Palabras de presentación de POESÍA COMPLETA (Volumen I) de Javier EGEA (Bartleby Editores) con Prólogo de Manuel RICO y en edición de José Luis ALCÁNTARA y Juan Antonio HERNÁNDEZ GARCÍA
Librería NUEVA GALA Granada 14 de abril de 2011
PALABRAS PRESENTACIÓN
GRANADA Javier Egea Poesía/1
José
Luis Alcántara 14
abril 2011
Contra ti, ciudad mía,
disparo yo mis flechas
al centro vulnerable de tu
nombre:
al hueco de la envidia,
a la miseria.
Javier Egea, CONTRA TI, A boca de parir
En ti,
viajero sorprendido,
convoco a las sirenas sin
reposo,
abro tus calles,
almaceno la poca luz.
Difíciles los tiempos.
Pero yo.
Javier Egea, PERO YO [ Inédito ]
Nos convoca hoy, esta
tarde, la celebración de la poesía de Javier Egea. Celebración que valoro en la
doble acepción del término: por una parte, alabanza
de su poesía y, por otra, alegría
ante el comienzo de la publicación de su Obra Completa por Bartleby editores
que, con un total de cuatro entregas, pondrá a disposición de los lectores el
conjunto de esta Obra. Por lo tanto
hoy, en este acto, les estamos informando de la aparición del primero de éstos,
en el que se han reunido sus seis libros poéticos publicados en vida y el
séptimo (Sonetos del diente de oro)
editado póstumamente, en el año 2006.
Celebrar, sí, pero sin
olvidar que la memoria conserva, nítidas, las huellas afectivas, tanto las
alegres como las tristes y dolorosas. De estas huellas, como digo,
tratarán las palabras que esta tarde les diré, pues de todo ha habido en el transcurso
de los casi doce años que han ido pasando, uno tras otro, desde el
fallecimiento de Javier y el destino, con sus azares y decisiones, ha deparado
el que en mi persona, hoy, se reúnan tres razones desde las que puedo, y debo,
dirigirme a ustedes.
La primera, la de la amistad,
la descarto aún abusando del tópico de que me gustaría estar sentado entre el
público o en mi casa, y no en esta mesa de presentación, pues desearía que fuese
el propio Javier el que les hablara en esta ocasión a ustedes, circunstancia
que resultaría, seguro, bastante más interesante. (En todo caso, y en mi casa, indudablemente
recibiría una llamada que, desde el kilómetro cero hasta el kilómetro mil,
diría: “Pío: ovación y vuelta al ruedo”).
Sin embargo, desde esta primera razón, me permitiré decirles que, aunque he
seguido la trayectoria poética de Javier desde sus inicios hasta su
desaparición, y a pesar del profundo conocimiento de su poesía, me interesó y
aprecié más al amigo, a lo largo de tantos años, desde aquel quinceañero hasta
su muerte, que al poeta, condición esta que le vino añadida.
La segunda circunstancia,
es la de corresponsable, junto a Juan Antonio Hernández, de la
preparación de la edición que hoy presentamos y, a este respecto, sólo me detendré
en los siguientes puntos: mi labor de “guardián de los papeles” de Javier (como
algunos así me han calificado), del trabajo de transcriptor de los mismos y,
por último, por la información y ayuda que, desde mi conocimiento y a través de
una larguísima conversación (otra) de años, le he podido suministrar a Juan
Antonio para la realización de su extraordinario trabajo de estudio, ordenación
y fijación de los textos, junto a las numerosas notas que contiene esta obra.
Trabajo conjunto que ha redundado, al fin, en el beneficio mutuo de una fuerte
amistad. Por todo ello renunciaré a adentrarme en las cuestiones literarias que
suscita esta presentación, asunto que será tratado por mis compañeros de mesa.
No obstante, brevemente, me referiré a las palabras que Manuel Rico, en su blog
AL MARGEN en la entrada del día 27 de agosto de 2010, dejó escritas: “Javier Egea vuelve en otoño de la mano, el
impulso y el aliento de Bartleby Editores”, con las que estoy totalmente de
acuerdo y a las que me sumo; pero, a continuación, añade: “gracias al esfuerzo y la tenacidad de Helena Capetillo, Juan Antonio
Hdez., José Luis Alcántara y otros amigos cercanos.” Y, ante esta segunda
afirmación, me atrevo a matizarle, a Manuel, este reconocimiento y considerar
que, sin ningún tipo de menosprecio hacia sus palabras (que agradecemos por el afecto
que conllevan), estos atributos son colaterales y sólo posibles por la fuerza,
riqueza y potencialidad poética de Javier Egea que, con su existencia y por su
actualidad, ha impedido que se produzca —hasta resultar imposible— lo que Javier atisbaba en el
horizonte: sentirse envuelto “en sombras”.
La tercera razón, y
última, por la que me encuentro sentado en este lado de la mesa, es la de representante
de la heredera de Francisco Javier Egea Martínez, Dª Helena Capetillo, por
designación de la misma. Y en base a esta razón, para el acto de hoy, en
Granada, a continuación me extenderé breve y concisamente en la exposición y
análisis de una somera selección de hechos y declaraciones que se han producido
en los últimos años —sin olvidar, como
les dije al comienzo de estas palabras, que hoy es un día fundamentalmente de
celebración y alegría— pues, si en anteriores ocasiones mis palabras se han
centrado en aspectos vitales y amistosos con Javier o en una breve aproximación
a su poética, pienso que existe la necesidad de rellenar un vacío, el de la voz
pública de Helena y mía, que se ajuste a la realidad y a la justicia poética.
Con
fecha de 21 de julio de 2003 el que les habla, en representación de la heredera
de Javier Egea dirigí, con ruego de publicación, una “carta al director” del
periódico granadino Ideal, en ella
daba a conocer públicamente mi condición de representante de la misma y exponía
los criterios a seguir, por la propietaria legal de los derechos de publicación
de la obra de Francisco Javier Egea Martínez, basados en el ineludible respeto a
la memoria y la obra del poeta. Por ello creo necesario hacer un breve
recorrido por algunos acontecimientos que rodearon el nombre del poeta entre el
suicidio de Javier en Granada, que ocurrió el día 29 de julio de 1999, jueves,
y la fecha de divulgación de esta, en el año 2003.
En
testamento ológrafo redactado y fechado el día anterior a la muerte de Javier, es
decir: 28 de julio de 1999, éste nombró heredera universal de todos sus bienes a María Helena Capetillo Ponce, si
bien hasta muy avanzado el año 2004, durante cinco años, este legado permaneció
en una especie de limbo legal, pues la
familia de Egea interpuso una serie de recursos judiciales que por el
correspondiente juzgado fueron desestimados uno tras otro, momento en el que se
produce el fallo definitivo a favor de la señora Capetillo.
Frente
a la década de los años noventa, tras la publicación de Raro de luna y hasta la muerte de Javier, en la que podemos
observar, con bastante claridad, que su obra poética se publica y difunde de
modo mínimo y que, incluso, no llegaría a ver cumplido su propósito de publicar
una antología, con el título de Soledades
(1970-1990); en el período que
comprende desde finales de 1999 hasta comienzos del año 2005 (años, les
recuerdo, en los que se desarrolló el litigio
sobre su legado) y, sin duda, en relación directa con la luctuosa noticia de su
desaparición, se suceden algunos homenajes: el de la Universidad de Granada, en
el año 2000, con una variada participación de las tendencias poéticas de la
ciudad y diversas conferencias y recitales; en las fiestas del barrio granadino
del Zaidín; en Fiestas del PCA; en El Albayzín; etc. También, por otra parte,
se realizaron con desigual fortuna algunas ediciones de sus libros —Troppo mare, Paseo de los tristes, Argentina
78, El Manifiesto albertista—;
antologías de su poesía —Versos
(antología publicada por la Universidad de Lleida) y Contra la soledad— y un paradójico libro sobre el poeta y su obra —Por eso fui cazador—; a lo que sumaría
la inclusión de poemas, alguno inédito, en antologías colectivas o revistas
poéticas; aunque, por extraño que parezca, ambos, Helena y yo, sólo tuvimos
conocimiento, de bastantes de estas publicaciones, a través de la prensa y no
de modo directo por los editores responsables.
A
esta labor editorial puedo añadir que, para otros espacios de divulgación, se
autorizaron y apoyaron las adaptaciones musicales de algunos poemas de Javier:
“Siempre suenan las doce”, a Andoni
Elías y, después de 2005, “¿Quién entra
en la casa?” y “Tiré los dados”,
a Ricardo Castro, del grupo sevillano Contradanza, o a Pedro Soriano, con el
soneto “¿Qué pasa en esta calle?”.
También, por parte de Susana Oviedo, Andoni Elías y Arantxa Hernáez se estrenó
en el Festival de Teatro de Almagro, en el año 2005, el espectáculo “Noche canalla”, montaje en el que
participé seleccionando los poemas de Egea, con inclusión del algún inédito, y
de los poetas que lo acompañan en su desarrollo. Hasta donde sé este
espectáculo poético-musical no ha tenido la suerte de volver a representarse de
nuevo. O la satisfacción, ya en el año
2010, de contemplar dos poemas de Javier formando parte de la obra teatral “La mujer del sexo tatuado” de Mario
Zorrilla.
Por
otra parte, como anécdota curiosa, les informo del numeroso cruce de correos
que mantuve para que se eliminara el nombre de Egea de unas coplas firmadas al alimón por Benjamín
Prado y Javier Egea, pues la autoría de las mismas sólo podía ser atribuible a
Prado, al margen de la falta de calidad de las mismas, por razones obvias de
temporalidad y ocasión —la guerra de Irak—, y que fueron publicadas
originalmente en el diario El Mundo, en
contra de la segunda guerra de Irak, en el año 2004 y, con posterioridad,
reproducidas en una antología poética también contra esta guerra, en varios
blogs y en algunas revistas virtuales.
También,
y ya desde mi posición de representante de la heredera, me relacioné con un club de fans de Javier Egea creado en el
año 2002, y al que, con anterioridad, desde mi condición de particular e ignorando las enseñanzas de
Groucho Marx, me había asociado en el año 2003 y con los que colaboré en la
creación de un archivo para el club con la donación de documentos de mi archivo
personal, fotocopias de publicaciones de Egea y algún material fotográfico y de
audio, hasta el punto de que una selección de estos materiales se incorporó al contenido
de un modesto álbum publicado por este club, de título Un día feliz y en cuya nómina de colaboradores se echan en falta
muchos de los poetas de otras tendencias —ajenas a La otra sentimentalidad o a
la Poesía de la experiencia—, e incluso “poetas” muy queridos e importantes
para Javier Egea.
Pero
en 2005, ya en funciones de representación de Helena, decidí causar baja en el
club para mantener mi independencia de criterio en los asuntos concernientes a
la responsabilidad asignada. Desde entonces mi relación con el club del poeta
muerto ha sido inexistente, si bien, durante estos últimos años, algunos
miembros de este club no han cejado en mantener declaraciones infamantes, tanto
en prensa, televisión local y blogs creados al efecto, contra mi persona y la
heredera, hasta el punto de que se han encasquillado en una posición paradójica
caracterizada por el espeso manto de silencio que producen ante cualquier
publicación de Javier Egea y la hostilidad, casi enfermiza, como ya les decía, contra Helena y José Luis Alcántara.
Durante
el año 2003 contacté con un editor de Lumen para la publicación de “Soledades Antología (1970-1990)” de
Javier Egea. Éste, tras leerla, me traslada su entusiasmo por esta selección
poética y le ofrezco la posibilidad de escribir el prólogo, proposición que
acepta. Ya, en enero de 2004, Riccardo Cavallero —hasta hace dos años consejero
delegado de Random House-Mondadori, grupo editorial al que pertenece Lumen, y
que junto a este editor adquirió cierta vinculación con Granada y sus
instituciones a través del premio Caja
Granada de narrativa—, firmó
contrato para la edición de esta antología en un plazo de 18 meses, plazo que
finalizó a finales del año 2005.
En
cuanto al legado de Javier, Helena, a
comienzos del año 2000, tan solo unos meses tras el fallecimiento de éste, había
trasladado a su domicilio particular todos los cuadernos y carpetas de Javier
(es decir: su archivo) así como otros objetos (premios, recuerdos y muy
determinados cuadros y libros) para su custodia, y queda a la espera de la
definitiva sentencia a los recursos judiciales interpuestos por la familia de
Javier. Tras desestimarse todos estos recursos, como ya les dije, y emitido el
fallo definitivo a favor de ésta, en el mes de agosto de 2005 se llevó a cabo
el traslado del resto de la biblioteca de Egea, que permanecía en su vivienda,
a la residencia de la heredera. Esta parte de la biblioteca se encontraba perfectamente
ordenada pues, poco antes de fallecer Javier, se habían realizado importantes
reformas en el piso de su propiedad. La mudanza,
que se realizó tras la resolución judicial definitiva, como ya les he señalado,
se efectuó con el objetivo de proceder a un inventario detallado de la misma
antes de su traslado al Puerto de Santa María, a la Fundación Rafael Alberti, en
donde se había decidido depositar, de modo temporal, la práctica totalidad de
esta biblioteca, respetando la memoria de Alberti contenida en los diarios de
Javier. En cambio, las carpetas, cuadernos y papeles personales del poeta, que
forman su archivo, me habían sido confiados por Helena, de forma personal, y
con varios años de anterioridad, para su custodia, trascripción, estudio y
organización con vistas a futuras publicaciones.
Estos
hechos y decisiones —la del depósito de la biblioteca y la posibilidad de que así
se hiciera igualmente con el legado—, junto con la previa mudanza —como ya les
he señalado— de parte de la biblioteca de Javier Egea desde su domicilio al de Helena,
en la que se produjo la supuesta
sustracción de alrededor de 120 libros, dieron lugar a sendas campañas
mediáticas en la prensa local y regional, recurriendo a un artificial e
interesado incremento de las especulaciones, a la tergiversación de lo sucedido
e, incluso, a la manipulación y falseamiento de las memorias de Rafael Alberti.
A través de estas campañas se intentó desprestigiar y difamar a la heredera de
Javier Egea y en ellas se nos impidió la palabra, de modo reiterado, tanto a
ésta como a mí, hasta el punto que la señora Elena Capetillo llegó a ser
acusada de la interposición de una falsa
denuncia, y a mi, en la parte que me tocaba, en tanto inductor del delito. Situación
ésta que, por cierto, fue resuelta judicialmente a favor de ésta.
Respecto
a estos hechos, y otros posteriores, junto a las declaraciones que los
acompañaron y su repercusión pública, me permitirán que en este acto no me
extienda sobre ellos ya que, próximamente, esperamos publicar un detallado libro
con un completo análisis de todo lo ocurrido y publicado en estos últimos años.
En
paralelo a estos acontecimientos, situados a finales del año 2005, la editorial
que había firmado contrato para la publicación de la antología “Soledades” entró
en una sorprendente dinámica de retrasos que ha desembocado, hasta el momento,
en una burbuja de silencio inaccesible y el incumplimiento de lo estipulado en sus
cláusulas.
Esta
compleja situación no nos desalienta, pues nuestra intención es mantener vivo a Javier Egea, y decidimos buscar
editor para los “Sonetos del diente de
oro”, libro depositado en una carpeta junto a la antología “Soledades” y que formaba parte de sus últimos
proyectos editoriales. Teníamos suficientemente claro que la asombrosa paralización
de “Soledades” no debía impedir la continuación del programa establecido, por Helena
y mi persona, para la publicación de la
obra que Javier Egea había dejado preparada para su edición: la antología Soledades y los Sonetos del diente de oro.
Finalizando
el año 2005 establecemos contacto con la Asociación ICILE, que edita de modo
artesanal sin ánimo de lucro, y encontramos un espacio apropiado para la
publicación de los Sonetos del diente de
oro. La cuidada edición, en facsímil, recoge el cuaderno de trabajo con la
arquitectura poética de la escritura de los sonetos y la encabezan unas palabras previas del profesor de la UGR José
Antonio Fortes. En el año 2006, por esta misma Asociación, con diseño y
maquetación también de Juan Antonio Hernández, se reeditará Raro de luna, incorporando el cuaderno
de trabajo de la última estancia. En este caso, del prólogo y las palabras
previas —imprescindibles ambos— se encargaron Fidel Villar Ribot y, de
nuevo, el profesor Fortes. A día de hoy constato que ambos libros forman parte
de la no-crítica pues han sido escasamente reseñados; se ha efectuado una
lectura quizá detenida pero no argumentada de las palabras previas de este profesor y, por añadidura, se ha producido
un tremendo menosprecio a la riqueza intrínseca de estos libros: la poesía de
Javier Egea autógrafa y en movimiento. A ambos, Villar Ribot y Fortes, les
agradezco su trabajo y valentía.
En
todo caso, en Helena permanece la convicción clara de no detener el trabajo e
ir preparando la Obra Completa de
Javier, por lo que desde comienzos del año 2007 Juan Antonio Hernández y un
servidor nos empleamos en ello mediante el estudio pormenorizado de las
publicaciones de Javier, del archivo de éste y del mío propio. A mediados del
año 2009, por fin, está finalizado el proyecto “Obra en construcción” y pretendemos
presentarlo formando parte de unas Jornadas
que va a dedicarle, a Javier Egea, la Cátedra Federico García Lorca de la UGR,
organizadas por su director, con motivo del décimo aniversario de su muerte. Se
proyecta que a las mismas acudan gran parte de los ponentes que asistieron a
las realizadas en esa misma Universidad en el año 2000, al año de la muerte de
Egea, e incorporar a amigos y gente joven y nueva. Sin embargo estas Jornadas fueron suspendidas —algo inaudito en la reciente historia de la
universidad granadina— sin ningún tipo de explicación y desautorizado su
promotor, el poeta Antonio Carvajal, a quién manifiesto, de nuevo, mi admiración
y gratitud. El proyecto de estas Jornadas
fue recibido con muchísima virulencia desde numerosas columnas de opinión en
los diarios locales que derivó en un cierto alboroto
contra el profesor Carvajal y, también, contra el profesor Fortes, que fue añadido
colateralmente y demonizada su supuesta intervención en los actos, originando
de nuevo manifestaciones y juicios de todo tipo tales como adjudicar a éste, de
modo erróneo e interesado, la autoría del proyecto —“un libro de Fortes”—; el
desprecio hacia esta investigación, sin conocerla, calificándola como unos
simples “cartones”, etc. Pero lo más desolador de este asunto fue
que, con la suspensión de las Jornadas, no sólo se cerró la boca a la palabra
de Javier Egea, sino a todos los que estaban comprometidos en la realización de
las mismas que, en diversas mesas redondas, conferencias y ponencias resituarían y ampliarían el conocimiento
de la vida y obra de Javier Egea.
Con
posterioridad a esta “suspensión”, o prohibición —tanto da—, y con el auspicio
del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, logramos presentar, en
el siguiente mes, junio de 2009, la maqueta del proyecto “Obra en construcción”,
origen del libro que hoy presentamos. Acto que llevó a ocupar nuevamente y
durante unos días alguna página de los diarios locales de crónicas provocativas describiendo un evento al
que no se asistió y sólo se publicó una que relatara acertadamente, lo que allí
se dijo y vio, en el periódico Granada
Hoy del día 19 de junio; pero de modo sorprendente, en noticia publicada el
2 de agosto, con redacción del mismo periodista y en el mismo diario, se le da
espacio a dos poetas que no dudan, en referencia a estos hechos, en expresar su
satisfacción por la “suspensión” de las jornadas y la sacralización de unos
“amigos” con un juego de exclusiones respecto a “otros amigos”. En esta noticia
se llegará a afirmar: “En octubre, ellos
dedicarán sus jornadas a Egea, donde estarán quienes tienen que estar”.
Entre estos últimos se encuentra un afamado pintor granadino que de forma vergonzante
establece falsos e imaginarios “campeonatos
de amigos de Javier Egea” y llega a atreverse a certificar que: “el último disparate de Javier Egea fue su
testamento”.
Por
último, y ya en el año 2010, con el apoyo de la Academia de las Buenas Letras
de Granada y de su director Antonio Sánchez Trigueros, que redactó un
espléndido prólogo, la editorial sevillana Point de lunettes publicó la, por
ahora, última edición, la sexta, de Paseo
de los tristes en un cuidado y bonito libro dentro de su colección
“esquenocomo”. La presentación en Granada, como seguramente sabrán, se llevó a
cabo precisamente el 19 de mayo, coincidiendo con el título de uno de los
espléndidos poemas de Javier, en la sede de la Asociación de la Prensa. En este
acto efectué públicamente una pregunta a Luis García, de la que aún, le
recuerdo de nuevo, estoy a la espera de su respuesta.
Y
por último resulta ineludible, ante todo lo sucedido, precisar, una vez más y con
carácter concluyente: que la señora Helena Capetillo es la única que tiene capacidad
legal de elección, como es lógico, de quién publica o no publica a Javier Egea,
pues los derechos de edición e imagen le pertenecen y es a quien, en todo caso,
deberían dirigirse tanto instituciones como particulares para cuestiones de
permisos legales y burocráticos referidos a nombre, imagen y obra del poeta;
algo que, para su información, no siempre se está respetando. De igual modo que,
y sin contradicción alguna, Javier Egea —poeta— no pertenece a nadie sino a sus
lectores; y que para estudiar y escribir “sobre” Javier Egea no es necesario
disponer de sus papeles pues, como
ejemplos singulares, pueden consultar las investigaciones de Jairo García Jaramillo
y Manuel Urrutia Zarzo, ambos autores jóvenes y rigurosos en sus aproximaciones
a la obra del poeta.
Muchas gracias.
Jose Luis Alcántara
No hay comentarios:
Publicar un comentario