Pablo del ÁGUILA Poesía Reunida (1964-1968)
SILENE Granada 1989
SILENE Granada 1989
Nihil humanum a me alienum puto
Luego de haber dejado las lecturas de Hammett, Brecht, Josef Macek y otros,
me decido a vivir mi muerte cotidiana:
cuántas caras conservo en mi cartera junto a datos ha ya tiempo perdidos u olvidados.
Hago de tripas corazón y de todos mis miedos corazón
para, briosamente, relegar mis temores a la noche inmediata:
por las noches me vienen todas las caras juntas (y en cuanto a las ciudades, sólo algunas)
me vienen, pues son los avatares todos de una vida imposible,
de las posibles muertes que mañana, si acaso, serán ya letra impresa.
Seremos subjetivos hasta el último fin de nuestro origen,
hasta el primer final del destino no acabado:
y de resultas de este subjetivismo que nos los marca todo
(el amor, la tristeza
y hasta las limpias vueltas de todas nuestras prendas
interiores, camisas, calzoncillos, pañuelos...)
Como resultas digo de tantas cosas como, en fin, presiento
me vienen a la boca no sé cuántas palabras
y no sé cuántas manos de otros hombres que saben del dolor.
He salido a la calle
buscando algún café y algún otro lugar donde hubiese tabaco
y he recorrido las calles ya de vuelta
y aquí me he situado frente a un perenne flexo
y una perenne fuga entre mis dedos:
y mientras oigo cómo canta Joan Baez
"oh what a beautiful city"
trato de hacer memoria de todo lo vivido y olvidarme de todo lo vivido,
y ponerme a vivir según las costumbres nos exigen:
"verdaderamente vivo en tiempos sombríos"
y cómo remediarlo que es lo grave!
Y entonces reflexiono acerca de estas ansias homicidas
que desde hace algún tiempo me persiguen
para quedarme luego sin saber qué decir o sabiendo qué hacer pero no cómo,
intentando encontrar algún camino, dar salida a la rabia
y poner a sabiendas mi granito de arena frente a tanta miseria,
frente a tan muchas muertes como el orden que vivo nos depara.
Pensando en todo esto me acuerdo de las flores:
no deja de ser triste ver los campos baldiós,
o ver que sólo es humo la belleza de hogaño,
o reparar más tarde en que ya no es posible encerrarse en sí mismo
o en hacerles el juego, señores que no observan:
se percibe en ustedes un cierto olor a crimen,
un cierto colorcillo de verdugos y un como extraño amor a la injusticia
que me hace señores y señoras odiarlos sin remedio.
He dormido unas horas
y mientras me levanto tomo el firme propósito
de ser tan imposible como pueda en tanto que vosotros seáis posibles.
Después, durante un tiempo, me ocupo de mis cosas: hice lo que habitúo:
pensar en el mañana, leer algunos libros,
fumar de madrugada, por las tardes fumar
hablando mientras tanto de que seremos libres,
de que no volveremos nunca a ser esclavos,
de que es mejor morirse que embriagarse con sangre de los otros.
Me decido a acabar lo no empezado
y hubiera yo querido
tener sobre mis manos un pan que fuese eterno
y también, cómo no, enseñar a vivir a vuestros hijos,
decirles que sus brazos son mis brazos
y, muy posiblemente, los brazos de sus hijos.
Vuelvo luego a mirar lo que nos queda y recuerdo mi vida en los objetos,
en viejas cosas idas que un día me fueron dadas.
En momentos como éste, una antigua tristeza amarillea por las puertas de las casas vecinas
y se olvidan palabras que dijimos.
Después me quedo solo,
releo otra vez las crónicas diarias,
y ante tanta injusticia y tan patente
me decido a acostarme, compañeros humanos,
y procuro
fijaros largamente en la tibia retina de los ojos
y en la memoria ajena de todo mi existir junto a vosotros.
Pablo del ÁGUILA
Pablo del Águila nació en Granada el 2 de Diciembre de 1946. Cursó sus primeros estudios en los Salesianos de su ciudad natal, y el bachillerato en el colegio de San Estanislao de Miraflores del Palo (Málaga). En 1964 comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada. Se traslada a Madrid en 1966 con el objetivo de seguir la especialidad de Filosofía Pura. Durante su estancia en la capital reside en el Colegio Mayor San Juan Evangelista. Transcurrido un año, regresa a Granada. Su facilidad para los idiomas le lleva a conocer el árabe, inglés, italiano y francés, además del latín, lo que le permite colmar su avidez de lector infatigable con obras aún no traducidas en España. Su fino humor, entre irónico y generoso, no disimula su profunda angustia existencial. Portador de una solidaria inquietud social, nada humano le es ajeno. En la cima de su implacable lucidez, muere en Granada el 23 de Diciembre de 1968.
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