viernes, 28 de agosto de 2009

Y OTRA MÁS

EL CANARIO Y EL GRAJO

El que para desacreditar a otro recurre a medios injustos, suele desacreditarse a sí propio.

Hubo un canario que, habiéndose esmerado en adelantar en su canto, logró divertir con él a varios aficionados, y empezó a tener aplauso. Un ruiseñor extranjero, generalmente acreditado, hizo particulares elogios de él, animándole con su aprobación.

Lo que el canario ganó, así con este favorable voto como lo que procuró estudiar para hacerse digno de él, excitó la envidia de algunos pájaros. Entre estos habían algunos que también cantaban, bien o mal, y justamente por ello le perseguían. Otros nada cantaban, y por lo mismo le cobraron odio. Al fin, un grajo, que no podía lucir por sí, quiso hacerse famoso con empezar a chillar publicamente entre las aves contra el canario. No acertó a decir en qué cosa era defectuoso su canto, pero le pareció que, para desacreditarle, bastaba ridicularizarle el color de la pluma, la tierra en que había nacido, etc., acusándole sin pruebas de cosas que nada tenían que ver con lo bueno o malo de su canto. Hubo algunos pájaros de mala intención, que aprobaron y siguieron lo que dijo el grajo.

Empeñóse éste en demostrar a todos que el que habían tenido hasta entonces como un canario diestro en el canto, no era sino un borrico, y que lo que en él había pasado por verdadera música, era en la realidad un continuado rebuzno. "¡Cosa rara!-decían algunos-: el canario rebuzna, el canario es un borrico". Extendióse entre los animales la fama de tan nueva maravilla, y vinieron a ver como un canario se había vuelto burro.

El canario, aburrido, no quería ya cantar; hasta que el águila, reina de las aves, le mandó que cantase, para ver si, en efecto, rebuznaba o no; porque, si acaso era verdad que rebuznaba, quería excluirle del número de sus vasallos los pájaros. Abrió el pico el canario, y cantó a gusto de la mayor parte de los circunstantes; entonces el águila, indigada de la calumnia que había despertado el grajo, suplicó a su señor, el dios Júpiter, que le castigase. Condescendió el dios, y dijo al águila que mandase cantar al grajo. Pero cuando este quiso echar la voz, empezó por soberana permisión a rebuznar horrorozamente. Riéronse todos los animales y dijeron: "Con razón se ha vuelto asno el que quiso hacer asno al canario".
IRIARTE

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