miércoles, 19 de noviembre de 2008

CITA

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En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol alucinante,calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine - y a esta hora está muerta en el Depósito aquella cuyo cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeuntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compas de cuyas viejas notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y tenía los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz muy baja - se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían los astros
cuando murió de amor
y era como si oliera muy
despacio un perfume.
Pere Gimferrer La muerte en Beverly Hills

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