ASESINADOS JÓVENES
Asesinados jóvenes nacimos cierta vez
insistiendo sobre las guardagujas de los lagos
los vestigios de turbas de viejos profesores sin voz
y que hasta nosotros llegaban
hablándonos de la nada que nos rodea
a los tranvías azules.
. . .
Asesinados jóvenes caminamos por las calles
entramos en los cines y en los bares
incendiamos los rostros con ceniza y con sombra
y mientras dragones ciegos surgen
de las bocas húmedas de los metros
anhelando asaltar los cables telegráficos
nosotros sorprendidos vampiros
auscultamos el corazón de las tiernas existentes.
. . .
Asesinados jóvenes ansiamos perdernos en el naufragio
que cubre las aceras y los parques
de futbolistas ahogados en la sangre de sus besos
y desnudos marchando al bronce nocturno
de las playas desiertas
con ojos de caballos robados por sonrisa
acuciar el sentido total de los planetas
sobre las ropas usadas
de hambrientos transeúntes con reúma.
. . .
Asesinados jóvenes no amamos
el gesto de hastío del domingo
ni comprendemos el súbito crecer de las lecciones
bajo la trampa prodigiosa de la hierba
y así atónitos salvajes de vaticinios
intentamos aprender lo que hay de purísimo
en la faz con presagios de las charcas podridas.
. . .
En la esquina de enfrente
un hermoso niño miserable
medita sobre el final que tendrán las inmensas ciudades
cuando las aguas cubran sus horrendos campanarios de zinc.
Miguel LABORDETA
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