jueves, 15 de septiembre de 2011
Dedicatoria
Irás por esos campos que tú conoces tanto,
hundiéndote gozoso en la bruma lejana,
y nos habrás dejado un cierto triste encanto
en este cuadro abierto hacia ti en la mañana.
Irás por las acequias, el ruiseñor y el canto
del álamo y su risa, la luz y su ventana.
Abrirán a tu paso el linar y el acanto,
madurará el membrillo, el caqui y la manzana.
Te irás por esos montes donde se acoda el alba,
donde el ocaso enciende su rosa pensativa.
Serás el oro mismo, serás el mismo malva.
Nos llamarás, lejano, desde un secreto vado,
y al prender el silencio su amarga siempreviva,
pensativos y humildes, nos tendrás a tu lado.
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