sábado, 23 de agosto de 2008

JOSÉ HIERRO

El poeta José Hierro

No deja de ser curioso que en estos tiempos de realismo, tecnología, pragmatismo (...), un mundo falto de ideales y generosidad, proliferen las sectas religiosas (...) Y es porque los seres humanos necesitamos lo espiritual y misterioso, lo que se niega a la razón. Somos -dijo el poeta- icebergs del que emerge una sola de sus diez partes: nueve están sumergidas. Y es ahí donde está el origen de la poesía, y del amor, y del sentimiento de la vida y de la muerte.
José Hierro (ABC, 7 de septiembre de 1995)

V. SENCILLEZ

Y A LAS NOCHES SUCEDEN
los días; y a las lluvias
los soles. Y no hay nada
que dure más que espuma
sobre arena, o relámpago
entre nubes, o música
en los aires, o luz
sobre las hojas húmedas.

Y todo pasa, y nada
que sea nuestro dura.
Todas las cosas llevan
dentro de sí su tumba.

Es preciso caer
malherido en la lucha.
Amar mucho. Sentir
mucho. Mirar la luna
ascender muchas noches
teniendo el alma a oscuras.

Qué palabras nos llenan
entonces de hermosura.
Qué vieja ciencia sabe
desvanecer las brumas.
Cuántos instantes muestran
su evidencia desnuda.
Cómo se encierran todas
las verdades en una.

Mirad: la primavera
ya vuelve. Ya se anuncia
en las yemas del álamo,
en las aguas profundas.
Cielos azules. Vidrios
transparentes. Verduras
inmensas. Lejanías
de playa y humo...

Nunca
lo entendimos. Miramos
hoy la vida que apunta:
margaritas de oro,
campanillas de bruma.
Qué sabor nuevo tiene
todo, como si dudas
y espinas no existieran.
Como si la hermosura
vieja hallara en el alma
vieja su concha justa.

Se ve el ayer -tan lejos-
constelado de agudas
espinas, y se siente
como dolor de turbias
riadas que llevaron
nuestra mejor ternura.

Ahora vuelve a ser todo
sencillo y claro. Busca
su centro el alma y tiene
su centro en las menudas
evidencias. La mina
se encierra en la confusa
realidad que pisábamos
y que no vimos nunca.

Así es todo de nuevo
sencillo, se desnuda
maravillosamente
mostrando su hermosura.

Es hora de cantar,
mas la boca está muda
ganada por la mansa
sensación de ventura.

José Hierro "Con las piedras, con el viento..." (1950) Antología poética 1936-1998 Edición de Gonzalo Corona Marzol ESPASA Col. Austral nº 306 págs. 61, 150-152 Madrid 2001

miércoles, 20 de agosto de 2008

MENTIRAS

Más de cien mentiras

¿Qué sucede con la izquierda cultural, la de los escritores, la de los dramaturgos y poetas, la de los músicos, ensayistas y periodistas, cuando deja de estar en la trinchera, cuando se le abren las puertas del reconocimiento, de las televisiones, de los consejos de redacción? Este es un artículo sobre lo que podría estarle ocurriendo hoy a cierta izquierda cultural en nuestro país. Me impulsó a escribirlo el debate que suscitó la publicación de mi última novela, en donde planteo la posibilidad de defender la revolución cubana. Un debate marcado por la ausencia de argumentos, como si Cuba, igual que la crítica de la economía de mercado o la explotación, fuera sólo uno de esos temas a los que una parte de la izquierda ha renunciado y entonces qué, ¿por qué lucha esa izquierda? ¿qué defiende? ¿para qué se sigue llamando izquierda? A partir de esas preguntas surgió la siguiente historia.
"Tenemos urgencias, amores que matan, tenemos silencio, tabaco, razones, tenemos Venecia, tenemos Manhattan, tenemos ceniza de revoluciones", cantaba Joaquín Sabina en el año 94. Más de cien mentiras, se titulaba la canción y había en ella, me parece, la voluntad de dar cabida, como en un himno laico, si esto es posible, a un determinado grupo social sin duda significativo. Un grupo que tenía el lujo de no tener hambre, que se encontraba cómodo con ciertas referencias -guerras de Macondo, gángsteres de Coppola-. Dueño de un alma en oferta que nunca vendimos, ese grupo era tal vez parte de la izquierda cultural de este país y, como en la canción, fue aprendiendo, cosa curiosa, a hacer de no tener ninguna bandera su bandera. Más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena. ¿Quién puede discutir esto? ¿Quién no desea y a veces necesita y sabe como consuelan las mentiras de amor o de camaradería, las mentiras de azares y risas y noches que valen la pena?
Ese grupo cantó aquella canción y han seguido pasando los años. Ahora quizá ya no tenemos tabaco y tal vez aquel alma en oferta, en algún rato malo, la vendimos.
Porque ese grupo, esa parte de la izquierda cultural, ocupa, ocupamos, si no todos, muchos de los espacios del discurso público. Queríamos hacer algo. Teníamos miedo a las grandes palabras, teníamos miedo a las frases dichas en voz alta pero, aun si fuera en voz baja, queríamos hacer acaso algo más que repetir e impartir hasta el cansancio la lección de que no hay que dar lecciones.
Creíamos que, por confusos que los demás dijeran que estaban los tiempos, sí había una diferencia entre la izquierda y la derecha.
Once años antes de que Sabina cantara su canción, Raymond Williams había escrito sobre las movilizaciones relativamente grandes en torno a temas como el pacifismo, los derechos de los homosexuales, los derechos de las mujeres. "Se produce una aparente asimetría entre estos avances reales", decía Williams, "y las persistentes mayorías de otro tipo: conservadoras (en más de un partido), consumistas (...) No es momento para el desencanto o las recriminaciones", seguía, "Lo único que importa es entender cómo puede suceder esto, y de hecho no es nada difícil entenderlo Todas las presiones decisivas del orden social capitalista se ejercen en una gama muy estrecha y a un plazo muy corto. Hay un empleo que conservar, una deuda que pagar, una familia que mantener. (...) Incluso los planteamientos que obtienen una respuesta más amplia quedan marginados cuando se enfrentan con este núcleo duro de lo social. Además, lo que generalmente se experimenta dentro de él, ya que está allí para que así sea vivido, es una prudencia, un abanico de intereses a la vez prácticos y limitados, una renuncia a dejarse perturbar, una contabilidad cauta y unos cálculos a muy corto plazo".
La izquierda de los cien motivos pensaba que, más allá de los hermosos gestos en donde no resulta difícil coincidir con la derecha, era posible trabajar sobre el núcleo duro de lo social, haciendo que el miedo fuera menor, haciendo que las causas del miedo, la voracidad, el modo de producción, poco a poco se transformaran y desaparecieran.
Volviendo a las canciones, en 1979 Silvio Rodríguez preguntaba: "¿Dónde pongo lo hallado en las calles, los libros, las noches, los rostros en que te he buscado?". Es una pregunta importante porque la izquierda, al menos la izquierda cultural, en el camino de buscar esas cien palabras que la distinguieran de la derecha, encontró algunas cosas que a lo mejor no sabe dónde poner. Hemos ido llenándonos de cosas: columnas, secciones, contratos, tribunas, trabajos con productoras, con editoriales, programas en los medios, amigos que no imaginamos, aliados que tampoco imaginamos.
Quizá fue entonces cuando parte de esa izquierda vio que podía no seguir andando, que todo el mundo se para alguna vez y acaso ella también podría detenerse. Y lo hizo. Se detuvo. Olvidó que los derechos humanos, en los que tan sencillo era coincidir con la derecha, fueron y son fruto de una legitimidad revolucionaria. Olvidó que podía resultar hipócrita y sangrante llenarse la boca con esas dos palabras, derechos humanos, desde países en donde se daba por sentado que, en la práctica real, los derechos eran cuestión de suerte o de éxito, en países donde la única ley universal que en verdad estaba vigente era la ley de sálvese quien pueda. Olvidó que hay una isla, a la que tan falso y tranquilizador resultaba arrumbar llamándola "dictadura de izquierdas", una isla en donde se luchaba precisamente porque los derechos humanos fueran en verdad derechos y no privilegios ejercidos sobre el fracaso de otros. Una isla en donde se nos recordaba que nada de lo que aquí disfrutamos tiene sentido ni es justo si, en palabras de Santiago Alba, "su disfrute no es formal y materialmente universalizable".
Puestos a olvidar, cierta izquierda cultural española olvidó también algunas cosas como la independencia de los medios de comunicación y la necesidad de reclamar esa independencia aunque sólo fuera en forma de tensión, de reivindicación permanente que incidiera en la legitimidad. Ocurrió entonces que en un medio que se autotitulaba independiente, El País, un crítico literario, Ignacio Echevarría, osó criticar una novela publicada por una editorial, Alfaguara, de la que era propietario el mismo grupo dueño del periódico. El crítico fue bloqueado y la izquierda cultural permaneció callada. ¿Qué le importaba la crítica, el valor, el ejercicio del discernimiento? ¿Para qué lo quería la izquierda cultural ahora, ahora que ya había llegado? ¿Por qué no iba a decir ahora la izquierda cultural, como otros habían hecho antes que ella, decir, aunque fuera por omisión, "disparen sobre el crítico" o el mejor crítico literario es el crítico muerto?
Y en los días más largos la izquierda cultural amanecía sobre sus propias contradicciones, pero ya no podía verlas, y se encontraba de pronto argumentando sobre excepciones culturales sin atreverse a argumentar que la razón de que esas excepciones fueran necesarias era precisamente la regla, era la regla de la economía de mercado lo que la izquierda cultural no quería para ella misma, para sus productos, para sus obras, y sin embargo había renunciado a discutir para el resto.
Parece que fue así, parece que una parte de la izquierda cultural se detuvo, o nos detuvimos. Porque lo cierto es que hoy, que estamos en tantas partes, sigue presente la impresión que tenía Raymond Williams. Avances reales en algunos asuntos, pero conservadurismo, prudencia y miedo en el núcleo duro de lo social. ¿Por qué cuando tenemos casi todas las columnas, casi todas las tribunas, los libros, la música, no es éste un país donde se esté debatiendo el núcleo duro de lo social? ¿Por qué las más de cien mentiras dejan de ser un símbolo y se convierten en una realidad cuando se habla de Cuba, cuando se habla de Palestina, cuando se habla de Bolivia o de Venezuela?
Es una grave mentira afirmar que los 75 dididentes cubanos, condenados por atentar contra la independencia del Estado cubano y por colaborar con la Ley Helms Burton, fueron a prisión por "pensar distinto", como se afirma desde la derecha. Es una grave mentira de entre otras muchas que circulan y que la izquierda oye en silencio, pero el silencio a veces suena y trae palabras que no estaban en la canción, a lo mejor cansancio, rendición, abandono.
Si la izquierda cultural no quiere que le pidan banderas, ni proyectos, si estamos tan cansados y las cenizas nos impiden ver, quizá al menos podríamos, junto a las cien mentiras, buscar unas pocas verdades pequeñas, escritas con minúsculas. Verdades que están en los documentos. Verdades que la izquierda cultural a veces conoce y olvida, y otras ni siquiera se toma el trabajo de buscar y de encontrar.
LLámese cobardía a esta esperanza es el título de un interesante libro de Günther Anders. En ese filo siempre, queriendo que sea sin cobardía y con esperanza, a veces pensamos que aún hay tiempo. Que además de cinismo, locura, deseo, que además de garitos, moteles, pudores, que además de la niebla metida en los huesos tal vez vaya llegando el tiempo, otra vez, de sacar a Beltorlt Brecht de las estanterías, de poner en práctica sus instrucciones acerca de cómo vencer los cinco obstáculos para decir la verdad. Pensamos que aún hay tiempo y recordamos, con Brecht, que nuestra discordia complace a la derecha.
Pero si no la hubiera, si ya no hubiera tiempo y fuera ya tan tarde. Si hubiéramos encontrado demasiadas cosas en el camino como para dejarlas unos minutos, como para olvidarlas durante esos pocos minutos que lleva el trabajo de contrastar los datos que se publican. Si las cien mentiras fueran nuestro único objetivo y los cien motivos para no cortarse de un tajo las venas, nuestro propósito; si no fuese a importarnos nunca más la extrañeza de coincidir, de en tantas causas y proyectos y juicios coincidir con la derecha. Entonces, si fuera ya tan tarde, esa izquierda cultural que no quiere banderas, ni revoluciones, que teme a las verdades aunque sean pequeñas y al autoritarismo, entonces esta izquierda tal vez pudiera hacer un acto libertario, pues pienso que libertario acaso sea una palabra a la que no tememos todavía.
Entonces, tal vez, acaso pudiéramos ceder un 5% de nuestros espacios, una columna o dos al año, una tribuna libre o dos, un rato o dos en los programas, diez páginas de un libro a la otra izquierda que también existe, que trabaja en colectivos de muy distinta clase, que aun se preocupa por el núcleo duro de la explotación y que, además de las cien mentiras que le consuelen, busca tres o cuatro pequeñas verdades para no traicionar.

Belén Copegui. El Mundo [Madrid], 16 de noviembre de 2004, págs. 4-5; La Jiribilla [La Habana], III.194 (22/28 enero 2005)[=www.lajiribilla.cu]; material crítico ICILE Ediciones Loslibrosde Octubre Granada 2007, págs. 69-75

BASURA...


...FLOREADA

Canción de los parias

basura floreada
mentira cochina
cochina saciada
con paja muy fina
palabras palabras
recuentos y cifras
discursos programas
qué gasto en saliva

nosotros los parias
nos da mucha risa
las vuestras patrañas
de poca inventiva
nosotros chatarra
de vuestras alquimias
amamos las vacas
con ubres bonitas

vendemos chorradas
y bolsas de pipas
pelito de rata
y medio turista
comemos entrañas
asadas o fritas
de tontos sin gracia
de clase exquisita

nosotros la sarna
sin gusto que pica
picamos las nalgas
de excelsos puristas
cantamos arañas
bacterias y espinas
concretas abstractas
y uva maligna

no damos la lata
que está prohibida
las cosas bien claras
no sea que digan
y aquesto se acaba
echamos cortina
mal rayo nos parta
y a usted lo bendiga

Luis Eduardo Aute
Canciones y poemas, Madrid, Eds. Demófilo 1976

lunes, 18 de agosto de 2008

TENERLO CLARO

[...]
-¿Le preocupa que su nombre no aparezca en los libros de literatura?
-No, ningún poeta es imprescindible. De todas maneras en los libros de texto aparecen muchos poetas que no lo merecen.
[...]
- Si un joven quiere meterse a poeta, ¿a dónde tiene que dirigirse?
-En principio lo que tiene que hacer es leer mucho. Después rodearse de gente de su confianza para que opinen, porque una cosa es escribir y otra publicar. Con el 10 % de lo que hoy sale a la calle ya es suficiente. Yo tengo la impresión de que leo el mismo libro escrito por diferentes autores. Escribir puede que sea fundamental, pero publicar no.
[...]
-Modestia aparte, ¿poesía soy yo?
-Claro... la poesía es mi mejor consuelo.

Javier Egea
. Entrevista de Carlos Morán para IDEAL lunes 30 de noviembre de 1992

sábado, 16 de agosto de 2008

ESCANDIDO

Escandido
Solitario mirando por la ventana

Tarde abúlica de llovizna y bruma
el día se va a la cama sin haber dado golpe
los árboles se arman de paciencia
siempre apoyados en el mismo pie
el aire se aspira y espira a sí mismo con fatiga
las luces de los autos se enternecen
formando y deshaciendo cadenciosas figuras
como queriendo hacer una belleza
por los cien ojos rasgados
todos ellos en blanco
de sus reflejos diluidos
el suelo alza hacia el cielo sus cien miradas ciegas
nadie llegará nunca ni en mil años
hasta las lucecitas remotas de los cerros
que callan resignadas anidando en un humo
el tiempo lo pospone todo
el presente le da todo a la paciencia
hoy no cuenta
la vida se queda ociosa con el rostro chorreando
las horas dejan pasar las horas
pero no hay que cerrar la espera
todos los días cuentan
este rostro del mundo es rostro verdadero
es real su pasión de irrealidad
su lasitud de todo nos persuade no nos disuade
no hay que cerrar la cuenta
no hay que dejarse disuadir de dejarse persuadir
soledad no me disuadas
soledad divinidad desmantelada
diosa-perra-sarnosa
de mirada encharcada de brumas y lloviznas
no es la vida lo que borra tu bostezo lacrimoso
sino tus propios ojos repudiados
anciana herida y culpable persuádete
déjame ser amigo de esta tarde taciturna
hay una dicha musitadora tras la bruma
el mundo ve visiones en su penumbra recluida
hay roces de llorosas mejillas refrescantes
entre los tallos en los pálidos jardines
hay mucha alma con los ojos bajos en el vaho
hay mucho peso vivo en el húmedo abandono
soledad no seas envidiosa
somos tú y yo los que no conducimos a nada
es nuestro lazo agrio el que es mentira
bajo la lluvia apagada y tenaz el mundo boga
barco fantasma que deja una estela narcótica
y llama a la añoranza con voces de sirena
soledad anunciadora de desgracias
no me tengas aquí haciendo tu tarea inventada
tu rasposo ganchillo para matar el ocio
para matar el tiempo para matar el nacimiento
no me dejes perder esta cita intrigante
esta hora empapada de rezumante tiempo
estos labios de agua donde besar los adioses
este rostro del mundo velado y persuasivo
sé que me harás volver que tú eres la más fuerte
pero no me hagas decir que mientras me recluyes
no pasa nada
Tomás Segovia Cantata a solas

viernes, 15 de agosto de 2008

OJOS

T. S. Elliot


Ojos que vi con lágrimas


Ojos que vi con lágrimas la última vez
a través de la separación
aquí en el otro reino de la muerte
la dorada visión reaparece
veo los ojos pero no las lágrimas
esta es mi aflicción.

Esta es mi aflicción.
ojos que no volveré a ver
ojos de decisión
ojos que no veré a no ser
a la puerta del otro reino de la muerte
donde, como en éste
los ojos perduran un poco de tiempo
un poco de tiempo duran más que las lágrimas
y nos miran con burla.

T. S. Elliot (Traducción de José Mª Valverde)

PRECIO


"En realidad, la posición de Baudelaire en Francia es la del poeta excéntrico cuyo talento literario nadie discute pero a quien asimismo nadie -excepto su pequeño grupo de amigos- desea contar entre los suyos: había ganado admiración pero no respeto. Para ser admitido con verdadero respeto en los círculos de poder habría tenido que avenirse a las exigencias del mercado cultural, a las orientaciones estéticas aprobadas y a los plazos, planes y dictámenes de los dueños de las editoriales y de los directores literarios de revistas y periódicos. Y habría tenido además que dejar de ser esa chirriante mezcla de hombre-lobo y poeta histriónico que lo identificaba [...] La soberanía intelectual y literaria de Baudelaire fue uno de sus rasgos más violentos e irrestrictos, pagado a un precio elevadísimo [...] En sus obras de creación, Baudelaire se resistía a la imperfección [...] La moral baudelaireana se concentra toda en su obra; en eso no transige de manera alguna. Se erige de modo soberano depositando en su trabajo toda su dignidad."

Mario Campaña, Baudelaire, Juego sin triunfos, Barcelona Debolsillo 2008, págs. 264, 268 y 269

jueves, 14 de agosto de 2008

LOBOS

A la memoria de un ex cadáver

Hablemos como en un túnel
Después de todo no podemos salir de él
Lo dejaré escrito Y ya todo cuanto salga de mí
será eso Pero ¿quién habla?
No es la juventud No es la vejez
Es el espíritu del suicidio
El hombre que ha nacido en Abril está malquisto por el hado

Abril es el mes más cruel
mezclando memorias y anhelos
Oh no te mates Aguarda en este hondo valle
la llegada de los grandes lobos
Tus únicos testigos de hambrienta soledad

No vengas No te quiero para nada
Sujétame bien Tengo miedo Leo
durante gran parte de la noche y en invierno
parto hacia el sur He soñado
que de mis ojos salían dos camellos
Y no sé más
Yo sé por qué Por esta sensación total de ruina
Y pues todo esto es destrucción
Y yo soy destrucción Es la hora
Es la hora de comerte el abanico

Allí va un conocido y le detuve llamándole ¡Carlitos!
¡Tú que estabas conmigo en los barcos de Cádiz!
Aquel CADÁVER CADÁVER CADÁVER
No eres el mismo de cuando eras el mismo
Y yo mismo estoy en la Tierra baldía
Y en los Glaciares ¡camaradas del mar!
Y Tarsis o Cádiz me vio nacer

En las nieves persistentes o eternas
Se escucha caer algo ¡No!
Puede ser que se haya formado una atmósfera tranquila
Tranquilízate tú con tu bufanda al cuello
Anda ve y siéntate y bebe un vaso de agua
Leiche! Cadavere! ¡Cadáver!
¿Te acuerdas de aquella cantata contra el invierno?
Tandis que le courant du millieu entraîne
vers la mer les cadavres des pins et des chênes
UN MONTÓN DE IMÁGENES ROTAS DONDE EL SOL BATE
(Aún se mezclan aquí los versos de Elliot)
Atrás tierra o cielo El llanto es mi blasfemia
Y todo es en consonancia
Así la fuerza de esta muerte en mi alma
y su poder maléfico
Así también la cornamenta del gauro es fuerte
y en consonancia con su vida en la selva virgen
encorvada hacia lo alto y hacia atrás
¡Ven a mi lado Baudelaire!

Escribo escribo encorvado
Mirando la hierba mansa en el infinito
Mas puedo escribir Porque esto es una prueba
Yo sé lo que es mi música me salva
El hombre religioso que soy produce maíz
Pero de pronto siento un dolor en el costado izquierdo
Aunque las serpientes o culebras carecen de patas
se mueven con agilidad
Esto ha pasado Sub Limen
Carlos Edmundo de Ory Solo de poemas solos

miércoles, 13 de agosto de 2008

MARK TWAIN

El ser humano es un animal que nace, crece, se reproduce y hace listas. Será porque no podemos resistirnos a transformarlo todo en una competición o porque el mundo necesita ganadores a los que admirar, envidiar o discutir, según la naturaleza de cada uno, y perdedores a los que compadecer, en el mejor de los casos; pero lo cierto es que no hay nadie que esté a salvo de las comparaciones ni oficio que no tenga su olimpiada, y por ese motivo, sin querer oír al escritor Mark Twain, que ya nos avisó de que en este mundo hay tres tipos de mentiras que son los embustes, las patrañas y las encuestas, [...]

Benjamín Prado Cien escritores en español eligen los 100 libros que cambiaron su vida El País Semanal 10-08-2008

martes, 12 de agosto de 2008

MARLOWE,

otro "huele braguetas".

[...]
- ¿Algún otro dato que a usted no le incomode darme?
- Bien, le llaman Violetas M'Gee -le dije-, pues mastica pastillas que huelen a violetas. Es un hombre corpulento, de pelo plateado y hermosa boca, hecha para besar a las chicas. Cuando le vieron por última vez llevaba traje azul, zapatos marrones de puntera ancha, sombrero hongo de color gris, y fumaba opio en una pequeña pipa de escaramujo.
- No me gustan sus modales -dijo Kingsley con una voz con la que podía haber triturado un coco.
- No importa -le respondí-; no están en venta.
[...]

Raymond Chandler La dama del lago

viernes, 8 de agosto de 2008

VILLON

BALADA DEL BUEN CONSEJO

Hombres falibles, castrados de razón,
desnaturalizados e incapaces de juzgar,
sin sentido común, desatinados,
locos equivocados, plenos de aberraciones,
que deshonráis vuestro nacimiento,
exponiendo a ignominiosa muerte,
ay, por cobardía. ¿No os remuerde
la indignidad que a la vergüenza os lleva?
Ved como muchos jóvenes han muerto
por ofender y tomar el bien del otro.

Cada uno en sí mismo ve su error,
no nos venguemos, tomémoslo con calma;
sabemos que este mundo es prisión
de los virtuosos libres de impaciencia;
golpear, maltratar, eso no es ciencia,
sustraer, robar, pillar, matar es yerro.
De Dios no se ocupa -mucha virtud desvía-
quien su juventud emplea en tales hechos;
al fin dolorosamente se retuerce las manos
por ofender y tomar el bien del otro.

¿De qué sirve adular, flaquear,
traicionar, arrendar sin promesa
fingir, mentir engañar,
vivir en pecado, desconfiar,
sin tener confianza en el prójimo?
En conclusión: esforcémonos
en ser buenos, reconfortémonos en Dios,
no tenemos ningún día en la semana seguro;
de nuestros males tienen nuestros padres la solución
por ofender y tomar el bien del otro.

V ivamos en paz, exterminemos la discordia;
Y jóvenes y viejos, pongámonos de acuerdo:
L a ley lo quiere, el apostol lo repite
L icitamente en la epístola romana
O rden nos falta, un estado, un apoyo,
N otemos estos puntos; no dejemos el buen puerto
por ofender y tomar el bien del otro.

François Villon (Traducción de Federico Gorbea)

miércoles, 6 de agosto de 2008

BÉCQUER 2

INTRODUCCIÓN SINFÓNICA

Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados
y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía,
esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para
poderse presentar después en la escena del mundo.

Fecunda como el lecho de amor de la miseria, y parecida a
esos padres que engendran más hijos de los que pueden
alimentar, mi musa concibe y pare en tal misterioso santuario
de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las
cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida
serían suficientes a dar forma.

Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados
en indescriptible confusión, los siento a veces agitarse y vivir
con una vida oscura y extraña, semejante a la de esas miríadas
de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna
incubación dentro de las entrañas de la Tierra, sin encontrar
fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse al beso
del sol en flores y frutos.

Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos
quede otro rastro que el que deja un sueño de medianoche,
que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones, y
ante esta idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida
y, agitándose en formidable aunque silencioso tumulto,
buscan en tropel por donde salir a la luz de entre las tinieblas
en que viven. Pero ¡ay, que entre el mundo de la idea y el de
la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra;
y la palabra tímida y perezosa, se niega a secundar sus
esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes después de la inútil
lucha, vuelven a caer en su antiguo marasmo, tal caen inertes
en los surcos de las sendas, si cesa el viento, las hojas amarillas
que levantó el remolino.

Estas sediciones de los rebeldes hijos de la imaginación
explican algunas de mis fiebres; ellas son la causa, desconocida
para la ciencia, de mis exaltaciones y abatimientos. Y así,
aunque mal, vengo viviendo hasta aquí, paseando por entre
la indiferente multitud esta silenciosa tempestad de mi
cabeza. Así vengo viviendo; pero todas las cosas tienen un
término, y a éstas hay que ponerles punto.

El insomnio y la fantasía siguen y siguen procreando en
monstruoso maridaje. ¡Sus creaciones, apretadas ya como las
raquíticas plantas de un vivero, pugnan por dilatar su
fantástica existencia, disputándose los átomos de la memoria
como el escaso jugo de una tierra estéril! Necesario es abrir
paso a las aguas profundas, que acabarán por romper el dique,
diariamente aumentadas por un manantial vivo.

¡Andad, pues! Andad y vivid con la única vida que puedo
daros. Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seais
palpables; os vestirá, aunque sea de harapo, lo bastante para
que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para
cada uno de vosotros una maravillosa estofa tejida de frases
exquisitas, en la que os pudierais envolver en orgullo, como
en un manto de púrpura. Yo quisiera poder cincelar la forma
que ha de conteneros, como se cincela el vaso de oro que ha
de guardar un preciado perfume. Mas es imposible.

No obstante, necesito descansar; necesito, del mismo modo
que se sangra el cuerpo por cuyas hinchadas venas se
precipita la sangre en pletórico empuje, desahogar el cerebro,
insuficiente a contener tantos absurdos.

Quedad, pues, consignados aqui, como la estela nebulosa que
señala el paso de un desconocido cometa, como los átomos
dispersos de un mundo en embrión que avienta por el aire la
muerte, antes que su creador haya podido pronunciar el fiat
lux
que separa la claridad de las sombras.

No quiero que en mis noches sin sueño volváis a pasar por
delante de mis ojos en extravagante procesión, pidiéndome
con gestos y contorsiones que os saque a la vida de la realidad
del limbo en que vivís, semejantes a fantasmas sin
consistencia. No quiero que al romperse esta arpa, vieja
y cascada ya, se pierdan, a la vez que el instrumento, las
ignoradas notas que contenía. Deseo ocuparme un poco del
mundo que me rodea, pudiendo, una vez vacío, apartar los
ojos de ese otro mundo que llevo dentro de la cabeza. El
sentido común, que es la barrera de los sueños, comienza
a flaquear, y las gentes de diversos campos se mezclan
y confunden. Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado
y cuales me han sucedido. Mis afectos se reparten entre
fantasmas de la imaginación y personajes reales. Mi memoria
clasifica revueltos nombres y fechas de mujeres y días que
han muerto, o han pasado, con los días y mujeres que no han
existido sino en mi mente. Preciso es acabar arrojándoos de la
cabeza de una vez para siempre.

Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la
muerte, sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome
por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id,
pues, al mundo a cuyo contacto fuisteis engendrado,
y quedad en él como el eco que encontraron en un alma que
pasó por la Tierra sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas
y sus luchas.

Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran
viaje. De una a otra puede desligarse el espíritu de la
materia para remontarse a regiones más puras. No quiero,
cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado
equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de oropeles y guiñapos
que ha ido acumulando, la fantasía en los desvanes del
cerebro.

Gustavo Adolfo Bécquer
Junio de 1868

martes, 5 de agosto de 2008

BOLERO


Hoy necesito un bolero
para decirte te quiero, (al estribillo)
pero no importa.
. . . . . .
Dentro de la habitación
se apaga mi corazón,
pero no importa.

Afuera pasan los días,
las sábanas están frías,
pero no importa.

Entre los libros te veo
recordándome el deseo,
pero no importa.

Afuera florece el frío,
el buzón está vacío,
pero no importa.

Cada noche quiero más
el tiempo en que tú no estás,
pero no importa.

Hoy necesito un bolero
para decirte te quiero,
pero no importa.

Javier (Egea/1984)

lunes, 4 de agosto de 2008

MVM

Un día de septiembre de 1985, en el marco de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Sitges, Manuel Vázquez Montalbán pronunció una conferencia titulada "Futuro ¿para quién?", dentro de un seminario titulado "Metáforas de fin de siglo". Asistieron a ella, aparte de los alumnos inscritos, algunos de los profesores, entre ellos dos de los más brillantes ensayistas italianos del momento: por decirlo de algún modo, dos teóricos de la llamada posmodernidad. La conferencia de Vázquez Montalbán fue clara e inteligente y bien aceptada por los oyentes, jóvenes estudiantes, a quienes iba especialmente dirigida, como sujetos del futuro. Abierto el coloquio, hubo dos intervenciones seguidas de los profesores italianos, en cierto modo contrarias a los planteamientos historicistas del conferenciante. Vázquez Montalbán contestó con cierta irritación a la primera pregunta, pero ante el discurso metafísico, agresivo e interminable del segundo interlocutor, calló un momento y dijo en voz baja, casi inaudible: "Mire usted, yo soy un poeta..."
[...]
De la Introducción de J. M. Castellet a Memoria y deseo de Manuel Vázquez Montalbán Edit. Seix Barral 1ª edición Barcelona 1986


EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO

para ellos un número era simplemente una razón.

BIRKKOFF & Mc LANE
"Álgebra moderna"

Silencioso, alto, estrecho, blanco,
recordad al amigo que tenía
la misteriosa ciencia del bien y del mal
bajo el código marmóreo de las condiciones
objetivas y de la interpretación dialéctica
de las diferencias existentes entre
un tranviario
gallego y la fabulosa Compañía de Tranvías,

declaró su amor
racionalmente, tras aséptico análisis implacable
de objetivas condiciones, a una muchacha
en otro tiempo capaz de vagar hasta el puerto
de noche y contemplar las aguas sin discernir
la cantidad precisa de cloro para desinfectarlas
bajo su mano
la muchacha aprendió a comportarse según
el imperativo constante de la objetividad
y juntos emprendieron el duro camino del amor
como un hecho eliminador de contradicciones
subjetivas
desórdenes misteriosos de una conciencia
enfrentada a la perversión de los estímulos
de la sociedad clasista dominada por financieras
oligarquías
objetivamente condicionadas por
la tendencia a la concentración correspondiente
a la etapa fatalmente agónica del capitalismo
y además
"porque la suma de dos ideales tiene una sencilla
interpretación geométrica" (Álgebra Moderna-Birkkoff y Mc Lane)
y un mal día
mal interpretadas sus palabras, tuvo que marchar
a tierras lejanas con la muchacha aleccionada
experta ya en dibujar coordenadas exponentes
de la tristeza de los borrachos melancólicos
porque
la mala alimentación y la falta de yodo suelen
abocar al hombre en la melancolía

y al marcharse
con el triste amor ahogado en la zozobra, volvió
el rostro como la mujer de Lot y
contempló
la tierra que dejaba
y sus problemas eran el fiel reflejo de un país
subdesarrollado que todavía no hizo la revolución
liberal. Y se fue contento porque sabía las razones
de su marcha y
objetivamente quedaba demostrado que
las contradicciones se agudizaban
y además

"en los dominios de integridad más familiares,
todos los ideales tienen base finita,
pero existen dominios en que no es éste el caso"

Álgebra Moderna Birkkoff - Mc Lane
Manuel Vázquez Montalbán Una educación sentimental

sábado, 2 de agosto de 2008

JOSÉ AGUSTÍN

José Agustín Goytitsolo Del tiempo y del olvido EL BARDO Editorial Lumen 1ª ed. Barcelona 1977


LA FORTUNA Y LA GRACIA

Dicen muchas personas que transcurre deprisa, igual que un sueño, volando. Pero no es verdad. Lento, siniestro, turbio como el lodo y siempre repetido: así pasó mi tiempo, nuestro tiempo Otras gentes, en otros lugares, pueden pensar de modo distinto. Y también aquí, si son privilegiados, conformistas o cretinos.
En este país, en los últimos cuarenta años, los que desde el comienzo de la dictadura estuvimos empeñados en cambiar la situación -cada cual a su modo y en la medida de sus fuerzas- nos hemos ido acostumbrando a la lentitud. Después de espejismos fugaces y de ilusiones fallidas, está claro que una situación democrática real va para largo, que muchos de nosotros no la veremos, pero que hay que seguir actuando para que algún día se acerque a la realidad. Nadie regala nada.
Hablo de estas cuestiones para explicar que el oficio, juego o pasión de escribir poesía, me ha procurado, en este tiempo, un placer, un consuelo, una expansión y un reencuentro conmigo mismo y con otra mucha gente. Escribir me ha ayudado a vivir, a estar alegre entre tanto desastre y tanta miseria real y moral, entre tanta mediocridad y cobardía. Gracias a la poesía, he podido dar rienda suelta a mi innata mala leche y, empleando la sátira o la ironía, decir cosas que de otro modo no me hubiesen dejado publicar jamás.
El desafío de una página en blanco, la lucha por dar el tono adecuado a cada poema, el hallazgo, por trabajo o por suerte, de la expresión o de la palabra deseada, sólo puedo compararlos a las emociones del cazador furtivo, a las pintadas subversivas en las paredes nocturnas o al llamado amor pecaminoso, al buen amor: estado agudísimo de tensión, alerta todos los sentidos, dispuestas todas las tretas y facultades. Porque este oficio, aparte de su ejecución posterior, lenta y llena de dificultades, aunque también de satisfacciones, y que se materializa en la redacción final de cada poema, actúa como una droga estimulante que concede el valor necesario para retar a la lentitud del tiempo y a la rapidez del olvido.
Hace poco, un entrevistador de esos que llaman hispanistas y que no se caracterizan por su sagacidad y menos aún por su originalidad, me preguntó si yo, de volver a nacer, quisiera ser otra vez poeta. Aunque no creo en los hispanistas ni en las reencarnaciones, contesté que, en tal improbable renacimiento, sí me gustaría ser poeta, pero en otro país, en otro tiempo y rodeado de otra clase de gente. Luego pensé que si tonta había sido la pregunta, tonta e ingenua fue también mi respuesta, ya que el nefando vicio de escribir poesía ha estado, está y estará siempre mal visto en todas partes y en todas las épocas, a no ser que el perpetrador de poemas se halle a sueldo del sátrapa de turno, o tolerado por el poder establecido, o bien se trate de un poetastro que no moleste a nadie con sus trinos. Por estas razones pienso ahora que me quejé por quejarme, que a otros escritores les ha ido mucho peor que a mí en el baile, desde los Faraones hasta aquí, que estar vivo y en la calle ya es algo, que sólo tengo esta vida y que pienso seguir divirtiéndome y escribiendo todo lo que tenga ganas, sepa, pueda y me dejen publicar.
En fin, y volviendo al hecho de la creación literaria, que me interesa más aún que la política, quiero señalar tres normas que he procurado fueran una costumbre en todos mis poemas. La primera es no confundir los buenos sentimientos con la buena poesía; así les ha ido a los que no han sabido o podido matizar tal distinción. La segunda consiste en no caer en cualquier tipo de formalismo temático que vuelva los escritos muy parecidos los unos a los otros y no sólo del mismo autor, lo cual con ser grave es moneda corriente entre nosotros, sino también los debidos a distintos pero coaetáneos autores, víctimas merecidos de la moda de cualquier momento. Y la tercera es emplear, además del oficio, el artificio, la malicia literaria que sea capaz de sorprender y captar la atención de los demás y, en definitiva, de emocionarles y divertirles.
El resto, si le hay -brillantez, lenguaje, propio, innovación continua-, es problema y trabajo de cada quien, y eso lo percibe pronto un lector sensible; y si no lo hay, adiós muy buenas.
Que el mal tiempo no se demore tanto en escampar y que el olvido frene sus prisas, es la fortuna y la gracia que para todos vosotros y para mí y mis poemas deseo.

LA DECISIÓN

Durante estos últimos meses he venido comprobando la veracidad
de una sospecha bastante bien fundada
que me ha inquietado siempre desde que era tan sólo
un malévalo niño huerfanito
sospecha que apartaba de vigilias y sueños
mediante copiosas duchas frías
ejercicios gimnásticos y firmes y ostentosas manifestaciones
de aparente clarividencia interpretando textos
redactando largos ensayos o recitando entera
la clasificación de los mamíferos
y era tal la sospecha que yo era un ejemplo
un caso nítido de retraso mental.

Prescindiendo de hechos ya lejanos que no quiero escribir
porque me ruboriza un tanto recordarlos
o inconfesables hábitos que he estado practicando
a escondidas de la gente honorable
y ciñéndome ahora a mi estado normal de estupidez
probada y progresiva
consigno aquí que no he entendido nunca la estima
en que me tienen y pienso en que se deba
a que mis vecinos desconocian muchas cosas concretas de mi vida
privada como valga el caso
que me paseo en cueros por las habitaciones y me contemplo
en los espejos en extrañas posturas
haciendo contorsiones para verme y palpar mi columna
a fin de asegurarme de una vez más de que no tengo rabo
que ciertos y ridículos poemas me emocionan al punto
de provocarme un llanto desmedido
que me arranco los pelos de las cejas cuando leo
en la prensa noticias tan corrientes
como que en Venezuela una muchacha fue salvajemente
violada por su propio y despechado clítoris
que leer entrañable me hace pensar en las
carnicerías lo cual es grave porque soy lipotímico
que después de quitarle el sonido al televisor saco la
lengua a las autoridades naturalmente norteamericanas
que vendo los libros que me regalan los amigos
sin arrancar siquiera la página de la dedicatoria
o que me pongo a morir si me hablan seriamente
del problema de la vivienda.

No sé por cuanto tiempo consiga mantener
esa ficción horrible
pues aunque voy por la calle procurando no llamar
la atención y pago los impuestos
y me abstengo de abrazar a los guardias de tránsito
y de orinar un poco en cada esquina
he comenzado a observar ciertas miradas
torvas entre los transeúntes
ciertos movimientos detrás de las ventanas que no logran
ocultar cortinas ni visillos
lo cual unido a que al verme pasar algunas madres
llaman desaforadamente a sus hijitas
y las encierran rápidamente a golpes en sus casas
sin más explicaciones
me induce a presentir que ha llegado el momento de tomar
una dolorosa decisión largamente pensada:

me mudaré de barrio un año de estos.

José Agustín Goytisolo Del tiempo y del olvido EL BARDO Barcelona 1977

El 19 de marzo de 1999 José Agustín Goytisolo, a través de la ventana de su casa, se mudó de barrio.

viernes, 1 de agosto de 2008

FELIPE

SUICIDIO EN GRANADA

¿A qué vienes, mi amor, si ya no hay nadie...?
J. EGEA
Repitamos, palabra por palabra, una conversación rota.
W. FAULKNER

El tiempo por sí mismo
no podrá humillarte. Espera.
Es urgente esperar.
Dentro de poco
el tiempo estará de nuestra parte.
Hay una luz excesiva, dijiste,
en este Zaidín del ruido y las moscas.
Repitamos palabra por palabra
una conversación rota.
Todo está ya dicho.
Resiste.
Llámame mañana, sonreías.
¿Cómo te llamas?
Como tú quieras.
Pero ya te habías ido,
a hora tempranísima,
sin abonar la conversación pendiente.
Y ahora hacen falta demasiadas palabras
para explicar el silencio.
Felipe Alcaraz Navegación de silencio Hipocampo Amigo Madrid 2003

ROBOT



SOBRE LA DIFICULTAD DE SER POETA VIVO


"Ya que la revolución no ocurre nunca
que sea lo que está ocurriendo siempre"

Francisco Umbral

Con frecuencia el contenido de nuestra mente
es imagen recibida y nuestro pretendido pensamiento
sólo una impresión.

Y tal vez no sea ésta la más pequeña razón
de que los agitadores de la piel del aire
se resistan muy pronto
a que les transforme -sacudiéndoles radical e interiormente-
la dinámica adialéctica de su fugaz revolución,
con lo que tan importante suceso,
soluble con gran rapidez en la historia,
indefectiblemente muestra como aquella agitación
que aparentemente favorece a la poesía
en realidad la perjudica.
Y es que no desgarrar la unidad de los contrarios
o, lo que es lo mismo, ser poeta vivo es muy difícil,
en tanto que hacerlo y ser poeta semimuerto
supone para la existencia misma de la poesía
el error de lo peor.

Pues si por una rara casualidad,
racional,
de lo real,
entre lo aparentemente antagónico y enemigo
existe una obscura y obscena relación,
cuando para vivir en plenitud pura
saltamos algunos de los necesarios ojos
de la Pequeña o de la Gran Contradicción,
al mismo tiempo asesinamos o, cuando menos,
con barbarie mutilamos,
la artística mirada alternativa
que quisiéramos salvar en nuestro error.

Y tal vez no sea esta la más pequeña razón
de que en la actividad poética de los hombres
los históricos desastres se sucedan,
a sangre y fuego, con más velocidad
de la que con sus propias manos exigirían a la vida
-y también como parte de la vida-
la ciega muerte y el dolor.

J. M. de la Pezuela
El robot anarquista s. ediciones Selecciones de Poesía Barcelona 1991