X
HAN pasado los años. Un teléfono suena
por helados pasillos.Bajo el agua, entre brumas,
ella detiene el dedo que busca otras espumas.
Abre los ojos. Duda. No merece la pena
contestar. Al fin sale. De pronto en los espejos,
ve resbalar un cuerpo desnudo, ve pasar
unas huellas mojadas... Por el auricular
llega una voz que tiembla como un astro a lo lejos.
- Conté los pasos, trece, marcados, hacia un norte,
con hielo de tus labios... - Por el balcón abierto
un viento ya olvidado le alerta los pezones.
- Cuenta otra vez -responde-; si pulsas el resorte
se te abrirán eternos mi piel y mi desierto:
y, al fondo, mi tesoro, con sus escorpiones...
Javier EGEA
(14.7.94)
Granada
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