miércoles, 22 de julio de 2009

TRISTAN TZARA

II

la tierra me tiene apretado en su puño de tempestuosa angustia
¡que nadie mueve! se escucha en el momento abrirse paso el vuelo de la mosca
y reunir la jornada en búsqueda de un fin
encerremos en los pañuelos los minutos que nos separan

*

¡arriba las manos! para acoger al ángel que va a caer
deshojarse en nieve de luciérnagas sobre vuestras cabezas
cielo debilitado por el viento que tanto ha soplado
nosotros pagaremos los sufrimientos las innombrables deudas

*

La estación se espesaba con juego de silbatos
tantas voluntades nadan en la amarga densidad
que el timbre conduce la oleada roedora
con las negras y fétidas indignaciones las entrañas espumosas de la tierra
a las superficies aterciopeladas hacia qué objetos bebedores de esperanzas
que han comprado el precio de lentas simientes
ornadas con los atributos de los cuerpos de los oficios
que se bebe en los abrevaderos con resoplidos sórbidos marinos de caballo
que se caza en círculo en los picaderos aldeanos
que se fuma la pipa vieja de águilas
que se guarda pasiones de hogares que fuman la tarde
entrevistos en los hielos presentidos en el corazón de las piedras
al fondo de los pozos de petróleo sobre colchones de graves limones
en los trojes donde la vida se mide por el grano
moscas claras primas de las aguas sentadas bajo el sol

*

hombre aproximativo como yo como tú lector y como los otros
montón de carnes ruidosas y de ecos de consciencia completa en el solo pedazo de voluntad
tu nombre transportable y asimilable cortés por las dóciles inflexiones de las mujeres
diversos incomprendidos según la voluptuosidad de las corrientes interrogadoras
hombre aproximativo moviéndote en los poco más o menos del destino
con un corazón como maleta y un vals a guisa de cabeza
vaho sobre el frío hielo tú te abstienes de verte a ti mismo grande e insignificante entre las joyas de escarcha del paisaje
sin embargo los hombres cantan en corro bajo los puentes
del frío la boca azul contraída más lejos que la nada
hombre aproximativo o magnífico o miserable
en la niebla de las castas edades
habitación a poco coste los ojos embajadores de fuego
que cada uno interrogue y atienda en el forro de caricias de sus ideas
ojos que rejuvenecen las violencias de los dioses ágiles
saltarín al disparo de los resortes dentarios de la risa
hombre aproximativo como yo como tú lector
tienes entre tus manos como para lanzar una bola cifra luminosa tu cabeza plena de poesía

*

gesto redondo de las manos que ofrecen al aire la imagen
alerta ruiseñor que cierra el circuito de tu alegría
en el resplandor agudo de las plantas te equivocas tú mismo
el más secreto de todos eres tú el más lejano
tú te alzas hasta los perfectos acordes sobre los mástiles astrónomicos
te sacias de incestuosas andaduras sobre los caminos de los calvarios
tu envidia surge del estricto simulacro
que ciñe el tiempo en la bolsa de tu vida
vida que no concibes más que en ejemplos probados
mientras que tú envejeces sin saber porqué se enmohecen los pernios de tu cabeza
se estiran las articulaciones se empapa como la hoja bajo la lluvia la vanidad
avaro cierras tan fuertemente la puerta que tus uñas penetran en la carne
las sombras garganta donde se amontonan las nubes
donde el orgullo insaciable no sabe enfriarse
tiene ya hacia el prado de la muerte en holocausto su delirio en lontananza
y el agua siempre fresca en la confluencia de tus amores

*

las líneas de tus manos callosas que en tu conocimiento un ángel traza
sobre su trayecto le tienen provisto de todos los éxitos terrestres
lo desdibujado de tu falsa vida los destruye y ensucias lo que tocas
te encenagas en el estertor y el oro de los mensajes incandescentes
de la vida no te queda nada más que la destreza de una evasión fallida
y por tanto la noche deshace en su seno los nudos de las esquilas de las estrellas
la osatura acompasada de los andamiajes musicales arrojados sin orden
sin embargo los hombres se estrechan alrededor bajo los puentes
y en los álbumes fotográficos hojean las tardes de calor mediocre
entre tantos amargos botones que el recuerdo hizo punzar alrededor del mantel sordo
defiende a dentelladas tu pedazo de mundo para adormecerte de un sábado a otro
anónimo y escarnecido en el secular alimento de tu raza
sin embargo los hombres cantan en corro bajo los puentes
y destrozan el nido de las meninges raspan
para descubrir escondida al fondo la fresca naranja de su cerebro

*

a los furores de nieve que en el momento hace su erupción de remordimiento y de tortura
que la sambre brotase en ti de la más nueva boca la astronomía
y se extiende en cada célula de las prisiones anatómicas
que los minutos hormiguean en el saco de los pulmones siembran los prados
de los asilos de ancianos las terrazas de billar de mucho rango
que el crimen en fin florece joven y fresco en sordas guirnaldas a lo largo de las casas
engrosar con sangre las aventuras nuevas las cosechas de futuras generaciones
las águilas disolviéndose como el azúcar de los días pasados en el tazón del océano
volando de una flor a otra con unos pétalos de piel sobre las alas
insectos o microbios que cargan de sufrimiento los lechos las estaciones
los ácidos sueños arrastran como bestias en pena nuestros esqueletos
y nos llevan hacia ellos pendidos en el sueño colgando en la grúa del puerto celeste
dulce de sol putrefacción sin cuervos ni versos en el blancos invencible inmaculada

Tristan TZARA El hombre aproximativo Visor Madrid 1982 Traducción y prólogo Fernando Millán

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