jueves, 22 de octubre de 2009

(RE)lectura de PAVESE, otra


GENTE SPAESATA


TROPPO mare. Ne abbiamo veduto abbastanza di mare.

Alla sera, che l’acqua si stende slavata

e sfumata nel nulla, l’amico la fissa

e io fisso l’amico e non parla nessuno.

Nottetempo finiamo a rinchiuderci in fondo a una tampa,

isolati nel fumo, e beviamo. L’amico ha i suoi sogni

(sono un poco monotoni i sogni allo scroscio del mare)

dove l’acqua non è che lo specchio, tra un’isola e l’altra,

di colline, screziate di fiori selvaggi e cascate.

Il sou vino è cosí. Si contempla, guardando il bicchiere,

a innalzare colline di verde sul piano del mare.

Le colline mi vanno; e lo lascio parlare del mare

perché è un’acqua ben chiara, che mostra persino le pietre.

Vedo solo colline e mi riempiono il cielo e la terra

con le linee sicure dei fianchi, lontane o vicine.

Solamente, le mie sono scabre, e sériate di vigne

faticose sul suolo bruciato. L’amico le acetta

e le vuole vestire di fiori e di fruti selvaggi

per scoprirvi, ridendo, regazze piú nude dei fruti.

Non occorre: ai miei sogni piú scabri non manca un sorriso.

Se domani sul presto saremo in cammino

verso quelle colline, potremo encontrar per le vigne

qualche scura ragazza, annerita di sole,

e, attaccando discorso, mangiarle un po’ d’uva.

HOMBRES DESARRAGAIDOS

DEMASIADO mar. Ya hemos visto bastante el mar.

Por la tarde, cuando el agua se extiende, incolora

y difusa en la nada, el amigo la observa

y yo observo al amigo, y mientras no habla nadie.

Ya en la noche, acabamos en el rincón de una taberna,

aislados entre el humo, y bebemos. Mi amigo tiene sueños

(son un poco monótonos los sueños junto al rumor del mar)

donde el agua es tan sólo el espejo, entre una isla y otra,

de colinas, salpicadas por cascadas y flores salvajes.

Su vino es así. Se contempla en el vaso,

alzando verdes colinas sobre el llano del mar.

Me agradan las colinas; y dejo que me hable del mar

porque su agua es tan clara que muestra hasta las piedras.

Sólo veo colinas y me llenan la tierra y el cielo

con las líneas seguras de sus perfiles, cercanas o distantes.

Tan sólo que las mías son abruptas, con estrías de viñas

fatigando el suelo abrasado. El amigo las acepta

y las quiere vestir de flores y frutas salvajes

para descubrir, riendo, muchachas más desnudas que los frutos.

No es necesario: a mis ásperos sueños les sobra una sonrisa.

Si mañana temprano nos ponemos en camino

hacia aquellas colinas, podremos hallar en las viñas

a una muchacha bruna, tostada por el sol,

y, comenzando a hablar, comerle un poco de uva.

CESARE PAVESE, del libro Laborare Stanca

(en Antología poética, Barcelona: Plaza&Janes, 1971, pp. 20-23

Versión de José Agustín Goytisolo)

K.

1 comentario:

Rocío dijo...

Guau! Me encanta! Hace un tiempo que vengo a leer aquí... Gracias por poner cosas tan lindas.

Saludos.