sábado, 6 de febrero de 2010

ATENTADOS CULTURALES (III)


ROMANCE DE LA FOSA HUECA

Para Pepa Fernanda y Adelinda,
musas sobre raíles

Las piquetas de los sabios

cavan buscando esqueletos

donde señala el inglés

y callan los herederos.

Un hedor de carne antigua

atrae a hienas y a cuervos

pero los sabios trabajan

en un túnel de silencio

y no hay humano que estorbe

ni de cerca ni de lejos.

Va el agua de Aynadamar

vestida de crisantemos,

llenas las ingles de espuma

y juncos el entrecejo.

Cavan y cavan y cavan

los científicos y un ciego,

si Tiresias de secano

profeta de medio pelo,

recita un romance antiguo

con dobleces de misterio:

“Halla en mis ojos la luz,

ten de mis labios consejo.

Lo que buscas ya no está,

que lo ha devorado el tiempo.

Esta tierra lo que oculta

son los miserables restos

de la merendica pobre

de un esforzado labriego:

la chapa de una cerveza

y un zancajo de conejo”.

Los hijos de los que antaño

pusieron su curvo dedo

en gatillos de revólveres

y labios para el silencio

se relatan entre risas

el fracaso con estrépito.

Una sombra de sospecha

envuelve a cultos y a legos.

Sólo llora, y a escondidas,

la nieta del buen maestro

don Dióscoro Galindo

que sigue sin digno entierro.

Un eructo de gintónic

invade el monte desierto

mientras el inglés desnuda

de medallones su pecho

y le devuelve a la Junta

de Andalucía el sombrero

con escarapela blanca

y verde que un día le dieron

por ensartar mil rumores

sin fin y sin fundamento,

mientras algunos repiten

que allí cerca están los muertos,

en el barranco de Víznar

tiritando entre sus sueños.

ANTONIO CARVAJAL



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