Enrique Morón Inhóspita ciudad Prólogo de Gregorio Morales Colección Ex-Libris Dauro Editorial Edición al cuidado de José Rienda Granada 2002
UNA DEDICATORIA
"A Enrique Morón, que me regaló su amistad" (Javier Egea)
Inhóspita ciudad edulcorada
con sonrisas de plástico y jazmines
violentos de amapola. Maniquíes
que te ofrecen sus brazos esgrimidos
bajo las luces de neón. Aristas
de afilados aceros, y en pensiles
de irisado papel, sofisticadas
ninfas plurales frente a los espejos.
Inhóspita ciudad en que se oculta
la pena en celofán como si fuera
un olvidado obsequio, el deterioro
irredento del cuerpo o el desgarro
más íntimo del ser. Donde la muerte
es una cruel molestia, prez la envidia,
descrédito el fracaso y el dolor
fluida debilidad de los humildes.
Inhóspita ciudad, donde los hombres
parten hacia el olvido cual si fuesen
aves a la deriva. Silenciosos.
Ensimismados en la propia historia
de sus ásperas vidas. Devorados
por el tráfago urbano; torrenciales
ríos de sangre por las avenidas.
Inhóspita ciudad. Ciudad vigilia.
Ciudad cólera, sombra, sacrificio.
Rara bondad, culmen del odio, herida
que sube los peldaños de los lares
como réptil. Sombrías azucenas
que fenecen de amor sobre los mármoles
de oscuras discotecas. Y despojos.
Inhóspita ciudad. Ciudad que apenas
puede albergar el cauce de sus lágrimas.
"A Enrique Morón, que me regaló su amistad" (Javier Egea)
y el POEMA
INHÓSPITA CIUDAD
Inhóspita ciudad edulcorada
con sonrisas de plástico y jazmines
violentos de amapola. Maniquíes
que te ofrecen sus brazos esgrimidos
bajo las luces de neón. Aristas
de afilados aceros, y en pensiles
de irisado papel, sofisticadas
ninfas plurales frente a los espejos.
Inhóspita ciudad en que se oculta
la pena en celofán como si fuera
un olvidado obsequio, el deterioro
irredento del cuerpo o el desgarro
más íntimo del ser. Donde la muerte
es una cruel molestia, prez la envidia,
descrédito el fracaso y el dolor
fluida debilidad de los humildes.
Inhóspita ciudad, donde los hombres
parten hacia el olvido cual si fuesen
aves a la deriva. Silenciosos.
Ensimismados en la propia historia
de sus ásperas vidas. Devorados
por el tráfago urbano; torrenciales
ríos de sangre por las avenidas.
Inhóspita ciudad. Ciudad vigilia.
Ciudad cólera, sombra, sacrificio.
Rara bondad, culmen del odio, herida
que sube los peldaños de los lares
como réptil. Sombrías azucenas
que fenecen de amor sobre los mármoles
de oscuras discotecas. Y despojos.
Inhóspita ciudad. Ciudad que apenas
puede albergar el cauce de sus lágrimas.
Enrique Morón Inhóspita ciudad
No hay comentarios:
Publicar un comentario