martes, 17 de noviembre de 2009

Javier Egea a la búsqueda del tiempo perdido

Garcilasso de la Vega: Obras

"Vamos a partir de la base de que no existe el tiempo perdido y que, por tanto, esa pretendida búsqueda sería o gratuita o falsa. De lo que se trata es de saber de dónde venimos y a dónde queremos ir. Por eso, mis lecturas preferidas son Garcilaso y Lenin. Es algo así como 'los orígenes' y el horizonte. No obstante, lo que sí es absolutamente necesario es el análisis, el conocimiento objetivo, con todas las limitaciones que esto supone -de ese tremendo proceso que es el hombre. Conocerse a sí mismo, conocer las relaciones de explotación que te hace ser de una u otra manera, y conociéndolas, conociéndote, intentar cambiarlas, cambiarte, es -a mi modo de ver- la única razón, la única forma de estar "'compensado, equilibrado', en medio del dolor, de la alegría, etc... colectivos.
Brodski: Lenin

Pero se trata de tomar conciencia. Al principio, descubres que existe un medio, un lenguaje, en este caso el 'lenguaje poético' con el que crees poder expresar, comunicar tus 'propios' sentimientos, tus 'propias' contradicciones. Y llegas a crear la poesía. Después, tras un largo proceso de transformación, te das cuenta de que lo único que estás haciendo no es reflejar tu propio dolor, tu propio amor, tu propia vida, sino unos sentimientos directamente producidos desde una vida y una muerte que es de todos y de cada uno. Es entonces cuando te puedes saber útil, entonces dejas de creer en la palabra poética en abstracto y entiendes hasta sus últimas consecuencias aquello de Gabriel Celaya, de que la poesía es un arma cargada de futuro o como dice Juan Carlos Rodríguez: Que no te mueves ya en una ideología de la 'palabra poética' sino en la consciencia de que la palabra no es nunca inocente, que la poesía es siempre inconsciente y que el inconsciente no hace otra cosa que trabajarnos como explotación y como muerte. Porque hay quienes en su ceguera, en su ignorancia, piensan que se puede estar al margen de la realidad y así aliviar el propio dolor, pero no saben que esto es lo más doloroso y que no existen ni los Robinsones ni los héroes ni los mártires".
Javier Egea (de los periódicos, 1980)

Juan Carlos Rodríguez

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