Carlos BAUDELAIRE Las Flores del Mal Librería Española y Extranjera Francisco Beltrán Madrid Precedida de una noticia biográfica por Teófilo GAUTIER y Traducidas en verso castellano por Eduardo MARQUINA
CXXXIII
Epígrafe para un libro condenado
Lector apacible y bucólico,
hombre de bien, discreto y sano,
tira este libro saturnianano
orgíaco y melancólico.
Si no estudiaste ciencia pura
con Satanás el gran Decano,
no se aguantará en tu mano
este parto de mi locura.
Pero si sabes contemplar,
sin espantarte, los abismos,
lee y aprende á amar.
Alma que vas buscando abrigo
y sufres mis dolores mismos,
¡apiádate!... si no te maldigo.
Sobre "Las flores del mal" (*)
A algunos censores.
Estas horribles flores de Carlos Baudelaire-¿habrían de perderse, deshechas en el viento de la cólera?-¡No, señores! Lo real es aquí el sujeto.-¿Destruiréis la imaginación, porque destruyáis el espejo?-Después de todo, esta pintura no es una apología.-El peligro esencial es disfrazar una sucia orgía-de sarao brillante; es la serpiente hipócrita-pensada con hiel y escrita con perfume-es la uña venenosa que ha de oradar un guante;-es la úlcera que se recubre de blanda seda-es un cartel devoto, á la puerta de un barranco impuro.-Todo esto subleva y hace sangrar-el corazón bien nacido.-Pero, el libro que graba en su portada, Flores del mal,-¿no dice con noble franqueza lo que lleva dentro?-Su nombre le cierra la puerta de los conventos y de los salones-y, excepción sombría, como ciertos tratados-de los doctores de la Iglesia ó de la Facultad-proclama en alta voz, desde las cubiertas-que el mundo debe andar con él prudentemente-y que, finalmente, no dice su horrible leyenda-más que al filósofo artista ó al pensador erudito.
Los libros tienen su círculo prefijado. El Evangelio-es para todos los hombres; para buen número de ellos, Virgilio;-Juvenal, para muchos, y otros autores para algunos.-No todos los remedios convienen á todos.-Pero ¿será necesario, por este motivo, suprimir las recetas-que sólo convienen á veinte cuerpos ó á veinte almas?-Además, Las flores del mal, ¿qué mal pueden hacer?-Su lengua es el verso... y el verso no goza de gran favor-es un preservativo, un muro inaccesible:-en verso, es imposible el contagio.-A no ser quer alguien los cante... pero no es este el caso-ó que los imprudentes y los excesivamente delicados,-al denunciar la cosa á los necios á quienes electrizan,-pretendiendo castigarlo, lo hagan popular.-Por lo demás, el arte es un velo y nadie ignora-que toda poesía es casta, en su desnudo.
Y, sobre todo, en estos amargos tiempos-cuya llaga no logra cicatrizar bálsamo ninguno,-se hace necesario sondarla en su profundidad-y, como único antídoto, poner al descubierto todo su horror.-Ya conocéis á aquel padre que había agotado las razones-para con su hijo, sordo á sus súplicas-y que tenía cogido entre sus garras el libertinaje.-Cansado de ver que su ejemplo y sus consejos no servían para nada-el padre condujo un día al hijo al hospital de mujeres-y sobre los infames lechos,- mostrándole la tortura y el horror de la carne,-¿ves, le dijo, cómo pagan caros sus placeres?-Desde allí, se lo llevó al hospital de los hombres, sus cómplices,-y castigó sus ojos con el mismo cuadro de suplicios.-Y (lo que no habían logrado plegarias ni discursos),-lo realizó el espectáculo del mal que nombramos con temblor-y desde entonces volvió al buen sendero, el muchacho en delirio.
Esta terrible misión es un derecho de la Lira.-Tiene este derecho contra cada vicio-y el poeta, a su vez-tutor desdeñado de un siglo empedernido en el mal,-debe amasar bravamente como un extraño bálsamo-(cínico por virtud), la sangre con el fango-seguro de horrorizar por lo menos aquellos á quienes no conmueva.-Este fué el emperismo en que tú te complaciste.-Baudelaire, este tu heroico y salvaje sistema-que el mundo distraído puede herir con su anatema-porque sin profundizarlo libre de prejuicios-no es fácil concebir su amarga necesidad.-Tú colocaste un gran talento al final de un gran valor,-y atravesaste de este modo la tempestad formidable.-Con el tiempo te lo tendrán en cuenta; no se puede-condenar todo un camino, por sólo algunos pasos mal dados.-El alma es un negro misterio y, tal vez la tuya-encierra entre sus pliegues, toda la ley cristiana.-Sólo que, créeme, debes aligerarla-y hacerla pasar rapidamente por los campos del mal-y, lejos de este sombrío infierno, irte, fiado en tus alas-abiertas en la región del resplandor eterno,-para abordar finalmente, con el corazón absuelto y convalenciente,-el Paraíso profundo de Dante Alighieri.
Emile DESCHAMPS
Versailles, 12 Agosto 1857.(*) Del Apéndice.
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