viernes, 13 de noviembre de 2009

José María VALVERDE


PALABRAS PROHIBIDAS HABÍA, VERGONZOSAS...

Palabras prohibidas había, vergonzosas,
y bien las escuchaba el niño, aunque entendiéndolas
sólo a medias, a veces, por miedo a preguntar.
Pero otras más secretas quedaban allá al fondo,
oscuras y sagradas: en susurro solemne
de la gente mayor, o más bien silenciadas,
sólo en una inflexión reverente, un acento:
palabras que rozaban el miedo de ser pobre
y el tenso afán de andar por la vida hacia
arriba,
como gente decente, ceñuda y cumplidora.
Con respeto, asomaban vocablos como "acciones"
o la palabra "renta" infundía más vida,
y por en medio andaban términos misteriosos:
por ejemplo, "hipoteca", con su son de caballo
trotando sin sentido -hasta que un día alguno
la pronunció de un modo que la hirió de deshonra.
Ya mayor, acepté no entender el lenguaje
de los bienes del mundo: era la "economía",
una selva de fuerzas, con sus magos herméticos
y sus raras palabras, todas cabeza abajo.
Un día, medio en broma, fingí justificarles
su lenguaje cerrado: el vulgo nunca debe
entender su liturgia porque toda, en el fondo,
consiste en dar mil vueltas deprisa a los dineros
sacados a ese vulgo, hasta que se aparenta
que son más, y aun lo llegan a ser que es el
milagro,
(y si el vulgo lo entiende se acabaría el juego,
porque se asustaría de tal ilusionismo).
Y hasta alabé la fuerza creadora del crédito,
diciendo, por ejemplo, cosas de este cariz:
"... Creyó el hombre en el hombre, y reinó
la confianza:
se vendió el porvenir, en fe multiplicado...";
"... Y al posarse, esa magia, esa embriagada
ronda
era verdad; por leves papelitos firmados,
las cosas engendraban más cosas con el hombre:
por la palabra, el mundo se volvía infinito."

Pero no dije entonces que esa magia era robo
también, que era un ardid de pirata, embolsándose
parte del juego, haciendo más pobre siempre
al pobre,
hasta en jerga política: "ayuda a los países
en desarrollo", o bien, "empréstito", "inflación",
y también, más sublime y aérea: "orden",
"paz".
Todo el lenguaje está comprado por los amos,
les excusa y esconde, y al robado ignorante
le hace más respetuoso ante el vago sistema.
Oíd hablar al pobre: su palabra se agacha
ante todo lo que es comprar, vender, ganar:
con reverencia alude a esas fuerzas temibles,
como a dioses que no cabe nombrar siquiera:
no se atreve ni a usar como suyo el lenguaje.
José María VALVERDE

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