La cuadratura del círculo (foto J.L. Alcántara)
sábado, 29 de junio de 2013
lunes, 24 de junio de 2013
lunes, 17 de junio de 2013
Javier Egea y un 14 de abril
Palabras de presentación de POESÍA COMPLETA (Volumen I) de Javier EGEA (Bartleby Editores) con Prólogo de Manuel RICO y en edición de José Luis ALCÁNTARA y Juan Antonio HERNÁNDEZ GARCÍA
Librería NUEVA GALA Granada 14 de abril de 2011
PALABRAS PRESENTACIÓN
GRANADA Javier Egea Poesía/1
José
Luis Alcántara 14
abril 2011
Contra ti, ciudad mía,
disparo yo mis flechas
al centro vulnerable de tu
nombre:
al hueco de la envidia,
a la miseria.
Javier Egea, CONTRA TI, A boca de parir
En ti,
viajero sorprendido,
convoco a las sirenas sin
reposo,
abro tus calles,
almaceno la poca luz.
Difíciles los tiempos.
Pero yo.
Javier Egea, PERO YO [ Inédito ]
Nos convoca hoy, esta
tarde, la celebración de la poesía de Javier Egea. Celebración que valoro en la
doble acepción del término: por una parte, alabanza
de su poesía y, por otra, alegría
ante el comienzo de la publicación de su Obra Completa por Bartleby editores
que, con un total de cuatro entregas, pondrá a disposición de los lectores el
conjunto de esta Obra. Por lo tanto
hoy, en este acto, les estamos informando de la aparición del primero de éstos,
en el que se han reunido sus seis libros poéticos publicados en vida y el
séptimo (Sonetos del diente de oro)
editado póstumamente, en el año 2006.
Celebrar, sí, pero sin
olvidar que la memoria conserva, nítidas, las huellas afectivas, tanto las
alegres como las tristes y dolorosas. De estas huellas, como digo,
tratarán las palabras que esta tarde les diré, pues de todo ha habido en el transcurso
de los casi doce años que han ido pasando, uno tras otro, desde el
fallecimiento de Javier y el destino, con sus azares y decisiones, ha deparado
el que en mi persona, hoy, se reúnan tres razones desde las que puedo, y debo,
dirigirme a ustedes.
La primera, la de la amistad,
la descarto aún abusando del tópico de que me gustaría estar sentado entre el
público o en mi casa, y no en esta mesa de presentación, pues desearía que fuese
el propio Javier el que les hablara en esta ocasión a ustedes, circunstancia
que resultaría, seguro, bastante más interesante. (En todo caso, y en mi casa, indudablemente
recibiría una llamada que, desde el kilómetro cero hasta el kilómetro mil,
diría: “Pío: ovación y vuelta al ruedo”).
Sin embargo, desde esta primera razón, me permitiré decirles que, aunque he
seguido la trayectoria poética de Javier desde sus inicios hasta su
desaparición, y a pesar del profundo conocimiento de su poesía, me interesó y
aprecié más al amigo, a lo largo de tantos años, desde aquel quinceañero hasta
su muerte, que al poeta, condición esta que le vino añadida.
La segunda circunstancia,
es la de corresponsable, junto a Juan Antonio Hernández, de la
preparación de la edición que hoy presentamos y, a este respecto, sólo me detendré
en los siguientes puntos: mi labor de “guardián de los papeles” de Javier (como
algunos así me han calificado), del trabajo de transcriptor de los mismos y,
por último, por la información y ayuda que, desde mi conocimiento y a través de
una larguísima conversación (otra) de años, le he podido suministrar a Juan
Antonio para la realización de su extraordinario trabajo de estudio, ordenación
y fijación de los textos, junto a las numerosas notas que contiene esta obra.
Trabajo conjunto que ha redundado, al fin, en el beneficio mutuo de una fuerte
amistad. Por todo ello renunciaré a adentrarme en las cuestiones literarias que
suscita esta presentación, asunto que será tratado por mis compañeros de mesa.
No obstante, brevemente, me referiré a las palabras que Manuel Rico, en su blog
AL MARGEN en la entrada del día 27 de agosto de 2010, dejó escritas: “Javier Egea vuelve en otoño de la mano, el
impulso y el aliento de Bartleby Editores”, con las que estoy totalmente de
acuerdo y a las que me sumo; pero, a continuación, añade: “gracias al esfuerzo y la tenacidad de Helena Capetillo, Juan Antonio
Hdez., José Luis Alcántara y otros amigos cercanos.” Y, ante esta segunda
afirmación, me atrevo a matizarle, a Manuel, este reconocimiento y considerar
que, sin ningún tipo de menosprecio hacia sus palabras (que agradecemos por el afecto
que conllevan), estos atributos son colaterales y sólo posibles por la fuerza,
riqueza y potencialidad poética de Javier Egea que, con su existencia y por su
actualidad, ha impedido que se produzca —hasta resultar imposible— lo que Javier atisbaba en el
horizonte: sentirse envuelto “en sombras”.
La tercera razón, y
última, por la que me encuentro sentado en este lado de la mesa, es la de representante
de la heredera de Francisco Javier Egea Martínez, Dª Helena Capetillo, por
designación de la misma. Y en base a esta razón, para el acto de hoy, en
Granada, a continuación me extenderé breve y concisamente en la exposición y
análisis de una somera selección de hechos y declaraciones que se han producido
en los últimos años —sin olvidar, como
les dije al comienzo de estas palabras, que hoy es un día fundamentalmente de
celebración y alegría— pues, si en anteriores ocasiones mis palabras se han
centrado en aspectos vitales y amistosos con Javier o en una breve aproximación
a su poética, pienso que existe la necesidad de rellenar un vacío, el de la voz
pública de Helena y mía, que se ajuste a la realidad y a la justicia poética.
Con
fecha de 21 de julio de 2003 el que les habla, en representación de la heredera
de Javier Egea dirigí, con ruego de publicación, una “carta al director” del
periódico granadino Ideal, en ella
daba a conocer públicamente mi condición de representante de la misma y exponía
los criterios a seguir, por la propietaria legal de los derechos de publicación
de la obra de Francisco Javier Egea Martínez, basados en el ineludible respeto a
la memoria y la obra del poeta. Por ello creo necesario hacer un breve
recorrido por algunos acontecimientos que rodearon el nombre del poeta entre el
suicidio de Javier en Granada, que ocurrió el día 29 de julio de 1999, jueves,
y la fecha de divulgación de esta, en el año 2003.
En
testamento ológrafo redactado y fechado el día anterior a la muerte de Javier, es
decir: 28 de julio de 1999, éste nombró heredera universal de todos sus bienes a María Helena Capetillo Ponce, si
bien hasta muy avanzado el año 2004, durante cinco años, este legado permaneció
en una especie de limbo legal, pues la
familia de Egea interpuso una serie de recursos judiciales que por el
correspondiente juzgado fueron desestimados uno tras otro, momento en el que se
produce el fallo definitivo a favor de la señora Capetillo.
Frente
a la década de los años noventa, tras la publicación de Raro de luna y hasta la muerte de Javier, en la que podemos
observar, con bastante claridad, que su obra poética se publica y difunde de
modo mínimo y que, incluso, no llegaría a ver cumplido su propósito de publicar
una antología, con el título de Soledades
(1970-1990); en el período que
comprende desde finales de 1999 hasta comienzos del año 2005 (años, les
recuerdo, en los que se desarrolló el litigio
sobre su legado) y, sin duda, en relación directa con la luctuosa noticia de su
desaparición, se suceden algunos homenajes: el de la Universidad de Granada, en
el año 2000, con una variada participación de las tendencias poéticas de la
ciudad y diversas conferencias y recitales; en las fiestas del barrio granadino
del Zaidín; en Fiestas del PCA; en El Albayzín; etc. También, por otra parte,
se realizaron con desigual fortuna algunas ediciones de sus libros —Troppo mare, Paseo de los tristes, Argentina
78, El Manifiesto albertista—;
antologías de su poesía —Versos
(antología publicada por la Universidad de Lleida) y Contra la soledad— y un paradójico libro sobre el poeta y su obra —Por eso fui cazador—; a lo que sumaría
la inclusión de poemas, alguno inédito, en antologías colectivas o revistas
poéticas; aunque, por extraño que parezca, ambos, Helena y yo, sólo tuvimos
conocimiento, de bastantes de estas publicaciones, a través de la prensa y no
de modo directo por los editores responsables.
A
esta labor editorial puedo añadir que, para otros espacios de divulgación, se
autorizaron y apoyaron las adaptaciones musicales de algunos poemas de Javier:
“Siempre suenan las doce”, a Andoni
Elías y, después de 2005, “¿Quién entra
en la casa?” y “Tiré los dados”,
a Ricardo Castro, del grupo sevillano Contradanza, o a Pedro Soriano, con el
soneto “¿Qué pasa en esta calle?”.
También, por parte de Susana Oviedo, Andoni Elías y Arantxa Hernáez se estrenó
en el Festival de Teatro de Almagro, en el año 2005, el espectáculo “Noche canalla”, montaje en el que
participé seleccionando los poemas de Egea, con inclusión del algún inédito, y
de los poetas que lo acompañan en su desarrollo. Hasta donde sé este
espectáculo poético-musical no ha tenido la suerte de volver a representarse de
nuevo. O la satisfacción, ya en el año
2010, de contemplar dos poemas de Javier formando parte de la obra teatral “La mujer del sexo tatuado” de Mario
Zorrilla.
Por
otra parte, como anécdota curiosa, les informo del numeroso cruce de correos
que mantuve para que se eliminara el nombre de Egea de unas coplas firmadas al alimón por Benjamín
Prado y Javier Egea, pues la autoría de las mismas sólo podía ser atribuible a
Prado, al margen de la falta de calidad de las mismas, por razones obvias de
temporalidad y ocasión —la guerra de Irak—, y que fueron publicadas
originalmente en el diario El Mundo, en
contra de la segunda guerra de Irak, en el año 2004 y, con posterioridad,
reproducidas en una antología poética también contra esta guerra, en varios
blogs y en algunas revistas virtuales.
También,
y ya desde mi posición de representante de la heredera, me relacioné con un club de fans de Javier Egea creado en el
año 2002, y al que, con anterioridad, desde mi condición de particular e ignorando las enseñanzas de
Groucho Marx, me había asociado en el año 2003 y con los que colaboré en la
creación de un archivo para el club con la donación de documentos de mi archivo
personal, fotocopias de publicaciones de Egea y algún material fotográfico y de
audio, hasta el punto de que una selección de estos materiales se incorporó al contenido
de un modesto álbum publicado por este club, de título Un día feliz y en cuya nómina de colaboradores se echan en falta
muchos de los poetas de otras tendencias —ajenas a La otra sentimentalidad o a
la Poesía de la experiencia—, e incluso “poetas” muy queridos e importantes
para Javier Egea.
Pero
en 2005, ya en funciones de representación de Helena, decidí causar baja en el
club para mantener mi independencia de criterio en los asuntos concernientes a
la responsabilidad asignada. Desde entonces mi relación con el club del poeta
muerto ha sido inexistente, si bien, durante estos últimos años, algunos
miembros de este club no han cejado en mantener declaraciones infamantes, tanto
en prensa, televisión local y blogs creados al efecto, contra mi persona y la
heredera, hasta el punto de que se han encasquillado en una posición paradójica
caracterizada por el espeso manto de silencio que producen ante cualquier
publicación de Javier Egea y la hostilidad, casi enfermiza, como ya les decía, contra Helena y José Luis Alcántara.
Durante
el año 2003 contacté con un editor de Lumen para la publicación de “Soledades Antología (1970-1990)” de
Javier Egea. Éste, tras leerla, me traslada su entusiasmo por esta selección
poética y le ofrezco la posibilidad de escribir el prólogo, proposición que
acepta. Ya, en enero de 2004, Riccardo Cavallero —hasta hace dos años consejero
delegado de Random House-Mondadori, grupo editorial al que pertenece Lumen, y
que junto a este editor adquirió cierta vinculación con Granada y sus
instituciones a través del premio Caja
Granada de narrativa—, firmó
contrato para la edición de esta antología en un plazo de 18 meses, plazo que
finalizó a finales del año 2005.
En
cuanto al legado de Javier, Helena, a
comienzos del año 2000, tan solo unos meses tras el fallecimiento de éste, había
trasladado a su domicilio particular todos los cuadernos y carpetas de Javier
(es decir: su archivo) así como otros objetos (premios, recuerdos y muy
determinados cuadros y libros) para su custodia, y queda a la espera de la
definitiva sentencia a los recursos judiciales interpuestos por la familia de
Javier. Tras desestimarse todos estos recursos, como ya les dije, y emitido el
fallo definitivo a favor de ésta, en el mes de agosto de 2005 se llevó a cabo
el traslado del resto de la biblioteca de Egea, que permanecía en su vivienda,
a la residencia de la heredera. Esta parte de la biblioteca se encontraba perfectamente
ordenada pues, poco antes de fallecer Javier, se habían realizado importantes
reformas en el piso de su propiedad. La mudanza,
que se realizó tras la resolución judicial definitiva, como ya les he señalado,
se efectuó con el objetivo de proceder a un inventario detallado de la misma
antes de su traslado al Puerto de Santa María, a la Fundación Rafael Alberti, en
donde se había decidido depositar, de modo temporal, la práctica totalidad de
esta biblioteca, respetando la memoria de Alberti contenida en los diarios de
Javier. En cambio, las carpetas, cuadernos y papeles personales del poeta, que
forman su archivo, me habían sido confiados por Helena, de forma personal, y
con varios años de anterioridad, para su custodia, trascripción, estudio y
organización con vistas a futuras publicaciones.
Estos
hechos y decisiones —la del depósito de la biblioteca y la posibilidad de que así
se hiciera igualmente con el legado—, junto con la previa mudanza —como ya les
he señalado— de parte de la biblioteca de Javier Egea desde su domicilio al de Helena,
en la que se produjo la supuesta
sustracción de alrededor de 120 libros, dieron lugar a sendas campañas
mediáticas en la prensa local y regional, recurriendo a un artificial e
interesado incremento de las especulaciones, a la tergiversación de lo sucedido
e, incluso, a la manipulación y falseamiento de las memorias de Rafael Alberti.
A través de estas campañas se intentó desprestigiar y difamar a la heredera de
Javier Egea y en ellas se nos impidió la palabra, de modo reiterado, tanto a
ésta como a mí, hasta el punto que la señora Elena Capetillo llegó a ser
acusada de la interposición de una falsa
denuncia, y a mi, en la parte que me tocaba, en tanto inductor del delito. Situación
ésta que, por cierto, fue resuelta judicialmente a favor de ésta.
Respecto
a estos hechos, y otros posteriores, junto a las declaraciones que los
acompañaron y su repercusión pública, me permitirán que en este acto no me
extienda sobre ellos ya que, próximamente, esperamos publicar un detallado libro
con un completo análisis de todo lo ocurrido y publicado en estos últimos años.
En
paralelo a estos acontecimientos, situados a finales del año 2005, la editorial
que había firmado contrato para la publicación de la antología “Soledades” entró
en una sorprendente dinámica de retrasos que ha desembocado, hasta el momento,
en una burbuja de silencio inaccesible y el incumplimiento de lo estipulado en sus
cláusulas.
Esta
compleja situación no nos desalienta, pues nuestra intención es mantener vivo a Javier Egea, y decidimos buscar
editor para los “Sonetos del diente de
oro”, libro depositado en una carpeta junto a la antología “Soledades” y que formaba parte de sus últimos
proyectos editoriales. Teníamos suficientemente claro que la asombrosa paralización
de “Soledades” no debía impedir la continuación del programa establecido, por Helena
y mi persona, para la publicación de la
obra que Javier Egea había dejado preparada para su edición: la antología Soledades y los Sonetos del diente de oro.
Finalizando
el año 2005 establecemos contacto con la Asociación ICILE, que edita de modo
artesanal sin ánimo de lucro, y encontramos un espacio apropiado para la
publicación de los Sonetos del diente de
oro. La cuidada edición, en facsímil, recoge el cuaderno de trabajo con la
arquitectura poética de la escritura de los sonetos y la encabezan unas palabras previas del profesor de la UGR José
Antonio Fortes. En el año 2006, por esta misma Asociación, con diseño y
maquetación también de Juan Antonio Hernández, se reeditará Raro de luna, incorporando el cuaderno
de trabajo de la última estancia. En este caso, del prólogo y las palabras
previas —imprescindibles ambos— se encargaron Fidel Villar Ribot y, de
nuevo, el profesor Fortes. A día de hoy constato que ambos libros forman parte
de la no-crítica pues han sido escasamente reseñados; se ha efectuado una
lectura quizá detenida pero no argumentada de las palabras previas de este profesor y, por añadidura, se ha producido
un tremendo menosprecio a la riqueza intrínseca de estos libros: la poesía de
Javier Egea autógrafa y en movimiento. A ambos, Villar Ribot y Fortes, les
agradezco su trabajo y valentía.
En
todo caso, en Helena permanece la convicción clara de no detener el trabajo e
ir preparando la Obra Completa de
Javier, por lo que desde comienzos del año 2007 Juan Antonio Hernández y un
servidor nos empleamos en ello mediante el estudio pormenorizado de las
publicaciones de Javier, del archivo de éste y del mío propio. A mediados del
año 2009, por fin, está finalizado el proyecto “Obra en construcción” y pretendemos
presentarlo formando parte de unas Jornadas
que va a dedicarle, a Javier Egea, la Cátedra Federico García Lorca de la UGR,
organizadas por su director, con motivo del décimo aniversario de su muerte. Se
proyecta que a las mismas acudan gran parte de los ponentes que asistieron a
las realizadas en esa misma Universidad en el año 2000, al año de la muerte de
Egea, e incorporar a amigos y gente joven y nueva. Sin embargo estas Jornadas fueron suspendidas —algo inaudito en la reciente historia de la
universidad granadina— sin ningún tipo de explicación y desautorizado su
promotor, el poeta Antonio Carvajal, a quién manifiesto, de nuevo, mi admiración
y gratitud. El proyecto de estas Jornadas
fue recibido con muchísima virulencia desde numerosas columnas de opinión en
los diarios locales que derivó en un cierto alboroto
contra el profesor Carvajal y, también, contra el profesor Fortes, que fue añadido
colateralmente y demonizada su supuesta intervención en los actos, originando
de nuevo manifestaciones y juicios de todo tipo tales como adjudicar a éste, de
modo erróneo e interesado, la autoría del proyecto —“un libro de Fortes”—; el
desprecio hacia esta investigación, sin conocerla, calificándola como unos
simples “cartones”, etc. Pero lo más desolador de este asunto fue
que, con la suspensión de las Jornadas, no sólo se cerró la boca a la palabra
de Javier Egea, sino a todos los que estaban comprometidos en la realización de
las mismas que, en diversas mesas redondas, conferencias y ponencias resituarían y ampliarían el conocimiento
de la vida y obra de Javier Egea.
Con
posterioridad a esta “suspensión”, o prohibición —tanto da—, y con el auspicio
del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, logramos presentar, en
el siguiente mes, junio de 2009, la maqueta del proyecto “Obra en construcción”,
origen del libro que hoy presentamos. Acto que llevó a ocupar nuevamente y
durante unos días alguna página de los diarios locales de crónicas provocativas describiendo un evento al
que no se asistió y sólo se publicó una que relatara acertadamente, lo que allí
se dijo y vio, en el periódico Granada
Hoy del día 19 de junio; pero de modo sorprendente, en noticia publicada el
2 de agosto, con redacción del mismo periodista y en el mismo diario, se le da
espacio a dos poetas que no dudan, en referencia a estos hechos, en expresar su
satisfacción por la “suspensión” de las jornadas y la sacralización de unos
“amigos” con un juego de exclusiones respecto a “otros amigos”. En esta noticia
se llegará a afirmar: “En octubre, ellos
dedicarán sus jornadas a Egea, donde estarán quienes tienen que estar”.
Entre estos últimos se encuentra un afamado pintor granadino que de forma vergonzante
establece falsos e imaginarios “campeonatos
de amigos de Javier Egea” y llega a atreverse a certificar que: “el último disparate de Javier Egea fue su
testamento”.
Por
último, y ya en el año 2010, con el apoyo de la Academia de las Buenas Letras
de Granada y de su director Antonio Sánchez Trigueros, que redactó un
espléndido prólogo, la editorial sevillana Point de lunettes publicó la, por
ahora, última edición, la sexta, de Paseo
de los tristes en un cuidado y bonito libro dentro de su colección
“esquenocomo”. La presentación en Granada, como seguramente sabrán, se llevó a
cabo precisamente el 19 de mayo, coincidiendo con el título de uno de los
espléndidos poemas de Javier, en la sede de la Asociación de la Prensa. En este
acto efectué públicamente una pregunta a Luis García, de la que aún, le
recuerdo de nuevo, estoy a la espera de su respuesta.
Y
por último resulta ineludible, ante todo lo sucedido, precisar, una vez más y con
carácter concluyente: que la señora Helena Capetillo es la única que tiene capacidad
legal de elección, como es lógico, de quién publica o no publica a Javier Egea,
pues los derechos de edición e imagen le pertenecen y es a quien, en todo caso,
deberían dirigirse tanto instituciones como particulares para cuestiones de
permisos legales y burocráticos referidos a nombre, imagen y obra del poeta;
algo que, para su información, no siempre se está respetando. De igual modo que,
y sin contradicción alguna, Javier Egea —poeta— no pertenece a nadie sino a sus
lectores; y que para estudiar y escribir “sobre” Javier Egea no es necesario
disponer de sus papeles pues, como
ejemplos singulares, pueden consultar las investigaciones de Jairo García Jaramillo
y Manuel Urrutia Zarzo, ambos autores jóvenes y rigurosos en sus aproximaciones
a la obra del poeta.
Muchas gracias.
Jose Luis Alcántara
domingo, 16 de junio de 2013
licencia poética "gordilla"
¿A dónde vamos, Juan Manuel, a dónde vamos?
Ya este campo debiera ser el nuestro:
es de todos aquellos que luchamos
por su luz.
Kaskete.
miércoles, 12 de junio de 2013
1968
Javier EGEA (1971) Fotografía Pío Alcántara
Sólo dieciséis años he vivido
y ya presiento el barro en mi cabeza
y siento a flor de labio la tristeza:
andar por el camino envejecido.
De vez en cuando un surco removido
donde sentir la tierra y su dureza
para después seguir con la entereza
del que a señor ni a jueces ha servido.
Yo no quiero sotanas en mis ojos
ni libros de derecho en mi camino
ni nobles potentados en mi frente.
Yo no quiero sentir otros despojos
de los que como yo tenemos sino
de andar y andar y andar eternamente.
Javier EGEA / POESÍA COMPLETA (Volumen II) / Obra dispersa e inédita / Bartleby ed. Edición de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García / Madrid 2012 Pág.123
domingo, 9 de junio de 2013
3 / Wall Street / 6
— ¿Adonde vas, Federico?
— A Wall Street. Impresionante por frío y por cruel. Llega
el oro en ríos de todas las partes de la tierra, y la muerte llega
con él. En ninguna parte del mundo se siente como allí la ausen-
cia total del espíritu ; manadas de hombres que no pueden pasar
del tres, y manadas de hombres que no pueden pasar del seis ;
desprecio de la ciencia pura y valor demoníaco del presente.
Espectáculo de suicidas, de gentes histéricas y grupos desmaya-
dos. Epectáculo terrible, pero sin grandeza.
FGL
DONOVAN no duerme
viernes, 7 de junio de 2013
La CAZA
A la caza de homosexuales e izquierdistas
La muerte del joven Meric destapa el neofascismo francés
La ocupación de las calles de París por la ultraderecha usando como pretexto la ley de uniones homosexuales desemboca en la muerte de un joven de izquierdas brutalmente agredido. Un estudio constata la creciente derechización de las opiniones públicas europeas en materia social. |
La brutal agresión neofascista que provocó la muerte al joven de izquierda Clément Meric, un estudiante de 19 años, es la última de una serie de ataques perpetrados por unos movimientos que han encontrado un caldo de cultivo ideal en una Francia hundida en una crisis económica feroz y tensionada por la oposición visceral de los sectores retrógrados al derecho a la unión entre parejas del mismo sexo.
El suceso tuvo lugar el miércoles por la tarde en el céntrico barrio parisino de la estación de Saint Lazare, donde se había organizado un mercadillo de ropa. Un grupo de jóvenes con estética skinhead llegó y comenzó a provocar a un grupo en el que se encontraba el joven estudiante de Ciencias Políticas. Uno de ellos le propinó al menos un fuerte golpe con un puño americano y la víctima cayó al suelo tras golpearse la cabeza con un poste. Ingresada en el hospital con diagnóstico de muerte cerebral, falleció ayer.El ministro francés de Interior, Manuel Valls, anunció la detención de cuatro jóvenes, entre ellos «el autor probable» de la agresión, y el Partido de Izquierda pidió abiertamente la disolución de los grupos de extrema derecha, que están multiplicando los ataques en las últimas semanas tanto en la capital como en otras ciudades del Estado francés.
Todo el arco político francés denunció los hechos, incluso el presidente, François Hollande, de visita en Tokio. Hasta la líder del ultraderechista Front National, Marine Le Pen, se apresuró a desmarcarse del «terrible e injustificable» ataque.
Lo cierto es que, como recuerda la izquierda, la agresión contra el joven Meric ha salido a la luz pública por lo dramático de sus consecuencias, pero se enmarca en una creciente oleada de ataques que ha tenido como objetivo preferente, que no único, a los homosexuales. Al calor de las multitudinarias manifestaciones contra la ley Taubira (bautizada con el nombre de la ministra de Justicia y principal proponente), y que pillaron a contrapié tanto a la derecha clásica de la UMP como al Front National, han reaparecido con fuerza grupúsculos de extrema derecha decididos a pasar a la acción.
La virulencia y el éxito en participación (cientos de miles de personas en cada convocatoria) de la oposición a esta ley igualitaria ha sorprendido tanto dentro como fuera del Estado francés. No obstante, un repaso a la historia francesa que repare en el peso de las fuerzas reaccionarias sirve para situar la cuestión. Como recuerda Bernard Schmid en Viento Sur (artículo rescatado por Rebelión), se trata de «sectores que van más allá de su tradicional actitud de defensa del orden social existente de forma pasiva». El autor añade que «la memoria de la ruptura revolucionaria de los años 1789-1793, y la forma como el orden burgués se impuso al ancienne régime (entre otros instrumentos, con la guillotina) han hecho que este campo esté dispuesto a movilizarse contra los cambios que considera catastróficos o que le conducen al abismo».
Y no hay duda de que la ley de igualdad de las personas del mismo sexo en el ámbito del reconocimiento legal de su unión es, a ojos de este sector, uno de ellos. Un sector que tiene continuidad histórica tanto en la Francia colaboracionista del régimen de Vichy como en el indudable peso político del Front National, extrema derecha homologada, como en amplios sectores del electorado de la UMP (sarkozysmo).
El cuestionamiento por parte de los opositores a la ley Taubira, ante la que oponen la primacía de una supuesta «ley natural» (lo que les permite proseguir con sus protestas pese a su aprobación) ha resucitado viejos fantasmas.
El suicidio en la catedral de Notre Dame de uno de los teóricos de la extrema derecha francesa, acompañado de un testamento-llamamiento para ir más allá de la protesta contra los homosexuales, debía haber encendido, más allá del simbolismo e individualismo de la acción, bastantes alarmas.
Dominique Venner, ensayista y prolífico autor de obras que defienden el supremacismo europeo, se disparó en la sien con una pistola el 21 de mayo, cinco días antes de la manifestación, nuevamente multitudinaria, contra la ley de igualdad de los homosexuales. En su mensaje, hacía un llamamiento a proseguir con la lucha pero alertaba de un «peligro» mucho mayor: el de que «Francia caiga en manos de los islamistas».
Venner, militante de la organización paramilitar de las OAS (grupos de choque en la Guerra de Argelia), era uno de los principales teóricos e impulsores del autodenominado «nacionalismo revolucionario francés». Lo que nos devuelve directamente a la muerte del joven Meric, que la Policía imputa al grupo «Juventud Nacionalista Revolucionaria».
Este movimiento, fundado en 1987, está formado actualmente por bandas «neonazis» con estética skinhead y supone una amalgama que combina una visión en la que priman los estados nación con elementos socializantes (aunque ferozmente anticomunistas).
Salvando las distancias geográficas y políticas, este grupo se reclama émulo del Movimiento Nacional Bolchevique, liderado por el ruso Eduard Limonov, una suerte de mezcolanza entre paneslavismo y estalinismo que tiene su correspondencia en el ámbito estético (hoz y martillo en lugar de la esvástica sobre un fondo igualmente negro).
Si Limonov luchó junto a las milicias serbias en el cerco de Sarajevo (Bosnia), la Juventud Nacionalista Revolucionaria francesa no tiene empacho alguno en reivindicar modelos como el baazismo (iraquí y sirio) e incluso en alabar a figuras como el desaparecido Hugo Chávez y al presidente iraní, Mahmud Ahmedineyad. Asegura compartir con estos últimos su antiimperialismo (frente a EEUU).
En el ámbito nacional (siempre francés, por supuesto), rechaza el liberalismo económico y aboga por un modelo económico corporativo y orgánico en la línea de lo que fueron movimientos como el fascismo italiano en sus inicios o el falangismo español.
Y es que muchas veces se pasa por alto el componente (o la excusa) socialistoide de este tipo de movimientos a lo largo de la historia, incluido el nacional-socialismo hitleriano.
Estas últimas reflexiones quedarían en unos insuficientes apuntes históricos si no fuera porque la situación que vive el Estado francés, y en general buena parte del continente europeo, no revistiera circunstancias de urgencia como las que dieron pie a la emergencia de aquellos movimientos fascistas.
Ayer mismo se conoció que la tasa de paro en el Hexágono acendió en el primer trimestre del año al 10,4%, el nivel más alto desde 1998. Y la situación tiene todos los visos de empeorar.
Ante ello, la izquierda y los sindicatos han cedido todo el protagonismo y el escenario a la reacción, como ha quedado patente con las protestas anti-gays.
Muchos lo fiaron todo a la llegada al Elíseo del «socialreformista» Hollande, quien en un año de legislatura ha generado una insatisfacción general que ha llegado a cifras igualmente récord.
Hora es de que la izquierda se ponga las pilas para arrebatar la calle a sus actuales ocupantes y evitar que sus «grupos de choque» sigan sembrando de pánico, y muerte, las calles de París, Toulouse, Marsella...
Fuente: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130607/406818/es/La-muerte-joven-Meric-destapa-neofascismo-frances
Rebelion. La muerte del joven Meric destapa el neofascismo francés
jueves, 6 de junio de 2013
miércoles, 5 de junio de 2013
lunes, 3 de junio de 2013
Detective Story
Samuel DASHIELL HAMMETT
Dashiell Hammett en Wall Street
eldiario.es
La lectura de Hammett, a la luz del estado de corrupción permanente, es más que un reconocimiento literario: es una manera directa, seca y salvaje, hard-boiled, de entender lo qué está ocurriendo. |
“Me han contado que tanto el alcalde como el gobernador son de su propiedad: así que harán lo que usted les diga.”
Dashiell Hammett, Cosecha roja (1929)
El 10 de enero de 1961 moría, Hospital Lennox Hill, Nueva York, Samuel Dashiell Hammett, el escritor que, como dijo Raymond Chandler “restituyó el crimen a su lugar natural: la calle”. El expediente del FBI, veinticinco años bajo vigilancia, sospechoso de actividades antiamericanas según la Comisión McCarthy, es decir, comunista, tenía 278 páginas. Uno de los guionistas mejor pagados de Hollywood al final de los años 30, el creador de personajes como Sam Spade y Nick y Nora Charles, acabó endeudado, perseguido por la justicia y el alcohol, devorado por un cáncer de pulmón. La lectura de Hammett, a la luz del estado de corrupción permanente, es más que un reconocimiento literario: es una manera directa, seca y salvaje, hard-boiled, de entender qué está ocurriendo -mientras una banda de gangsters dispara sobre la nuca del Estado de bienestar- detrás de las cortinas, en el aterciopelado reservado de un restaurante, allí donde gestos y palabras se convierten en testaferros, paraísos fiscales, recalificaciones, ingeniería financiera, sobornos: política y economía.
Alejado de la novela policíaca (o de crímenes) convencional, ajeno a los salones de caoba, las copas de jerez y el primoroso arte de la deducción, la obra de Hammett, arqueólogo del incierto presente, patea la calle, se sumerge y bucea en ella, rastrea bares sin luz, callejones, hasta comprender lo oculto, aquello que no se debe saber, aquello de lo que no se puede hablar. Su silencio ético le llevará a la cárcel, seis meses, en 1951, al negarse a colaborar con unos interrogatorios abusivos, carentes de legitimidad. Figurar en “la lista negra” era una moderna y definitiva condena al ostracismo. Ser acusado, en el país de la libertad, de algo parecido a “desafección al régimen”, suponía exclusión social, laboral. Hammett ya no escribía.
Su última obra larga, El hombre delgado (1934), más allá de clasificaciones académicas y géneros narrativos, desvela lo arbitrario de la autoridad al tiempo que rompe, para siempre, los cristales del orden social. Todo tenemos -frente a la irrefrenable destrucción de lo social- algo de huidizos agentes de La Continental. Del mismo modo que el propio autor conservó siempre, sombrero, gomina, bigote y tabaco sin filtro, ese aire entre cínico y descreído de detective, en Baltimore, de la Agencia Pinkerton.
Resulta paradójico que Hammett, escritor cercano a la mirada realista de Faulkner, Steinbeck o Hemingway, miembro del Partido Comunista de EEUU y del Congreso de Derechos Civiles de Nueva York, antifascista en la década de los treinta, activista político desde que abandonó la escritura (quizá pensó que no podía decir más), fuera voluntario -no existe contradicción- en las dos guerras mundiales del siglo XX. Violentamente moral, ajeno a la idea del interés y el beneficio, su Sam Spade, interpretado por Humprhey Bogart en El halcón maltés (John Huston, 1941), contiene -por ejemplo- todos los matices psicológicos del que se sabe condenado, de antemano, por diferente.
En sus novelas y relatos, los diálogos rasgan el aire y la tensión narrativa golpea al lector; el ritmo, entre el sincopado ragtime y el lacónico jazz de Chicago, hace casi imposible respirar y las metáforas, afiladas garras, desvelan una acidez que brota de un estómago inundado de ginebra. Radical en su prosa, Hammett huye de la justicia poética que acompaña la derrota, pese al halo de prestigio, incomprensible, que conlleva. Veterano combatiente, su cuerpo reposa en el Cementerio Nacional de Arlington (Virginia), un cementerio militar pegado al Pentágono y escoltado por el río Potomac, junto al Memorial de Iwo Jima, la Tumba al soldado desconocido y los hermanos Kennedy. El destino parece una petaca de whisky olvidada en una gabardina: inútil.
Frente a la inicial tradición detectivesca (Poe, Conan Doyle, Chesterton, entre otros), trufada de elegancia discursiva, enigmas y agradable lectura, Hammett observará la realidad y los conflictos humanos desde otro sitio. Su punto de vista será ético, político, una mirada desgarrada y alternativa, descriptiva del desorden, que debería ser leída hoy como necesario contrapunto al erotismo light que nos invade, al culto a la extrema sensibilidad del “ego mutante” y a la banalidad que preside nuestra existencia. Los personajes serán esbozados con pinceladas descriptivas y diálogos que callan más de lo que expresan. Las escenas, encadenadas, se resolverán en dos frases o en una conversación entrecortada por un disparo.
Todo en Hammett está teñido de incredulidad e ironía. Tanto en las tramas y argumentos como en la resolución (o no resolución) de los hechos, Hammett muestra con claridad -Robespierre y Marx al fondo- que las condiciones materiales determinan el lugar desde el que se mira, cómo se piensa y qué se dice: el lugar de la libertad. La podredumbre moral de la sociedad (y sus consecuencias) será el tema de su (nuestro) tiempo. Hammett describirá, brochazos de verdad, la miseria que se pretende ocultar: el espacio del capitalismo.
Es fácil acceder a sus libros. Existen varias ediciones, muchas, con excelentes traducciones. He transportado dos volúmenes por varios países. Manejo, en este momento, la edición de Debate, Novelas y Relatos, Madrid, 1994, con notas introductorias de C. Bértolo, al que he usurpado, al límite del plagio, algunas de las ideas aquí expuestas. El halcón maltés, La llave de cristal, La maldición de los Dain o sus cuentos recogidos en Un hombre llamado Spade, Muerte y Cía o Ciudad de pesadilla, por citar solo algunos textos, arrojan un esperpéntico destello de neón sobre el sentido de las relaciones sociales y el submundo que acompaña las diferentes formas de explotación. Pese a que algunas palabras hayan perdido su sentido originario, pese a que el paso del tiempo haya alterado el contenido de los diccionarios hasta hacerlos irreconocibles, quede fijada aquí la siguiente afirmación: Hammett es un escritor materialista. Materialista y dialéctico. Un autor imprescindible para comprender el presente.
Comprometido (otro término desacreditado por el neoliberalismo) con la realidad y el tiempo que le tocó vivir, afín a los republicanos españoles durante la Guerra de España, Hammett, sentado ante la llamada Comisión McCarthy, preguntado sobre las actividades del Congreso de Derechos Civiles, sostuvo una posición parecida a la denominada “estrategia de ruptura”, teorizada años después, en la Argelia colonial, por el abogado Jacques Vergès. Como dijo ante las humillantes e ilegítimas preguntas, responder “suponía reconocer en primera instancia que el Estado tenía derecho a formular semejantes preguntas”. Esta responsabilidad moral, la determinación de su razón cívica, le costó, ya se ha dicho, la cárcel.
Considerada género menor, despreciada -durante muchos años- por la crítica, la novela negra, una variante ágil y directa del realismo social, se alza hoy, igual que lo hizo en los años 30, como la mejor manera, quizá la menos afectada, de contar los dobleces de la realidad. Políticos corruptos, el mercado -grandes corporaciones transnacionales- que determina, con decisiones tomadas en secretos consejos de administración, la vida y destino de millones de personas, los medios de comunicación, transmisores del pensamiento dominante, comprados a golpe de anuncio y subvenciones o jueces presionados por instancias jerárquicas superiores serían, en la actualidad, perfectos personajes. Las tramas posibles son conocidas, en Wall street y en cualquier rincón del mundo.
Detective de lo real, Dashiell Hammett (1894-1961) mostró, como pocos, las vísceras del sistema. Leer sus obras, frente al oscurantismo del presente eterno, no es una mera cuestión literaria. Es una forma más de resistencia y combate.
Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/Dashiell-Hammett-Wall-Street_6_135846438.html
Fuente: Rebelión 29-05-2013) Dashiell Hammett en Wall Street
domingo, 2 de junio de 2013
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