Y la muerte nos llama desde el poema como su única posible realidad. Malraux dijo: "sólo la muerte transforma la vida del hombre en destino". Nosotros diremos: sólo la muerte transforma el poema en poema.
Como decía Derrida, todo poema corre el riesgo de carecer de sentido y no sería nada sin ese riesgo. Y más que la muerte lo que nos produce miedo es, como decía Elliot, el terrible momento de no tener nada en qué pensar. Nada en qué pensar, nada que hablar ni nada que sentir: sólo un terrible y bello pesanervios.
Porque la belleza es un absurdo y no responde a ninguna lógica. Y ello, no sólo en la belleza del poema sino la belleza física del hombre, que es tan absurda e inexplicable como el poema. Tan absurda e inexplicable como el espíritu, aunque ciertamente la inspiración existe. Y la inspiración es un dato que contradice lo real, que se burla de lo real, que ríe del espíritu y ríe para destruir la realidad. Porque la realidad no es pura y se llama camarero o Epicelia.
Así el claquear de mandíbulas del llamado esquizofrénico y su risa inexplicable es un acto canibálico como el poema quisiera ser: un acto canibálico, un intervalo en la desesperación, como un porro que suspende la vida.
Leopoldo María PANERO
Las Palmas, 17 de marzo de 2000
Las Palmas, 17 de marzo de 2000
Prólogo a su libro Teoría del miedo Igitur/poesía MONTBLANC (Tarragona) 2000
TEORÍA DEL MIEDO
No sé si tortuga o tumba
muerto o vivo, muerto o vivo
no sé si ángel o desastre
muerto o vivo, muerto o vivo
no sé si espíritu u oruga
muerto o vivo, muerto o vivo
no sé si alucinación en lo oscuro
o premio para el desastre
la vida es un mal pensamiento
este poema que aún supura.
Leopoldo María PANERO
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