por eso llora; llora, como el poeta, la pérdida y la destrucción de la hermosura.
  Aquí la definición es inevitable y se nos presenta casi fatalmente: la poesía fija a la belleza efímera. Gracias a ella lo sobrenatural y lo humano se unen en bodas espirituales, engendrando celestes criaturas, como en los mitos griegos del amor de un dios hacia un mortal nacieron seres semi-divinos. El poeta, pues, intenta fijar la belleza transitoria del mundo que percibe, refiriéndola al mundo invisible que presiente, y al desfallecer y quedar vencido en esa lucha desigual, su voz, como la de Satán en la respuesta del teólogo musulmán a que aludía, llora enamorada la pérdida de lo que ama.
  Pero ese llanto no excluye que de la contemplación de la hermosura, aunque efímera, nazca en el poeta una alegría terrible, porque los sentimientos rara vez dejan de presentarse mezclados con sus contrarios en nuestra vida: sólo en la unión de los extremos podemos intuir una armonía superior a los poderes de la comprensión humana. ¿Qué sabemos nosotros lo que nuestra vida sea en el pensamiento de los dioses? Todo nos es preciso y necesario, porque en todo vibra  un eco de la poesía, y ella no es sino expresión de esa oscura fuerza daimónica que rige el mundo.
  A ese poder daimónico alude Goethe en sus conversaciones con Eckermann y acaso sea el mismo que consumía la vida de Hölderlin, tal el fuego en la zarza ardiente que vio Moisés. Confundido con el don lírico que habitó en ciertos poetas, parece como si las fuerzas físicas de estos no pudieran resistirle, viéndose arrastrados a la destrucción, para alcanzar al fin, tras la muerte, una enigmática libertad.
  No se me pregunte más sobre ese poder, porque nada sabría decir. Lo presiento, pero no lo comprendo. Además, ¿cómo expresar con palabras cosas que son inexpresables? Las palabras están vivas, y por lo tanto traicionan; lo que expresan hoy como verdadero y puro, mañana es falso y  está muerto. Hay que usarlas contando con su limitación, y procurar que no falseen demasiado, al traducirlas, esa verdad intuída que a través de ellas intentamos expresar. Al menos, una parte de aquélla acaso puedan recibirla, y quedar impregnadas del significado que sólo al poeta le es dado insinuar: el misterio de la creación, la hermosura oculta del mundo.

                                                                          *

  No era mi intento, como dije, dar una definición de lo que estimo sea la poesía, lo cual resulta tarea vana y pretenciosa, sino referir ante un auditorio reducido y de buena voluntad, varios momentos de mi experiencia personal respecto de aquélla. Dicha tarea me pareció preliminar conveniente para la lectura de algunos versos míos, facilitándoles en lo posible esa simpatía honda y recatada de unos cuantos que yo les deseo. Pero si se me preguntara cuál respuesta puede esperar un poeta en este mundo, yo respondería que ninguna o, si alguna, tan poco firme que de nada le sirve.
  Y aquí digo: basta. Acaso estas palabras no hayan sido sino un tanteo en las tinieblas.

Luis CERNUDA / POESÍA y LITERATURA // SEIX BARRAL BIBLIOTECA BREVE - Barcelona - México 1960 Pags. 195-201


domingo, 5 de abril de 2020

oficio

Escribidores que dicen llamarse poetas y no se les ve la poesía por ninguna parte.

DOLOR


                                                              DOLOR

¡Oh muerte! ¡Oh sueño lejano de la imaginación!
¡Oh amanecer de mis esperanzas, dulzura de mis anhelos!
Mi ansia por ti es más fuerte que las angustias del amor,
más violenta que la avidez del que delira por el agua,
más fuerte que el deseo de la doncella cuyos cálices están en flor
y embellecen la pasión y la cita;
es más fuerte que el deseo del náufrago por la luz cuando avanza
velozmente por el negro abismo del mar.
Los ignorantes calumniadores y atemoridos se equivocaron
al hacerte símbolo del terror y de la destrucción.
Tú eres auténtico profeta sin cañones,
cuyo mensaje es patente sin necesidad de explicación.
¡Oh salvador de los débiles! Tú eres misericordia
que a todos, menos a los débiles, se oculta.
En cada una de tus gotas hay lluvia copiosa,
favores extraordinarios, manos generosas.
Rey cuyo manto son las nubes y cuya luz
es efusión de claridad en las estrellas brillantes.
Dulce transporte de la imaginación a la que dan sombra sus alas
y sus costados en la noche de luna.
La muerte no es más que un mágico sueño
de tiernos sueños después del invierno.
Eternidad cuyas embriagueces y favores
son olas de placer y cuna de felicidad.
                                                              Bulus SALAMA

ANTOLOGÍA DE POESÍA ÁRABE CONTEMPORÁNEA / Leonor Martínez Martín  AUSTRAL  Nº 1518 pags. 124-125 Madrid 1972

sábado, 4 de abril de 2020

Estilo


"Cuando  despertó, el virus  estaba allí"-

Gracias, A. Monterroso

viernes, 3 de abril de 2020

cosas


le gustaban pocas cosas
el alcohol y las ventanas
el mar desde una colina
el mar dentro de la playa

el olor de los jazmines
los libros de madrugada
el sol, el pan de los pueblos,
quevedo, recordar áfrica
las noches y los amigos
el verano y tus pestañas.

                      Manuel ALCÁNTARA

Gatos

LOS GATOS LO SABRÁN

Aún caerá la lluvia
sobre dulces empedrados,
una lluvia ligera
como un hálito o un paso.
Aún la brisa y el alba
florecerán ligeras
como bajo tu paso,
y tú regresarás.
Entre flores y alféizares,
los gatos lo sabrán.

Llegarán otros días,
llegarán otras voces.
Sonreirás sola.
Los gatos lo sabrán.
Oirás viejas palabras,
vanas  y cansadas
como vestidos usados
de las fiestas pasadas.

Tú también harás gestos.
Responderás palabras;
rostro de primavera,
tú también harás gestos.

Los gatos lo sabrán,
rostro de primavera,
y la lluvia ligera,
el alba de jacinto,
que el corazón lacera
de quien no te espera,
son la triste sonrisa
que tú sonríes sola.
Llegarán otros días,
voces y despertares.
Sufriremos el alba
rostro de primavera.
                  Cesare PAVESE

                  Poesie Mondadori 1969 / Versión de Jorge Aulicino

jueves, 2 de abril de 2020

Soneto



No se puede vivir sin Garcilaso


                        VI

   Por ásperos caminos he llegado
a parte que de miedo no me muevo;
y si a mudarme o dar un paso pruebo,
allí por los cabellos soy tornado.
   Mas tal estoy, que con la muerte al lado
busco de mi vivir consejo nuevo;
y conozco el mejor y el peor apruebo,
o por costumbre mala o por mi hado.
   Por otra parte, el breve tiempo mío,
y el errado proceso de mis años,
en su primer principio y en su medio,
   mi inclinación, con quien ya no porfío
la cierta muerte, fin de tantos daños
me hacen descuidar de mi remedio.

GARCILASO de la VEGA

miércoles, 1 de abril de 2020

Volver a empezar


Hoy empieza todo - Cine y educación



Bertrand TAVERNIER / Francia 1999

[...]

Hoy empieza todo es cine social, rodado con técnica documental, con algunos actores profesionales y otros tomados directamente del medio educativo. Para acentuar el efecto documental de la película, que crea una gran verosimilitud, el director utiliza con frecuentemente planos-secuencia y travellings con la cámara al hombro.
Es una crítica de la indiferencia y burocratización del sistema de asistencia social, de las autoridades que miran  a otra parte, de los ciudadanos que piden ayuda y bendicen el comunismo, pero cuando pierden los beneficios se marchan llorando a un partido de ultraderecha, de un sistema pasivo, despreocupado de la realidad y más interesado en informes y tecnicismos que en los problemas diarios. Por otra parte, es una película optimista, que llama a la responsabilidad de todos los integrantes de la comunidad, que muestra la posibilidad de mejorar el sistema desde dentro.


[...]                                                                      
                                           (Enrique Martínez - Salanova Sánchez)