martes, 22 de marzo de 2016

el jardín de las delicias




“Tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con / empuñadura en forma de pato / y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra / y ahora que el poema expira / te digo como un niño, ven / he construido una diadema / (sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)”.
LEOPOLDO

tarari tarara

tarare tararo tararú

cama ron

sábado, 19 de marzo de 2016

PALABRAS PARA UNA PRESENTACIÓN


PAROLE PAROLE PAROLE




APUNTES PARA UNA PRESENTACIÓN
LIBRERÍA PICASSO / GRANADA
                                                                                              




                Buenas tardes, gracias por su presencia y por su «atrevimiento» al acompañarnos en este acto.

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                Cuando en los primeros meses del año 2007, y tras unos trabajos previos que duraron algo más de dos años, José Luis Alcántara y yo mismo dispusimos con detalle el plan y la organización de esta Obra Completa de Javier Egea teníamos la certeza de que nos enfrentábamos a una suma de problemas que, en algún caso, serían de muy difícil resolución. De esos retos les enumeraré algunos: el estudio y digitalización de todo tipo de documentos, en cualquier modalidad de soporte, de y sobre Javier Egea; la investigación pormenorizada en bibliotecas y hemerotecas; la definitiva fijación textual y ordenación de los escritos del poeta y, además, sentar las bases para una ruptura con la historiografía al uso que —hasta ese momento— venía demostrando una tremenda dejadez y una descomunal falta de rigor en sus aproximaciones a la figura de Egea.
                De este modo nos encontrábamos ante un panorama «desolador»: en primer lugar, la transmisión textual de la poesía de Egea, tras su muerte y durante los primeros años del siglo XXI era, en líneas generales, un muestrario de desatinos; para demostrarlo bastará con dos ejemplos: la reedición del poemario Argentina 78, en 2003, hubo de retirarse de las librerías por la acumulación de erratas que presentaba, y en la antología Contra la soledad, en 2002, hemos detectado no menos de veinte errores en los versos ahí seleccionados, además de sustentarse en un criterio tan discutible como es la ruptura de la disposición de los poemarios de Egea, fragmentando estos mediante la fabulación de cuatro bloques temáticos; y, en segundo lugar, en cuanto al horizonte crítico sobre su obra y su vida el estado de la cuestión era igualmente desalentador —salvo una honrosa y mínima cantidad de artículos o reseñas— debido a la repetición de lugares comunes, la reiterada transmisión de errores interpretativos y la aplicación de teorías incongruentes con su práctica poética. Como significativa ejemplificación de la dominante desidia y de la confinada aproximación crítica a su obra, destacaría que, tras treinta años desde la primera aparición del «prólogo» de Aurora de Albornoz al poemario Paseo de los tristes, aún están faltos de análisis los puntos que detalla en su penúltimo párrafo, que comienza con las palabras: “Un trabajo crítico tendría que detenerse en muchas otras cosas”.
                Esa coyuntura que acabo de describirles —con sus muchas sombras y pocas luces— fue a la que nos enfrentábamos y la que evaluamos imprescindible transformar mediante este trabajo de investigación que venimos desarrollando desde hace más de una década. Respecto a los problemas resueltos, tras lograr la publicación de dos tomos y medio, de los cuatro proyectados, con su Poesía Completa, en 2011 y 2012, y el primer volumen de la Prosa de Egea, considero —y esto es una reflexión personal— que todos los enumerados con anterioridad hemos conseguido solucionarlos salvo uno de ellos, en concreto: no hemos logrado «romper» el horizonte crítico que —pese a algunas aportaciones válidas en estos últimos tiempos— continúa hegemonizado por los límites y disquisiciones que lo constriñen y lo encajonan desde hace más de veinte años.
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                Para ilustrar este abrupta afirmación, y adentrarnos en ese escenario de coherente fracaso, indagaré, con brevedad, en una muestra —muy sintomática, ya que condensa en su concisión los puntos básicos del significante flotante que representa Egea en el campo literario granadino—, a modo de anticipo de un análisis mucho más detallado que desplegamos en el interior de un próximo libro que publicaremos a finales del presente año, en donde recopilamos diversos estudios sobre Egea que hemos redactado durante la preparación de estas Obras Completas. Pero… vayamos al grano.
                Existe, como todos ustedes saben, en eso que llamamos Internet, una enciclopedia muy conocida y también muy utilizada, que atiende al nombre de «Wikipedia». En ella el lector puede consultar una entrada con el título «Javier Egea» y, en ésta, se encontrará con el estado presente, el de 2016, del sentido común y de la «mirada» provinciana sobre la vida y la obra de Egea, que ha necesitado hasta nueve años (ya que esta nota enciclopédica se creó en diciembre de 2006 y su última revisión se ha efectuado en septiembre de 2015) para conseguir la acumulación de despropósitos que a continuación les detallo incompletos, para no cansarlos en demasía: 1) En sentido estricto las líneas ahí dedicadas propiamente a Egea no alcanzan ni el 40 % de la extensión de esa nota, ocupando el resto algo equivalente a un «publi-reportaje» que —con su presencia— desplaza a un muy segundo plano el supuesto objeto de estudio —el poeta Javier Egea—, lo configura como un personaje «troceado» en función de intereses espurios y lo sustituye por una larga sucesión de nombres a modo de «corpus sacro de los elegidos»; 2) En el interior de esas mínimas líneas dedicadas a Egea los errores son continuos y se ensartan uno tras otro: lo sitúan viajando a países que nunca visitó; la datación de sus poemarios no mantiene un único criterio y presenta errores en sus fechas (además de constituir una bibliografía muy incompleta); respecto a sus recitales, de los que ahí se informa, se inventan algunos y faltan, en cambio, otros reales e importantes; y etcétera; 3) Tampoco se libra de errores esa segunda parte —que ya he valorado como «publi-reportaje»—, valga sólo el siguiente dato: se informa que en el librito Por eso fui cazador aparecen “textos inéditos suyos”, de Egea, cuando las cuatro prosas ahí recogidas ya se habían publicado con anterioridad en revistas literarias granadinas —en vida del propio Javier Egea—; y 4) A todo esto se suman los “enlaces externos”, añadidos a esta entrada, que, en algún caso, remiten a textos que erróneamente se atribuyen al propio Egea, ya que no son de su autoría.
                El lector interesado puede consultar, en esta entrada de «Wikipedia», los cambios perpetrados (eliminaciones y añadidos) y sus responsables, a lo largo de esos años, mediante la opción VER HISTORIAL y, a continuación, en el inferior de la siguiente página electrónica que se abre, la opción DIFERENCIA ENTRE REVISIONES.
                Sin embargo, todo lo relatado en los párrafos anteriores, sólo constituiría una singular anécdota de no ser porque el oficialismo —y hablo de tal ya que remito a una página electrónica, también disponible en Internet, que se autocalifica como «oficial sobre el poeta»—, desde hace dos años, ampara y copia estos errores casi íntegramente, los rotula sorprendentemente como “BIOGRA-FÍA”, y los exiguos datos que añade no se aprovechan para eliminar alguno de esos fallos sino —al contrario— para incrementarlos aún más. 
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                Tras esta exposición introductoria, mediante la que he pretendido mostrarles unas pocas de las muchas razones por las que los responsables de esta edición estimamos necesaria y básica la publicación de estas «prosas» de Egea, me centraré, también brevemente, en el propósito que hoy nos emplaza.
                El libro que presentamos, inaugural de la PROSA de Egea, corresponde al primer volumen del tercer tomo de su Obra Completa, y aparece —como ya les he informado—, una vez está en las librerías desde hace más de dos años, al alcance de los lectores, su Poesía Completa. Con esa decisión logramos, gracias al esfuerzo de Bartleby editores, consumar —entre otros fines— uno de los últimos «deseos» del propio Javier Egea —del cual dejó testimonio por escrito en diversas ocasiones—: que su escritura estuviese acogida en una editorial de ámbito no estrictamente provincial (de Granada) por los efectos que podía conllevar para la difusión de sus versos y el posible reconocimiento público. Solución que los responsables de estas Obras siempre agradeceremos a esa editorial madrileña —por las razones tan «personales» que acabo de señalarles—.
                En cuanto al interior de este volumen —estructurado en tres apartados: introducción, textos y notas—, se inicia con unas breves páginas introductorias en las que establecemos algunos puntos nodales —a modo de guía— para situar al lector ante los diferentes ámbitos con los que se va a enfrentar; y, también, informamos de materiales conexos, a los editados, igualmente con la autoría de Javier Egea, además de completar los datos bibliográficos de este poeta, orientando hacia publicaciones que hasta este instante no han sido valoradas.
                Estas PROSAS de Javier Egea, recopiladas y ordenadas cronológicamente en el interior de los dos apartados en que están divididas (a los que se sumarán otros tres que se editan en el segundo volumen de prosas, titulados: Cuadernos y Carpetas, Entrevistas y Epistolario), ofrecen una documentación, ya imprescindible, para profundizar en el conocimiento fiable y veraz de la actividad poética de Egea (ya se trate de su escritura como de su imagen pública); de sus intervenciones en recitales en las que expone, aun fragmentariamente, la concepción teórica desde la que defendió su práctica escritural; de su situación poética en distintos momentos, con especial énfasis en los años 70; de sus intentos de alcanzar, durante los años 90, una mínima destreza para el desarrollo de relatos; de su sostenida apuesta por analizar la tópica psicoanalítica que habita en la transcripción de sus sueños; o, igualmente, permiten confirmar la procedencia de esa imagen tan persistente, en los versos de sus últimos años, en que se convierte la “sombra” que lo acompaña, desde una «oscura» lectura de la poesía de Jorge Luis Borges.
                Respecto a las NOTAS que cierran el volumen, en las que hemos efectuado una sustancial supresión de datos y análisis, pues en una de sus últimas versiones llegaron a ocupar más de doscientas páginas, solo les destacaré unas mínimas informaciones o novedades que ahí aparecen: establecemos datos correctos en torno a la situación vital y escritural de Javier Egea durante los primeros años 70, tan desconocida hasta la edición de este libro; incluimos completos los «guiones» de trabajo para sus recitales, lo que posibilitará el progreso de estudios más certeros —alejados de hipótesis en el vacío— alrededor de su interrelación con otros autores y escrituras; difundimos el “Acta del Jurado” del Premio de poesía para estudiantes, convocado por la UGR, en el que Egea obtuvo un «accésit»; desplegamos, por primera vez, una aproximación crítica a El manifiesto albertista (y, a su vez, aprovechamos para corregir, entre otros que hemos detectado, evidente error de datación en la Obra de García Lorca); publicamos las sugestivas variantes de la redacción original del artículo de JCR sobre el poema “Troppo Mare”; desentrañamos la complejidad y la temporalidad de las fases de su trabajo más extenso que le dedica a la figura de García Lorca; estudiamos los cambios en las sucesivas reescrituras de sus Sueños y Relatos, completando, de este modo, los análisis realizados con anterioridad, y en la misma lógica, para su obra poética; además informamos detalladamente de las muchas actividades en las que Egea participó, durante sus quince días de visita a Cuba, cinco meses antes de su muerte; y un muy largo etcétera.
                Por lo tanto, tras la aparición de los tres primeros volúmenes de la Obra Completa que hemos editado, y en especial este último (junto con los otros tres que están pendientes de salida) consideramos que se abren —definitivamente— las posibilidades reales de la «ruptura» crítica aludida, y de la superación de los vacíos, olvidos y de la incompletud que domina en bastantes investigaciones sobre Javier Egea propagadas hasta el presente.
                Por último, además de recordar, en este acto, los agradecimientos a Susana Oviedo —no presente con nosotros ya que está en su Argentina natal—, por depositar en el «Archivo» de José Luis Alcántara materiales imprescindibles para el estudio de la vida y la obra de Egea, y asimismo a Susana Rivera por su amable e importante colaboración, finalizaré con la palabra del propio Javier Egea leyéndoles un breve párrafo que, a nuestro juicio, exhibe las posibilidades —que no logró desarrollar— en el ámbito de la prosa y, también, la importancia que, en ésta, adquiere siempre la rememoración de sus primeros años de formación vital e intelectual:
Recuerdo una tarde,
aquí en Granada,
allá por el año 1968.

Hasta el bar Bimbela,
una taberna que reunía en su cochambre
de vagón suburbano
a universitarios de asalvajadas barbas,
poetas en rebeldía,
cantautores incipientes,
cómicos en paro,
revolucionarios de todos los matices
camuflados bajo los lamparones de sus trenkas,
ancianos de regreso al asilo
que hacían allí su penúltima escala de aguardiente,
la diminuta prole de sus dueños,
Indalecio y María Luisa,
el siniestro barbero de un hospital cercano
—con su bata manchada de sangre y vino—,
algún miembro inequívoco de la policía secreta,
tres mecánicos de un taller frontero
(uno de ellos enano),
dos gatos y una perrita recelosa,

nos llegaban noticias del Mayo de París.

                Muchas gracias.


GRANADA, 28 DE ENERO DE 2015
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