Pero se trata de tomar conciencia. Al principio, descubres que existe un medio, un lenguaje, en este caso el 'lenguaje poético' con el que crees poder expresar, comunicar tus 'propios' sentimientos, tus 'propias' contradicciones. Y llegas a crear la poesía. Después, tras un largo proceso de transformación, te das cuenta de que lo único que estás haciendo no es reflejar tu propio dolor, tu propio amor, tu propia vida, sino unos sentimientos directamente producidos desde una vida y una muerte que es de todos y de cada uno. Es entonces cuando te puedes saber útil, entonces dejas de creer en la palabra poética en abstracto y entiendes hasta sus últimas consecuencias aquello de Gabriel Celaya, de que la poesía es un arma cargada de futuro o como dice Juan Carlos Rodríguez: Que no te mueves ya en una ideología de la 'palabra poética' sino en la consciencia de que la palabra no es nunca inocente, que la poesía es siempre inconsciente y que el inconsciente no hace otra cosa que trabajarnos como explotación y como muerte. Porque hay quienes en su ceguera, en su ignorancia, piensan que se puede estar al margen de la realidad y así aliviar el propio dolor, pero no saben que esto es lo más doloroso y que no existen ni los Robinsones ni los héroes ni los mártires".
Javier Egea (de los periódicos, 1980)
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