jueves, 26 de marzo de 2020

Silencio

Los conciertos de orquesta, órgano y continuo op. 4 de Georg Friedrich Häendel ocupan un lugar especial no solamente en la total producción de este maestro, sino, incluso, dentro de su especie. El lugar que ocupan en la obra de Häendel es modesto a primera vista y no sobresale tanto como los grandes conjuntos de sus óperas y oratorios, aunque no por ello es menos importante. En primer término hablan estos conciertos con magnífica claridad y concisión de la brillante sonoridad de Häendel, y en segundo, se adivina por la función a que deben su creación, al importante lugar que ocupan entre las grandes producciones del compositor. Su objeto era el de una especie de música para "entreactos", es decir, cual descansos situados en medio de los dramáticos actos de sus oratorios. La historia cuenta que los admiradores principales de su música apreciaban los conciertos que llenaban las pausas entre cada una de las partes de los oratorios. o que servían ocasionalmente también de introducción a los mismos, quizás aún más que la obra fundamental del programa. Häendel solía tocar personalmente la parte solista y cuando se disponía a tocar el órgano, cesaba todo el ruido, y se producía tan profundo silencio -todo el mundo contenía la respiración -, que toda señal de vida parecía haber desaparecido.
[...]                                                                                 Wolfgang Schmieder





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