lunes, 29 de julio de 2013

Javier Egea: ¿Ciego en Granada?




Tras una profunda reflexión, Javier Egea decidió -un día jueves- que él no sería ni jueves ni ciego en Granada.

“Habría que delimitar dos cosas: el escritor y el compromiso. Habría que decir que ni el escritor en abstracto, ni el compromiso en abstracto son nada. Que tanto el escritor como el compromiso hay que enfocarlos dentro de la práctica ideológica de un momento histórico determinado. ¿Por qué se escribe? ¿Qué es lo que se escribe? ¿Para qué se escribe? ¿Con qué y para qué está comprometido? Lo concreto es que nacen hombres, mujeres, que aprenden un lenguaje que se ha dado en llamar poético y que no están ni por encima, ni por debajo, ni en el centro de la realidad concreta en la que viven y trabajan, sino inevitablemente partícipes de la práctica social, y esa realidad que los traspasa es sólo una: la de la explotación diaria a todos los niveles, de ella nadie se libra. Por eso, todos estamos comprometidos, unos con la explotación, otros contra ella, unos con la muerte, otros con la vida. El verdadero problema (la neurosis, la angustia, el “desencanto”, etcétera) estriba en encontrar el  lugar que corresponde dentro de esa práctica social.
[…]
Efectivamente, estamos en una sociedad hostil, hostilidad que viene tan sólo de la misma explotación de la que antes hablábamos y en ella, la “cultura”, está inevitablemente considerada como una mercancía más. La “cultura” es siempre un arma de penetración ideológica al servicio de una  clase y sus intereses de clase, de ahí su trágica importancia. Por eso sólo cambiando las estructuras (sociales, ideológicas, políticas, económicas) podremos conseguir que “la cultura” deje de ser privilegio de unos pocos pasando a ser patrimonio de todos. Y en este proceso, todo escritor está comprometido, pero con dos vertientes fundamentales: los que sólo pretenden (aún inconscientemente) reformarla, y los que, (consciente e inconscientemente) pretendemos transformarla. Sólo entonces podremos quitar a esa manipulada palabra sus trágicas comillas. Mientras tanto, la única respuesta que se puede esperar de esta sociedad es similar a la que dieron aquellos versos de Icaza, “La pena de ser ciego en Granada”, especulando, destruyendo, en una palabra, robándonos lo nuestro han conseguido que se pueda pensar en la alegría de ser ciego en Granada.”
Javier EGEA  /  (1980)


Tom WAITS / Never Let Go / orphans /Bawlers

martes, 23 de julio de 2013

cara de plata


Diego

Amour fou


Fuz... Fuz

Sobre la deconstrucción y otros defectos

viernes, 19 de julio de 2013

noche canalla

Frank SINATRA, Sammy DAVIS Jr., Dean MARTIN, Johnny CARSON
(The Rat Pack)

 

 

 

 

jueves, 18 de julio de 2013

Adiós mushashos


Louis ARMSTRONG (grabación de 1959) / Adiós muchachos

miércoles, 10 de julio de 2013

LA SOLEDAD (EL HIELO)


HAY QUE VOLVER A LEER "CIEN AÑOS DE SOLEDAD"
cu


sábado, 6 de julio de 2013

La noche...


... y la aurora. Pero la noche, comienza la noche...




Loquillo (con Luis Eduardo Aute)
Autor: Federico García Lorca
Título: La Aurora De Nueva York
Albúm: Con Elegancia
Pista: 2
Discográfica: PICAP
Año: 1998



La aurora de Nueva York tiene 
cuatro columnas de cieno 
y un huracán de negras palomas 
que chapotean las aguas podridas. 
La aurora de Nueva York gime 
Por las inmensas escaleras 
Buscando entre las aristas 
Nardos de angustia dibujada. 
La aurora llega y nadie la recibe en su boca 
Porque allÍ no hay maÑana ni esperanza posible:

A veces las monedas en enjambres furiosos 
Taladran y devoran abandonados niÑos. 
Los primeros que salen comprenden con sus huesos 
Que no habrÁ paraÍsos ni amores deshojados; 
Saben que van al cieno de nÚmeros y leyes, 
A los juegos sin arte, a sudores sin fruto. 
La luz es sepultada por cadenas y ruidos 
En impÚdico reto de ciencia sin raÍces. 
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes 
Como recien salidas de un naufragio de sangre.
Federico Gª LORCA / Poeta en Nueva York

Sigamos...


Aún siento en el corazón / un vago temblor de estrollas./ ¡Uf, qué pollas,/ Uf, qué pollas!

viernes, 5 de julio de 2013

BUF!

Doncs sí, Raul: buf!
Sammy DAVIS  Jr- Ol' Man River

jueves, 4 de julio de 2013

Javier Egea: 17 de maig a "La Villa"











Palabras de presentación de POESÍA COMPLETA (Volumen I) de Javier EGEA (Bartleby Editores) con Prólogo de Manuel RICO  y en edición de José Luis ALCÁNTARA y Juan Antonio HERNÁNDEZ GARCÍA



Madrid, Círculo de Bellas Artes 17 mayo 2011

Yo hice lo que pude, lo que en mi mano estaba.

Javier Egea Paseo de los tristes


Javier Egea en muchas ocasiones ha sido considerado como un poeta de obra breve,quizás atendiendo a la circunstancia de ceñirse a sus tres poemarios escritos entre 1980 y 1987, los tres más conocidos y considerados como su obra mayor: Troppo mare, Paseo de los tristes, y Raro de luna; obviando, de este modo, la existencia de un libro de aprendizaje y juventud, Serena luz del viento (1974), y otro de transición e indagación de nuevos caminos escapando de un cierto gongorismo juvenil, A boca de parir (1976). En 1978 escribe diez poemas que edita cinco años después con el título de Argentina 78 casi simultáneamente con Troppo mare. Esta limitación de su obra a estos tres poemarios, considerémoslos mayores, se ha mantenido aún después de la publicación póstuma, en 2006, de su último libro, los Sonetos del diente de oro, escritos entre 1992 y 1994, pues prácticamente en casi todas las referencias bibliográficas de su obra hasta el momento de la publicación de este primer volumen de su poesía completa, que recoge sus seis libros publicados en vida y el séptimo, póstumo, continúa la tónica de consignar sólo estos tres libros.

Pero a comienzos del año 2000 al recibir, de manos de Elena Capetillo (heredera de Javier Egea), la totalidad del archivo del poeta, para su custodia y estudio, con vistas a la reedición de sus libros, frente a esta visión general, me encontré ante una serie de carpetas y cuadernos que contienen el trabajo pormenorizado de la obra de Javier Egea. Las carpetas, en algunos casos consignan en su cubierta el título del libro, pues agrupan, con un cierto desorden ordenado, los materiales escriturales de cada uno de éstos.

De todas las carpetas sobresale una, que hemos distinguido por su color, “Rosa”, pues, según indica en sus Diarios, contiene el último proyecto editorial de Javier Egea: la antología Soledades y los Sonetos del diente de oro.

El examen de estos materiales supone el descubrimiento de gran número de poemas con sus borradores inéditos y autógrafos a lápiz y tintas de varios colores, proyectos de libros futuros, libros interrumpidos, anotaciones de escritura y reflexiones sobre ella, esbozos de cuentos y siete cuadernos de diarios, cinco pertenecientes a las sesiones de psicoanálisis a que se sometió en el año 1987 y dos que cubren desde el año 1992 a 1997, y otros escritos.

Y desde un primer momento resultó imprescindible acometer la lectura, trascripción y digitalización del contenido de carpetas y cuadernos con vistas a una futura fijación de todo lo en ellos existente, trabajo que inicié ya en el año 2000. En 2004, por fin, finalizan los recursos familiares al testamento de Egea con el fallo favorable a Elena Capetillo y de inmediato se entra en contacto con Lumen para la publicación de la antología Soledades; sin embargo, incomprensiblemente, la edición quedará paralizada sin ningún tipo de explicación y deriva en el incumplimiento del contrato por parte de la editorial.

 Mientras tanto, y a través del ensayo de Jairo García Jaramillo, Javier Egea, la búsqueda de una poesía materialista, he tenido conocimiento de la asociación que lo publica, ICILE —de la que nos agrada sobremanera el diseño de sus libros—, que edita artesanalmente y sin ánimo de lucro y con la que entro en contacto firmando contrato para la edición de Sonetos del diente de oro, en 2006, y de Raro de luna, en 2007, en formato facsímil de los cuadernos de trabajo de ambos libros. Consecuencia de esto es la relación, providencial, con Juan Antonio Hernández, quien me propone, dado que el proceso de trascripción y digitalización de los materiales está muy avanzado, abordemos la preparación de la Obra Completa de Javier Egea, cuestión que nos ocupa hasta el año 2009, momento en que estamos en condiciones de ofrecerla a la editorial que esté interesada.

Ambos, Juan Antonio y yo, que compartimos la admiración por la labor independiente de Bartleby Eds. e interés por la labor crítica de Manuel Rico, de quien conservo positiva memoria de su crítica a la antología de Javier, Contra la soledad, publicada en Babelia de El País, tomamos contacto con ellos a comienzos del año 2010 con vistas a realizar la edición de la Obra Completa de Egea, pues, por las razones anteriores, consideramos ésta como el lugar más adecuado para su publicación.

Por otra parte, como segundo apartado de mis palabras, y ya para finalizar, querría evocarles a través de los libros que contiene este primer volumen, mi memoria de Javier Egea o, sería mejor decir, los distintos Javier Egea poeta que creo haber llegado a codificar en mi imaginario separándolo de ese Quisquete (como se le conocía en Granada popularmente) que se ha mantenido uno y unívoco a lo largo de los años. No es al modo de los heterónimos pessoianos, distintos poetas con entidad diferenciada en la cédula de identificación tanto vital como poética, como enfoco esta diversidad de personajes poéticos que sí creo ver en Francisco Javier Egea —años setenta—, Javier Egea —años ochenta— y, al final, en los años noventa, solamente Javier.

 Sí, como un poeta total que a los 29 años tiene escritas sus, consideradas por muchos, obras principales; pero que llegó a finalizar, como he señalado, un total de siete libros que, tomando como referente el momento de escritura y de publicación, se estructuran en la siguiente secuencia: en los años setenta: Sincera luz del viento, que fue accésit del Premio García Lorca de la UGR en 1972 y publicado en 1974; A boca de parir, publicado en 1976 y Argentina 78, escrito en 1978 pero publicado en 1983. Años ochenta: Troppo mare, escrito en 1982 y publicado en 1984 tras Paseo de los tristes, escrito en 1981-1982 y publicado en 1982; y Raro de luna, escrito entre 1985 y 1987, y publicado en 1990. Por último, años noventa, un séptimo libro, Sonetos del diente de oro, escrito entre 1992 y 1994 pero publicado póstumamente en 2006.

Por lo que estos decenios se pueden estructurar en tres grandes etapas que corresponden a tres poéticas y personajes poéticos diferentes: una primera de juventud y aprendizaje, firmada como Francisco Javier Egea, marcada por las influencias de los clásicos, fundamentalmente Góngora y Garcilaso, y por los tonos del Lorca más popular y el Hernández del Romancero. Se trata de una poesía amorosa en el caso de Sincera luz del viento, con una mezcla entre el metro clásico del soneto y el verso libre. En el segundo, A boca de parir, ya entra en el terreno de nuevas indagaciones con una relativa ruptura con la influencia de los clásicos; y, por último, cierra esta primera etapa con la escritura de Argentina 78, alegato contra las dictaduras latinoamericanas personificadas en el dictador argentino Rafael Videla.

La siguiente etapa, iniciada con un retiro de unos meses en La Isleta del Moro, en el cabo de Gata de Almería, y del que regresa con una nueva personalidad poética y personal, pues ahora firma sus libros como Javier Egea, inaugura el movimiento conocido como La otra sentimentalidad con Troppo mare que, bajo la influencia de las teorías del profesor marxista Juan Carlos Rodríguez, inicia la búsqueda de una poesía materialista cuyo orto llegará poco después con la escritura de Paseo de los tristes, estructurado también en tres partes, y que se presenta impregnado de un sutil y, a la vez, duro materialismo. Ambos libros, ante la imposibilidad en aquellos momentos de publicación en editoriales convencionales, los presenta a los Premios A. González de Lama y Juan Ramón Jiménez —uno de cuyos jurados, Félix Grande, nos acompaña— obteniendo el primer premio en ambos.

En paralelo a la creación de estos libros ha escrito un considerable número de poemas sueltos e inéditos de los que algunos han aparecido en colaboraciones en revistas poéticas y, fundamentalmente, en la actividad que le da sentido a su vida, llevar la poesía a la calle como su admirado Alberti, participando en multitud de recitales y en la creación de montajes poéticomusicales con los que recorre Institutos y universidades españolas.

La idea de obtener una beca del Ministerio le lleva a psicoanalizarse y, de ahí, a la escritura de su poemario Raro de luna en el que indaga en el terreno de las dependencias interiores mediante cuatro piezas: una primera de sonetos; la segunda y tercera de canciones con un ambiente onírico y sonámbulo, y una final que, con un surrealismo muy controlado y la ausencia de puntuación, da el tono musical exacto para el recorrido de las distintas partes del libro que, en palabras de Juan Antonio Hernández, “llevará hasta uno de sus límites: un enrarecido ambiente onírico, que lo desmarca de la falacia comunicativa, con el que, a la vez, afronta un durísimo análisis de las contradicciones vitales que le acompañan y un enfrentamiento con la construcción vampírica del sujeto”.

Y ya, en los años noventa, tras un periodo de sequedad poética en el que le ronda la idea de desarrollar en prosa una serie de argumentos en forma de cuento, regresa a su querido metro clásico, el soneto, incrustando estos argumentos en esta estructura poética, con los Sonetos del diente de oro.
Y en este decenio de inmensa soledad surge este otro poeta y personaje poético al que llamaré escuetamente JAVIER.

El resto fue silencio.

Muchas gracias.

José Luis Alcántara