SONETO FINAL
Te bautizaron para amar la rosa
y apretarla en las manos algún día,
como sólo tú sabes. No podía
suceder, en tus manos, otra cosa.
Tuvo que ser así, noche cerrada,
para que tú enterraras la alegría.
Porque Dios se perdió en la lejanía
y no sirvió la noche para nada.
Mañana se despiertan los rosales.
Mañana irás, y ya no habrá ni flores
ni pájaros que canten. Se habrán ido.
Por todos tus pecados capitales
la tarde, entre gastados resplandores,
caerá, como caes tú. Como has caído.
Carlos Sahagún Memorial de la noche