Para Coco, pintor joven
Y el aire... qué dolor,
qué duda inmensa
si pasara del lado de los sauces,
de los juncos, del mar o los cerezos.
¿Cómo pasarlo al lienzo
si acaso ya dormía entre los cisnes?
Impotente el pincel
Y el aire... qué dolor,
qué duda inmensa
si pasara del lado de los besos,
de los faunos, nereidas o desnudos.
Impotente el pincel
Pero mañana, tras la luz,
al cabo,
quizá te roce, tibio, la cintura,
o se enrede a tus pies serenamente
para un trazo preciso sobre el paño.
Porque el aire no muere
mientras existan pájaros o espigas.
Fco. Javier Egea Serena luz del viento
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