lunes, 17 de junio de 2013

Javier Egea y un 14 de abril




Palabras de presentación de POESÍA COMPLETA (Volumen I) de Javier EGEA (Bartleby Editores) con Prólogo de Manuel RICO  y en edición de José Luis ALCÁNTARA y Juan Antonio HERNÁNDEZ GARCÍA

Librería NUEVA GALA Granada 14 de abril de 2011



PALABRAS PRESENTACIÓN
GRANADA Javier Egea Poesía/1
José Luis Alcántara          14 abril 2011


Contra ti, ciudad mía,
disparo yo mis flechas
al centro vulnerable de tu nombre:
al hueco de la envidia,
a la miseria.

Javier Egea, CONTRA TI, A boca de parir

En ti,
viajero sorprendido,
convoco a las sirenas sin reposo,
abro tus calles,
almaceno la poca luz.
Difíciles los tiempos.
Pero yo.

Javier Egea, PERO YO [ Inédito ]


Nos convoca hoy, esta tarde, la celebración de la poesía de Javier Egea. Celebración que valoro en la doble acepción del término: por una parte, alabanza de su poesía y, por otra, alegría ante el comienzo de la publicación de su Obra Completa por Bartleby editores que, con un total de cuatro entregas, pondrá a disposición de los lectores el conjunto de esta Obra. Por lo tanto hoy, en este acto, les estamos informando de la aparición del primero de éstos, en el que se han reunido sus seis libros poéticos publicados en vida y el séptimo (Sonetos del diente de oro) editado póstumamente, en el año 2006.
Celebrar, sí, pero sin olvidar que la memoria conserva, nítidas, las huellas afectivas, tanto las alegres como las tristes y dolorosas. De estas huellas, como digo, tratarán las palabras que esta tarde les diré, pues de todo ha habido en el transcurso de los casi doce años que han ido pasando, uno tras otro, desde el fallecimiento de Javier y el destino, con sus azares y decisiones, ha deparado el que en mi persona, hoy, se reúnan tres razones desde las que puedo, y debo, dirigirme a ustedes.
La primera, la de la amistad, la descarto aún abusando del tópico de que me gustaría estar sentado entre el público o en mi casa, y no en esta mesa de presentación, pues desearía que fuese el propio Javier el que les hablara en esta ocasión a ustedes, circunstancia que resultaría, seguro, bastante más interesante. (En todo caso, y en mi casa, indudablemente recibiría una llamada que, desde el kilómetro cero hasta el kilómetro mil, diría: “Pío: ovación y vuelta al ruedo”). Sin embargo, desde esta primera razón, me permitiré decirles que, aunque he seguido la trayectoria poética de Javier desde sus inicios hasta su desaparición, y a pesar del profundo conocimiento de su poesía, me interesó y aprecié más al amigo, a lo largo de tantos años, desde aquel quinceañero hasta su muerte, que al poeta, condición esta que le vino añadida.
La segunda circunstancia, es la de corresponsable, junto a Juan Antonio Hernández, de la preparación de la edición que hoy presentamos y, a este respecto, sólo me detendré en los siguientes puntos: mi labor de “guardián de los papeles” de Javier (como algunos así me han calificado), del trabajo de transcriptor de los mismos y, por último, por la información y ayuda que, desde mi conocimiento y a través de una larguísima conversación (otra) de años, le he podido suministrar a Juan Antonio para la realización de su extraordinario trabajo de estudio, ordenación y fijación de los textos, junto a las numerosas notas que contiene esta obra. Trabajo conjunto que ha redundado, al fin, en el beneficio mutuo de una fuerte amistad. Por todo ello renunciaré a adentrarme en las cuestiones literarias que suscita esta presentación, asunto que será tratado por mis compañeros de mesa. No obstante, brevemente, me referiré a las palabras que Manuel Rico, en su blog AL MARGEN en la entrada del día 27 de agosto de 2010, dejó escritas: “Javier Egea vuelve en otoño de la mano, el impulso y el aliento de Bartleby Editores”, con las que estoy totalmente de acuerdo y a las que me sumo; pero, a continuación, añade: “gracias al esfuerzo y la tenacidad de Helena Capetillo, Juan Antonio Hdez., José Luis Alcántara y otros amigos cercanos.” Y, ante esta segunda afirmación, me atrevo a matizarle, a Manuel, este reconocimiento y considerar que, sin ningún tipo de menosprecio hacia sus palabras (que agradecemos por el afecto que conllevan), estos atributos son colaterales y sólo posibles por la fuerza, riqueza y potencialidad poética de Javier Egea que, con su existencia y por su actualidad, ha impedido que se produzca hasta resultar imposible lo que Javier atisbaba en el horizonte: sentirse envuelto “en sombras”.
La tercera razón, y última, por la que me encuentro sentado en este lado de la mesa, es la de representante de la heredera de Francisco Javier Egea Martínez, Dª Helena Capetillo, por designación de la misma. Y en base a esta razón, para el acto de hoy, en Granada, a continuación me extenderé breve y concisamente en la exposición y análisis de una somera selección de hechos y declaraciones que se han producido en los últimos años sin olvidar, como les dije al comienzo de estas palabras, que hoy es un día fundamentalmente de celebración y alegría pues, si en anteriores ocasiones mis palabras se han centrado en aspectos vitales y amistosos con Javier o en una breve aproximación a su poética, pienso que existe la necesidad de rellenar un vacío, el de la voz pública de Helena y mía, que se ajuste a la realidad y a la justicia poética.

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Con fecha de 21 de julio de 2003 el que les habla, en representación de la heredera de Javier Egea dirigí, con ruego de publicación, una “carta al director” del periódico granadino Ideal, en ella daba a conocer públicamente mi condición de representante de la misma y exponía los criterios a seguir, por la propietaria legal de los derechos de publicación de la obra de Francisco Javier Egea Martínez, basados en el ineludible respeto a la memoria y la obra del poeta. Por ello creo necesario hacer un breve recorrido por algunos acontecimientos que rodearon el nombre del poeta entre el suicidio de Javier en Granada, que ocurrió el día 29 de julio de 1999, jueves, y la fecha de divulgación de esta, en el año 2003.
En testamento ológrafo redactado y fechado el día anterior a la muerte de Javier, es decir: 28 de julio de 1999, éste nombró heredera universal de todos sus bienes a María Helena Capetillo Ponce, si bien hasta muy avanzado el año 2004, durante cinco años, este legado permaneció en una especie de limbo legal, pues la familia de Egea interpuso una serie de recursos judiciales que por el correspondiente juzgado fueron desestimados uno tras otro, momento en el que se produce el fallo definitivo a favor de la señora Capetillo.  
Frente a la década de los años noventa, tras la publicación de Raro de luna y hasta la muerte de Javier, en la que podemos observar, con bastante claridad, que su obra poética se publica y difunde de modo mínimo y que, incluso, no llegaría a ver cumplido su propósito de publicar una antología, con el título de Soledades (1970-1990); en el período que comprende desde finales de 1999 hasta comienzos del año 2005 (años, les recuerdo, en los que se desarrolló el litigio sobre su legado) y, sin duda, en relación directa con la luctuosa noticia de su desaparición, se suceden algunos homenajes: el de la Universidad de Granada, en el año 2000, con una variada participación de las tendencias poéticas de la ciudad y diversas conferencias y recitales; en las fiestas del barrio granadino del Zaidín; en Fiestas del PCA; en El Albayzín; etc. También, por otra parte, se realizaron con desigual fortuna algunas ediciones de sus libros —Troppo mare, Paseo de los tristes, Argentina 78, El Manifiesto albertista—; antologías de su poesía —Versos (antología publicada por la Universidad de Lleida) y Contra la soledad— y un paradójico libro sobre el poeta y su obra —Por eso fui cazador—; a lo que sumaría la inclusión de poemas, alguno inédito, en antologías colectivas o revistas poéticas; aunque, por extraño que parezca, ambos, Helena y yo, sólo tuvimos conocimiento, de bastantes de estas publicaciones, a través de la prensa y no de modo directo por los editores responsables.
A esta labor editorial puedo añadir que, para otros espacios de divulgación, se autorizaron y apoyaron las adaptaciones musicales de algunos poemas de Javier: “Siempre suenan las doce”, a Andoni Elías y, después de 2005, “¿Quién entra en la casa?” y “Tiré los dados”, a Ricardo Castro, del grupo sevillano Contradanza, o a Pedro Soriano, con el soneto “¿Qué pasa en esta calle?”. También, por parte de Susana Oviedo, Andoni Elías y Arantxa Hernáez se estrenó en el Festival de Teatro de Almagro, en el año 2005, el espectáculo “Noche canalla”, montaje en el que participé seleccionando los poemas de Egea, con inclusión del algún inédito, y de los poetas que lo acompañan en su desarrollo. Hasta donde sé este espectáculo poético-musical no ha tenido la suerte de volver a representarse de nuevo. O  la satisfacción, ya en el año 2010, de contemplar dos poemas de Javier formando parte de la obra teatral “La mujer del sexo tatuado” de Mario Zorrilla.
Por otra parte, como anécdota curiosa, les informo del numeroso cruce de correos que mantuve para que se eliminara el nombre de Egea de unas coplas firmadas al alimón por Benjamín Prado y Javier Egea, pues la autoría de las mismas sólo podía ser atribuible a Prado, al margen de la falta de calidad de las mismas, por razones obvias de temporalidad y ocasión —la guerra de Irak—, y que fueron publicadas originalmente en el diario El Mundo, en contra de la segunda guerra de Irak, en el año 2004 y, con posterioridad, reproducidas en una antología poética también contra esta guerra, en varios blogs y en algunas revistas virtuales.
También, y ya desde mi posición de representante de la heredera, me relacioné con un club de fans de Javier Egea creado en el año 2002, y al que, con anterioridad, desde mi condición de particular e ignorando las enseñanzas de Groucho Marx, me había asociado en el año 2003 y con los que colaboré en la creación de un archivo para el club con la donación de documentos de mi archivo personal, fotocopias de publicaciones de Egea y algún material fotográfico y de audio, hasta el punto de que una selección de estos materiales se incorporó al contenido de un modesto álbum publicado por este club, de título Un día feliz y en cuya nómina de colaboradores se echan en falta muchos de los poetas de otras tendencias —ajenas a La otra sentimentalidad o a la Poesía de la experiencia—, e incluso “poetas” muy queridos e importantes para Javier Egea.
Pero en 2005, ya en funciones de representación de Helena, decidí causar baja en el club para mantener mi independencia de criterio en los asuntos concernientes a la responsabilidad asignada. Desde entonces mi relación con el club del poeta muerto ha sido inexistente, si bien, durante estos últimos años, algunos miembros de este club no han cejado en mantener declaraciones infamantes, tanto en prensa, televisión local y blogs creados al efecto, contra mi persona y la heredera, hasta el punto de que se han encasquillado en una posición paradójica caracterizada por el espeso manto de silencio que producen ante cualquier publicación de Javier Egea y la hostilidad, casi enfermiza, como ya les decía, contra Helena y José Luis Alcántara.
Durante el año 2003 contacté con un editor de Lumen para la publicación de “Soledades Antología (1970-1990)” de Javier Egea. Éste, tras leerla, me traslada su entusiasmo por esta selección poética y le ofrezco la posibilidad de escribir el prólogo, proposición que acepta. Ya, en enero de 2004, Riccardo Cavallero —hasta hace dos años consejero delegado de Random House-Mondadori, grupo editorial al que pertenece Lumen, y que junto a este editor adquirió cierta vinculación con Granada y sus instituciones a través del premio Caja Granada de narrativa—,  firmó contrato para la edición de esta antología en un plazo de 18 meses, plazo que finalizó a finales del año 2005.
En cuanto al legado de Javier, Helena, a comienzos del año 2000, tan solo unos meses tras el fallecimiento de éste, había trasladado a su domicilio particular todos los cuadernos y carpetas de Javier (es decir: su archivo) así como otros objetos (premios, recuerdos y muy determinados cuadros y libros) para su custodia, y queda a la espera de la definitiva sentencia a los recursos judiciales interpuestos por la familia de Javier. Tras desestimarse todos estos recursos, como ya les dije, y emitido el fallo definitivo a favor de ésta, en el mes de agosto de 2005 se llevó a cabo el traslado del resto de la biblioteca de Egea, que permanecía en su vivienda, a la residencia de la heredera. Esta parte de la biblioteca se encontraba perfectamente ordenada pues, poco antes de fallecer Javier, se habían realizado importantes reformas en el piso de su propiedad. La mudanza, que se realizó tras la resolución judicial definitiva, como ya les he señalado, se efectuó con el objetivo de proceder a un inventario detallado de la misma antes de su traslado al Puerto de Santa María, a la Fundación Rafael Alberti, en donde se había decidido depositar, de modo temporal, la práctica totalidad de esta biblioteca, respetando la memoria de Alberti contenida en los diarios de Javier. En cambio, las carpetas, cuadernos y papeles personales del poeta, que forman su archivo, me habían sido confiados por Helena, de forma personal, y con varios años de anterioridad, para su custodia, trascripción, estudio y organización con vistas a futuras publicaciones.
Estos hechos y decisiones —la del depósito de la biblioteca y la posibilidad de que así se hiciera igualmente con el legado—, junto con la previa mudanza —como ya les he señalado— de parte de la biblioteca de Javier Egea desde su domicilio al de Helena, en la que se produjo la supuesta sustracción de alrededor de 120 libros, dieron lugar a sendas campañas mediáticas en la prensa local y regional, recurriendo a un artificial e interesado incremento de las especulaciones, a la tergiversación de lo sucedido e, incluso, a la manipulación y falseamiento de las memorias de Rafael Alberti. A través de estas campañas se intentó desprestigiar y difamar a la heredera de Javier Egea y en ellas se nos impidió la palabra, de modo reiterado, tanto a ésta como a mí, hasta el punto que la señora Elena Capetillo llegó a ser acusada de la interposición de una falsa denuncia, y a mi, en la parte que me tocaba, en tanto inductor del delito. Situación ésta que, por cierto, fue resuelta judicialmente a favor de ésta.
Respecto a estos hechos, y otros posteriores, junto a las declaraciones que los acompañaron y su repercusión pública, me permitirán que en este acto no me extienda sobre ellos ya que, próximamente, esperamos publicar un detallado libro con un completo análisis de todo lo ocurrido y publicado en estos últimos años.
En paralelo a estos acontecimientos, situados a finales del año 2005, la editorial que había firmado contrato para la publicación de la antología “Soledades” entró en una sorprendente dinámica de retrasos que ha desembocado, hasta el momento, en una burbuja de silencio inaccesible y el incumplimiento de lo estipulado en sus cláusulas.
Esta compleja situación no nos desalienta, pues nuestra intención es mantener vivo a Javier Egea, y decidimos buscar editor para los “Sonetos del diente de oro”, libro depositado en una carpeta junto a la antología “Soledades” y que formaba parte de sus últimos proyectos editoriales. Teníamos suficientemente claro que la asombrosa paralización de “Soledades” no debía impedir la continuación del programa establecido, por Helena  y mi persona, para la publicación de la obra que Javier Egea había dejado preparada para su edición: la antología Soledades y los Sonetos del diente de oro.
Finalizando el año 2005 establecemos contacto con la Asociación ICILE, que edita de modo artesanal sin ánimo de lucro, y encontramos un espacio apropiado para la publicación de los Sonetos del diente de oro. La cuidada edición, en facsímil, recoge el cuaderno de trabajo con la arquitectura poética de la escritura de los sonetos y la encabezan unas palabras previas del profesor de la UGR José Antonio Fortes. En el año 2006, por esta misma Asociación, con diseño y maquetación también de Juan Antonio Hernández, se reeditará Raro de luna, incorporando el cuaderno de trabajo de la última estancia. En este caso, del prólogo y las palabras previas —imprescindibles ambos— se encargaron Fidel Villar Ribot y, de nuevo, el profesor Fortes. A día de hoy constato que ambos libros forman parte de la no-crítica pues han sido escasamente reseñados; se ha efectuado una lectura quizá detenida pero no argumentada de las palabras previas de este profesor y, por añadidura, se ha producido un tremendo menosprecio a la riqueza intrínseca de estos libros: la poesía de Javier Egea autógrafa y en movimiento. A ambos, Villar Ribot y Fortes, les agradezco su trabajo y valentía.
En todo caso, en Helena permanece la convicción clara de no detener el trabajo e ir preparando la Obra Completa de Javier, por lo que desde comienzos del año 2007 Juan Antonio Hernández y un servidor nos empleamos en ello mediante el estudio pormenorizado de las publicaciones de Javier, del archivo de éste y del mío propio. A mediados del año 2009, por fin, está finalizado el proyecto “Obra en construcción” y pretendemos presentarlo formando parte de unas Jornadas que va a dedicarle, a Javier Egea, la Cátedra Federico García Lorca de la UGR, organizadas por su director, con motivo del décimo aniversario de su muerte. Se proyecta que a las mismas acudan gran parte de los ponentes que asistieron a las realizadas en esa misma Universidad en el año 2000, al año de la muerte de Egea, e incorporar a amigos y gente joven y nueva. Sin embargo estas Jornadas fueron suspendidas —algo inaudito en la reciente historia de la universidad granadina— sin ningún tipo de explicación y desautorizado su promotor, el poeta Antonio Carvajal, a quién manifiesto, de nuevo, mi admiración y gratitud. El proyecto de estas Jornadas fue recibido con muchísima virulencia desde numerosas columnas de opinión en los diarios locales que derivó en un cierto alboroto contra el profesor Carvajal y, también, contra el profesor Fortes, que fue añadido colateralmente y demonizada su supuesta intervención en los actos, originando de nuevo manifestaciones y juicios de todo tipo tales como adjudicar a éste, de modo erróneo e interesado, la autoría del proyecto “un libro de Fortes”—; el desprecio hacia esta investigación, sin conocerla, calificándola como unos simples “cartones”, etc. Pero lo más desolador de este asunto fue que, con la suspensión de las Jornadas, no sólo se cerró la boca a la palabra de Javier Egea, sino a todos los que estaban comprometidos en la realización de las mismas que, en diversas mesas redondas, conferencias y ponencias resituarían y ampliarían el conocimiento de la vida y obra de Javier Egea.  
            Con posterioridad a esta “suspensión”, o prohibición —tanto da—, y con el auspicio del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, logramos presentar, en el siguiente mes, junio de 2009, la maqueta del proyecto “Obra en construcción”, origen del libro que hoy presentamos. Acto que llevó a ocupar nuevamente y durante unos días alguna página de los diarios locales de crónicas provocativas describiendo un evento al que no se asistió y sólo se publicó una que relatara acertadamente, lo que allí se dijo y vio, en el periódico Granada Hoy del día 19 de junio; pero de modo sorprendente, en noticia publicada el 2 de agosto, con redacción del mismo periodista y en el mismo diario, se le da espacio a dos poetas que no dudan, en referencia a estos hechos, en expresar su satisfacción por la “suspensión” de las jornadas y la sacralización de unos “amigos” con un juego de exclusiones respecto a “otros amigos”. En esta noticia se llegará a afirmar: “En octubre, ellos dedicarán sus jornadas a Egea, donde estarán quienes tienen que estar”. Entre estos últimos se encuentra un afamado pintor granadino que de forma vergonzante establece falsos e imaginarios “campeonatos de amigos de Javier Egea” y llega a atreverse a certificar que: “el último disparate de Javier Egea fue su testamento”.
Por último, y ya en el año 2010, con el apoyo de la Academia de las Buenas Letras de Granada y de su director Antonio Sánchez Trigueros, que redactó un espléndido prólogo, la editorial sevillana Point de lunettes publicó la, por ahora, última edición, la sexta, de Paseo de los tristes en un cuidado y bonito libro dentro de su colección “esquenocomo”. La presentación en Granada, como seguramente sabrán, se llevó a cabo precisamente el 19 de mayo, coincidiendo con el título de uno de los espléndidos poemas de Javier, en la sede de la Asociación de la Prensa. En este acto efectué públicamente una pregunta a Luis García, de la que aún, le recuerdo de nuevo, estoy a la espera de su respuesta.
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Y por último resulta ineludible, ante todo lo sucedido, precisar, una vez más y con carácter concluyente: que la señora Helena Capetillo es la única que tiene capacidad legal de elección, como es lógico, de quién publica o no publica a Javier Egea, pues los derechos de edición e imagen le pertenecen y es a quien, en todo caso, deberían dirigirse tanto instituciones como particulares para cuestiones de permisos legales y burocráticos referidos a nombre, imagen y obra del poeta; algo que, para su información, no siempre se está respetando. De igual modo que, y sin contradicción alguna, Javier Egea —poeta— no pertenece a nadie sino a sus lectores; y que para estudiar y escribir “sobre” Javier Egea no es necesario disponer de sus papeles pues, como ejemplos singulares, pueden consultar las investigaciones de Jairo García Jaramillo y Manuel Urrutia Zarzo, ambos autores jóvenes y rigurosos en sus aproximaciones a la obra del poeta.

Muchas gracias.

Jose Luis Alcántara

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