NADA QUEDÓ DE ABRIL...
Era distinto abril, entonces
había alegría y rastro de mejillones
en la escollera, canciones
a la orilla del crepúsculo, pretendientes
vanamente apostados en las esquinas
tras las persianas verdes remendadas,
tras los geranios alimentados con moñigos
de percheronres lentos, espiábamos
la variación anormal de la chaqueta a cuadros
Príncipe de Gales
los pañuelos de rayón
blancos como paloma en el pecho, zapatosde charol como bombillas negras, silbidos
largos, insinuantes, cuchillos de gasa sobre
la piel, si mamá se entera o vecinas
al acecho de honras ajenas
y más tarde
los gitanos del Bar Moderno, tamboril
de silla, canción de salmuera o la voz
del musclaire
arri Joan que l'arròs
s'està covant
felices tiempos de reyes asequibles,
Alfonso XIII borbónico y flemático pasaba
como pasan los reyes, con majestad,
por el ensanche
cuando íbamos a entregar los largos
calzoncillos de felpa a Inogar Hermanos
Confecciones
grises atardeceres de máquina Sigma,
Wertheim, Singer
Singer, me inclino por la Singer
cansa
menos los riñoes, pero una tarde de abril
entonces
en el rompeolas, compensaba trescientos
sesenta y cuatro días de viajes ensoñados,
haciendo calados, dobladillos, festones es posible
llegar hasta Suecia, John Gilbert y Greta Garbo
se aman tiernamente, respetuosamente, imposiblemente
la tabla de encarar
puede ser una vasta llanura de amores gauchos
y la curva para el vientre una ensenada
donde arranquen veleros olorosos en betel y especias
con marinos dispuestos a la muerte
por Jean Harlow
pero a veces
pasaban multitudes bocingleras por la calle
Visca
Macià qu'és català, mori Cambó qu'és un cabró
y papá habló con un marino de bigotes amarillos
en un mercante
sobre la hamaca la luna de Benicasim
era la misma que la de Mazarrón, llegamos
a un puerto entre rocas doradas, parientes,
fotografías animadas, tardes por la Glorieta
en sillones de mimbre, pay-pays de cartón blanco
con anuncios de Linimento Sloan
nada quedó del puerto,
grúas retorcidas, patrulleros hundidos, serones
cargados de alcaparras y girasoles, cascotes
de bombas misteriosamente humanizadas, se oían
caer después, ya de vuelta a la ciudad, como
una noche impuesta que se impone gritando
murieron
pretendientes y nadie descendió a la calle
al paso de los percherones
los geranios
se agostaron en cenizas amarillas
luego
volvieron otras tarde de abril, no aquellas
muertas
muertas ya para siempre
los gitanos perdieron duende, no
cantaban, tosían de noche bajo el relente, cuando
cosíamos tristes arreglos de vestidos viejos
para mutilados cuerpos de postguerra
incivil
inmutables, más allá de esta ventana, de esta
persiana, de estas macetas vacías como planetas
deshabitados,
los palos grises para tender
la ropa, azoteas de arenisca y ladrillos desportillados,
negras chimenas rotas
y amarillos jaramagos sobre tejados en erosión.
Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN / Una educación sentimental (1967)
DEFINITIVAMENTE NADA QUEDÓ DE ABRIL.
Pobre Rosa de Abril el mes más cruel
dibujada de muerte -hipótesis de la muerte-
entre mis manos tu rostro frío confirmaba
el silencio al que llevas mi memoria
memoria de mi infancia y tu postguerra
tu juventud agredida por los perros de la Historia
mi juventud agresora de tu institnto de vida
roja Rosa
de Abril el mes más cruel engendra
deseos sobre la tierra muerta mezcla
memoria y deseo mientras destruye abriles
que fueran promesa de eternidad
pero el viajero
que huye tarde o temprano detiene su andar
cuando la hipótesis del rostro de la muerte
se concreta en los límites de la primera
patria
el país pequeño de tu cuerpo reticulado
como fotografía sumergida en el recuerdo
de una mañana de abril -¿o fue una tarde?-
de la que nunca hubieras merecido regresar
huir en pos de una teoría de la huida
volver a tiempo de cuestionar el dibujo
de la muerte
si sólo fuera papel amarillo
carcoma dulce de consola
óxido blanco de saxofón
de plomo
o aventura imaginaria más allá
de los puntos cardinales gentes
disfrazadas de carnaval moarés
malvas comidos por mariposas
nocturnas
si fuera espantapeces garabato
en la página en blanco de mares
sin fondo donde anclar miedo y olvido
si fuera una payasa o un payaso
cuatro payasos disfrazados de fugitivos
podrida frontera de la piel insuficiente
si fuera espuma de rostros hundidos
EL DIBUJANTE HABRÍA ACEPTADO EL ROSTRO
DE LA MUERTE
pero eres tú rota Rosa de Abril
la que contesta la soledad moral de las estrellas
la que confirma el desenlace infeliz de las huidas
la que se lleva mi memoria me deja los deseos
a la deriva sobre los mares opacos del invierno
islas de quimera desde las que ya nunca
recibirás mis excusas escritas
entre dos cansancios
definitivamente nada quedó de abril
su sombra era tu sombra
mi viaje terminaba en tu muerte
pobre rosa de abril el mes más cruel
miente Historia miente la Vida
para otros ya
la memoria y el deseo inútiles tus manos
para reconocer mis rostros sumergidos
nunca
más te dejaré en tu rincón de madera
viajarás conmigo hasta mi muerte
rota rosa de abril ensimismada
como una abecedario de recuerdos deshojados
por la implacable lógica de los calendarios
entre las páginas de todo cuanto he escrito
los vencidos futuros encontrarán tu sombra
desdibujada en la usura mezquina
las palabras
incapaces de ser silencio grito dibujo
aproximado del rostro de la muerte
nada
nada quedó de abril siquiera el derecho
a su añoranza
Manuel VÁZQUEZ MONTALVÁN / Pero el viajero que huye ((1981-1990)
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