javier egea // PROSA varia 1969-1997 loslibrosimposibles granada 2009
No sé si la leucemia tiene algo que ver con el capitalismo. Supongo que sí. Comentaba Juan Carlos Onetti que no pudo o no quiso continuar en la lectura de El perseguidor cuando llegó a un pasaje determinado de este inmejorable relato. Posiblemente porque "él tampoco quería ponerse de rodillas". Yo no voy a comentar este párrafo ni su intención. Ahí están el cuento, Onetti, Charlie Parker, y su lectura. Preguntádselo a ellos. Pero lo que sí es cierto es que hubo un perseguidor de la coherencia, de la dignidad, de la batalla, del niño-adulto donde habitaba la eficacia del cronopio, de todos los Cortázar y cronopios que han soñado con otro mundo diferente, sin caer en la trampa tendenciosa de los que ahora sugieren -o afirman- que su compromiso con la historia era cosa de ingenuidad. Miren ustedes: su pretendido o ingenuo oportunismo coincidió curiosamente con la triunfante revolución cubana. Ahí están las últimas palabras que, según su segunda compañera, esbozó poco antes de morir: "Te aseguro que hago y haré todo lo que pueda para vivir. Créeme." Por eso los derechos de[l] autor de sus últimos escritos fueron testamentariamente destinados a la revolución sandinista. Sirvan estos balbuceos de un moribundo vivo -peligroso, revolucionario- para despedir a otro "desaparecido".
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OTRO "DESAPARECIDO"
OTRO "DESAPARECIDO"
No sé si la leucemia tiene algo que ver con el capitalismo. Supongo que sí. Comentaba Juan Carlos Onetti que no pudo o no quiso continuar en la lectura de El perseguidor cuando llegó a un pasaje determinado de este inmejorable relato. Posiblemente porque "él tampoco quería ponerse de rodillas". Yo no voy a comentar este párrafo ni su intención. Ahí están el cuento, Onetti, Charlie Parker, y su lectura. Preguntádselo a ellos. Pero lo que sí es cierto es que hubo un perseguidor de la coherencia, de la dignidad, de la batalla, del niño-adulto donde habitaba la eficacia del cronopio, de todos los Cortázar y cronopios que han soñado con otro mundo diferente, sin caer en la trampa tendenciosa de los que ahora sugieren -o afirman- que su compromiso con la historia era cosa de ingenuidad. Miren ustedes: su pretendido o ingenuo oportunismo coincidió curiosamente con la triunfante revolución cubana. Ahí están las últimas palabras que, según su segunda compañera, esbozó poco antes de morir: "Te aseguro que hago y haré todo lo que pueda para vivir. Créeme." Por eso los derechos de[l] autor de sus últimos escritos fueron testamentariamente destinados a la revolución sandinista. Sirvan estos balbuceos de un moribundo vivo -peligroso, revolucionario- para despedir a otro "desaparecido".
Javier EGEA // ARTÍCULOS Pág. 32
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