[...
y, en fin, suele decirse: Allá, la putas, Luis Taboada, los ingleses;
allá ellos, allá ellos, allá ellos...!]
César VALLEJO
Javier EGEA / Paseo de los tristes / Prólogo A. Sánchez Trigueros
Point de lunettes Sevilla 2010
Existe una razón para volver.
Fco. Javier Egea
Buenas tardes.
Gracias, en nombre de Helena
Capetillo Ponce, a la Asociación de la Prensa de Granada por la cesión de sus
locales para la realización de este acto, al Sr. A. Sánchez Trigueros por su magnífico
prólogo, a Antonio Carvajal por su colaboración, a Juan Antonio Hernández y a todos Ustedes por su presencia. También
quiero hacer extensible este agradecimiento, y además reconocimiento, al patrocinio de la Academia
de Buenas Letras de Granada para la edición de este libro.
Valga este verso, el primero del
poema 19 DE MAYO —cuyo título coincide, casualmente, con la fecha de hoy—de su
poemario A boca de parir, como pórtico de las palabras que voy a dirigirles.
Pues existe, hoy, al menos, una razón para volver a la poesía de Javier Egea y
mi intención es invitarles, en esta tarde, a un recorrido, a modo de paseo, en
el que les daré noticia de mi relación y recepción de la poética de Egea desde
el lejano 1967, año en que nos conocimos, hasta el momento en que tuve noticia de
la aparición de la primera edición, en el año 1982, con motivo de habérsele concedido
el Premio Juan Ramón Jiménez de Poesía al libro que hoy nos reune, Paseo de los
tristes, ya en su 5ª edición, pero 1ª en Point de Lunettes.
En 1967 Fco. Javier Egea está
finalizando el bachillerato en los PP Salesianos de Granada y ya ha emborronado
numerosas hojas con poemas balbuceantes y algunas prosas, estas últimas
cargadas de un cierto misticismo: la amistad, el amor sin límites, la culpa a
través del pecado… En el colegio ya ha participado en un concurso poético cuyo primer
premio ha ganado con un poema dedicado a la Virgen María Auxiliadora, no sin que
reciba un toque de atención ante la entrega del reconocimiento, pues en el desarrollo
del poema Fco. Javier lleva de la mano a la Virgen, cosa ésta que el correspondiente
padre salesiano le intenta demostrar que es imposible, ya que siempre es la
Virgen quien lleva de la mano, es ella quien conduce… Esta cuestión, por más
que se la repite, no convence a nuestro incipiente vate y es entonces cuando
entra en conflicto con las fuertes creencias y la religiosidad que había
recibido como consecuencia de la enseñanza en este centro religioso.
A
continuación aprueba la reválida y comienza a estudiar preuniversitario mientras
no cesa, día tras día, de escribir y, sobre todo, de leer sin ningún tipo de disciplina:
lee todo y de todo, y finalmente centra su atención en el Siglo de Oro, J. R. Jiménez,
A. Machado, Generación del 27 y Miguel Hernández, Neruda…Adquiere los dos tomos
de la “Teoría de la expresión poética” de Carlos Bousoño, los cuales estudia y
convierte en libros de cabecera. Su poesía toma, a partir de entonces, un cariz
ya netamente amoroso, se concretan las influencias y su práctica es más
disciplinada. El día que se ha de examinar de preuniversitario arroja las gafas
al suelo, las pisa y decide hacer un plante a los estudios y no acude al
examen: “pues no veo”, dice. Ya hace unos meses que pasea por las calles
granadinas llevando bajo el brazo alguna carpeta en cuyo interior, día tras
día, se acumulan nuevos poemas que lee en los bares que frecuenta en animada
tertulia. Por esta época, una tarde, lo conduzco a unos bajos cercanos, en la Redonda,
donde está instalada la Academia que dirije Don Carlos Villarreal, y a quien presento
con la recomendación de que no le pierda de vista, pues ahí tiene, según creo, un
futuro grandísimo poeta. Don Carlos lee allí mismo alguno de los poemas de Fco.
Javier y le recomienda que trabaje con insistencia el verso y que no cese de
leer, la mejor enseñanza, y que allí lo encontrará siempre que lo desee para
darle su consejo.
En unos años retoma los estudios
de Preuniversitario, con vistas a examinarse de las pruebas finales, y sus
influencias poéticas ya se encuentran definidas en torno a los clásicos y con
el soneto como guía. Situado en este punto selecciona y ordena algunos poemas
que, estructurados, darán lugar al libro Serena luz del viento. Libro que publicará
la UGR en el año 1974 en su colección Monográfica, con ilustraciones de Juan
Jesús León y en el que demuestra su gran dominio de esta forma métrica: el soneto.
Este libro obtiene un accesit del Premio Federico García Lorca de la UGR del año
1972. Sobre estos asuntos, en carta fechada el 12 de febrero de 1972, nos
explicaba a E. Vázquez, Araceli, mi compañera, y a mí lo siguiente: […] “Yo me
examinaré el día 17 de este mes. Si los catedráticos están tan locos como dicen
está el mes de Febrero, quizás me aprueben. Mis actividades literarias siguen
sus cauces, aunque lentamente. Me voy a presentar al premio Lorca. Si sonara la
flauta y me cayeran 30.000 pts., allá por los meses de verano ardería Barcelona
por los cuatro costados. ¡¡¡Mucho pipí!!! “ […] […] “También escribo
últimamente un poco de prosa. Os mando un pequeño ensayito para que os
divirtáis un poco.” […] y finaliza recomendanado a E. Vázquez: “no seas
carapolla y escribe, pero poesía.” Y adjunta un ensayito sobre A. Camus, que les
leeré a continuación:
Escribe Francisco Javier:
El famoso ensayito:
[...]
La mención como accesit del
Premio Federico García Lorca de la UGR le anima de forma extraordinaria e
indaga por otros caminos y, aunque la temática amorosa persiste, aparece en sus
versos, con gran fuerza, la inquietud de tipo existencial, quizás ya presente
en el ensayito que les acabo de leer, junto con la escritura poética,
compulsiva y excesiva, mantenida, llegando a firmar y fechar poemas a diario, en
algunos casos 2, 3 e incluso 4.
En el año 1973 ya se desenvuelve
con soltura en el mundo cultural granadino y colabora con Juan de Loxa en su
programa radiofónico Poesía70, teniendo un encontronazo con la censura. Y
continúa, de modo persistente, indagando nuevas sendas para su poesía. En carta
de 5 de marzo de 1973, dirigida igualmente a E. Vázquez, Araceli y a mí,
escribe: […] “Yo escribo mucho, vivo mucho, bebo mucho. Pero mi equilibrio es
perfecto en todo sentido. Me siento terriblemente feliz y con grandes ganas de
vivir. Mi visión sobre muchas cosas ha cambiado radicalmente.” […] “Hoy he recibido
una carta de la Universidad en la que me piden con urgencia una fotografía y una
nota bio-bibliográfica con motivo de la inminente aparición de mi libro.
(Espero que sea tan inminente como se hace ver por la urgencia con que
reclaman). Granada sigue igual. Stop.” A esta carta acompañan un ramillete de
poemas —algunos de éstos aún se mantienen inéditos— que anuncian el que será su
nuevo libro, “A boca de parir”, que publicará, en 1976, en la colección Zumaya
de la UGR, con portada de Antonio Salvador. Con este libro abandona la
disciplina de la rima y conservo noticia de él por carta fechada el día 14 de
junio de 1973: […] “Mi poesía marcha felizmente. Os mando algunas cosas. He
encontrado (fijaros en el poema homenaje a Marcel Proust) un camino magnífico y
apasionante a la hora de desarrollar estructuralmente el poema. Pero tampoco hay
que quedarse en esto y veo una constante evolución tanto ideológica como
vivencial, instrumento imprescindible para cuajar la obra poética.” […]
En el año 1978, tan cercano el
recuerdo de la dictadura franquista, finaliza los diez poemas de Argentina 78,
en donde asoma una cierta politización en un grito desgarrado contra las
dictaduras latinoamericanas, personificadas en el general Videla; pero, aunque
su indagación le ha llevado a terrenos más politizados, no desembocará en una
poética de corte netamente social. Este libro, firmado en su manuscrito como
Fco. Javier Egea, será publicado cinco años más tarde, ya como Javier Egea, en
edición de La Tertulia y con dibujos del pintor argentino Ricardo Carpani. Tuve
noticia de él mediante una copia del original mecanografiado que me regaló al
finalizar su escritura.
En permanente y arrebatada
búsqueda de su tono poético, en 1980 se retira a La Isleta del Moro, en el Cabo
de Gata, y allí escribe parte del libro que significa su encuentro, al fín, con
la poética que llevaba buscando tantos años: una poética materialista,
resultado de la fusión de las enseñanzas teóricas del profesor Juan Carlos Rodríguez
enfrentadas a un modo “otro” de entender la poesía. De la Isleta del Moro regresa
con Troppo mare bajo el brazo y con un nuevo nombre: ahora es Javier Egea. De
su actividad lectora y deportiva, y de la recepción de la lectura pública de
parte de este libro, conservo noticia por carta de E. Vázquez de fecha 29 de
enero/ 20 de febrero de 1981: -[…] “Aquí encontré a la gente muy bien […] el
Quisquete, que se ha encojonado en que sólo hay que leer a Lenin y a Garcilaso
y al que no se le ve si no en La Vega haciendo más Km. en bicicleta que en su
vida hizo Jiménez Quiles […] “. – y, como digo, la lectura pública de parte de
este libro, en Granada al regreso de La Isleta del Moro, supuso un
acontecimiento en el mundo cultural de la ciudad; aunque permanecerá inédito
hasta que se publique en el año 1984, dos años después que Paseo de los tristes,
pero escrito inmediatamente antes que éste. Con él obtuvo el Premio González de
Lama de 1982 convocado por la Diputación de León y publicado por dicha
institución en la Colección Provincia, en el año 1984. Nos sigue contando E. Vázquez
en esta carta a Araceli y a mí:
[…] “No os podéis ni figurar el
cambio experimentado por la poesía del niñaco. En su último libro, del que yo
aseguraría que va a ser un campanazo de aquí te espero y que pronto os mandará
aunque no se ha publicado pero si parcialmente leído en medio de un éxito nada
frecuente en Granada, hace un verso largo, rico en imágenes, comprometido y en
el que funde de forma brillantísima, ideología y vivencias. (Cuántas veces me
he visto y os he visto a todos) con un paisaje desolador del que se puede salir.”
[…] […] “Ya juzgaréis al recibir el “Troppo mare”. […] […] “Lo leyó en el salón
de actos del palacio de la Madraza que registraba un lleno inusual en lecturas poéticas.”
[…] […] “Fue una lectura redonda cuya segunda parte, por romper el clima,
consistió en largar sus versos jocosos, “Hostióme el arcipreste” y otros, entre
los que se llevó la palma el ROMANCE DE JUAN LOBO […] Un abrazo / Enrique”
Y así llegamos al año 1982. Una
mañana leo en “El País” un artículo de Francisco. Umbral en el que narraba que
“el Premio JRJ había sido concedido a un particular”.En el artículo Umbral se
hacía eco de la concesión del premio a un poeta absolutamente desconocido —“un
particular”—, parece ser que dolido porque el premio no se le concedió a una
poeta que apadrinaba. Llamé a Javier para felicitarlo y reímos con gusto la
salida de Umbral que quizás, sin saberlo, estaba ya marcando lo que podría definir
la poesía de Egea, siempre nueva y alejada de los cánones de normalización. En los
que, en poco tiempo, iban a desembocar la mayor parte de los componentes de lo que
se dió en llamar “Otra sentimentalidad”, movimiento del que se le ha
considerado “padre” y que en 1984 desapareció como tal, pues la práctica
totalidad de sus miembros se integrarían en la llamada Poesía de la
experiencia, de la que Egea siempre se sintió muy distante. Finalizamos aquella
conversación con unas palabras que ahora me hacen sonreir: “¿Qué te parece el
gol que LES he metido, Pío?”
Pero, en todo caso y ante todos,
desde su “particular” poesía materialista, Javier, como anticipaba en el año
1972, “ESPERA” .
Muchas gracias.
José Luis Alcántara
Granada, 19 de mayo
de 2010