Solos, irremediablemente solos; he aquí la verdad. Subimos hasta el presente desde las remotas profundidades del océano del tiempo, semejantes a esas algas enormes que mezclan sus florescencias sobre la superficie líquida y se enlazan únicamente junto al fondo misterioso por los tallos que se hunden en las sombras de las aguas. Es el pasado, el tronco de los instintos primitivos, lo que nos une a nuestros hermanos. La flor de nuestra vida individual permanece interior y oculta. Cada uno de nosotros habita una isla desierta.
Rafael BARRETT Epifonemas, 1908
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