SIEMPRE
Merecía la pena andar aquel camino
con el vidrio molido en la garganta
y la sangre en los pies.
Gracias por esta voz como un cuchillo
limando la garganta,
gracias por estos ojos como una plaza grande
donde tomar el sol, por estas manos
terriblemente abiertas,
gracias por estos labios como un candil de oro,
por ese ventanal de pequeño horizonte en tus ojeras.
Javier EGEA
22 de julio de 1981.
(Inédito)
(Inédito)
vv.aa. PARA MIGUEL Centenario del poeta Miguel Hernández 1910-2010 pág. 17 / Atrapasueños editorial / www.atrapasueños.org
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