Ese recibo sucio
que una mano enjoyada nos tiende cada día
a los pies de la cama como un cepo,
en el agua primera ante el espejo,
en la tos que madruga y en los ojos,
en ese miserable refugio de los ojos.
Ese recibo terco
lo pagamos en hambre, en soledad, en miedo.
Javier EGEA
(12-VII-81)
(12-VII-81)
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