jueves, 5 de junio de 2008

DAS KAPITAL





Un escritor es un obrero productivo, no porque produce ideas, sino porque enriquece a un editor y es, por tanto, asalariado de un capitalista.


Trabajo productivo-Se cambia por capital-Crea plusvalía
Trabajo improductivo-Se cambia por renta-Consume renta




Imagen:Karl Marx.jpg
KARL MARX


LEER El Capital

HIPÓCRITA lector, hermano, camarada,
hoy me atrevo a contar tus años y los míos:
mira tanta ceniza
como una herencia gris entre las manos,
mira sangre o asombro tu corazón y el mío tiritando
sobre el extraño hedor de las palabras muertas.

Aventada la vida -sus pavesas-,
es urgente romper hacia otro norte
aun llevando en los pasos
la certeza diaria de la muerte.

Hoy es preciso un alto en la derrota.

¿Acaso en tu costado no latía,
no era la misma cicatriz en todos?
¿Por qué la soledad, cómo la muerte,
sino muérdago en flor de tanto expolio?

Hoy parece imposible aquella historia,
imposible y brutal tanto mar a lo lejos,
rosetta de los muros descifrados,
los raíles brillantes y miguel,
la ciudad adentrada en el estrago
y yo desnudo aquí y en público sangrando
como si nunca nada me hubiera sucedido.

Hoy sólo sé que existo y amanece.

Javier Egea Troppo mare


El Capital ("Das Kapital" , en alemán), de Karl Marx es, como reza su título, un tratado de crítica de la economía política, al mismo tiempo, puede leerse como un estudio sobre la especifidad histórica de la sociedad moderna. En la medida en que Marx considera que la esfera económica, El Capital, domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna, la crítica de la economía política, es decir, del saber sobre esa esfera, se toma el punto de partida fundamental para comprender qué es esa sociedad moderna y cómo funciona.
Unanimemente considerada como la obra esencial de Karl Marx, El Capital es una magno tratado en tres volúmenes. El primero (El Proceso de producción del capital) se publicó en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero (El Proceso de circulación del capital y El Proceso Global de la Producción Capitalista o el proceso de producción capitalista, en su conjunto) fueron publicados por Engels después de la muerte del autor, en 1885 y 1894 respectivamente.
Por lo común, es conocido sólo el primer volumen, que, a pesar de ser el más importante y fundamental, no da una idea eshaustiva del pensamiento de Marx. En la sociedad capitalista (así comienza el volumen) la mercancía no cuenta por su valoración social: se ha convertido en un objeto abstracto, un fetiche. De modo particular, el dinero "que refleja sobre una mercancía sus relaciones con todas las demás" se apodera del alma humana y la tiraniza como un demonio. El dinero es el que compra a los hombres y al trabajo de éstos.
La fuerza-trabajo, productora de mercancías, se cambia y se compra como otra mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, olvidando que detrás de ellas hay un hombre con su familia: el proletario. Este proletario es libre, pero si no vende su trabajo se muere de hambre. Vende su capacidad de trabajo, pero ésta es una cualidad personal, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez hecho el contrato entre capitalista y trabajador, éste, con toda su personalidad y sus necesidades, pasa a manos del otro.
Para el capitalista, el dinero debe multiplicar dinero. También el dinero invertido en los salarios se multiplica, o sea, que la fuerza humana adquirida produce al capitalista una plusvalía, además del valor con que la paga. La formación de la plusvalía y su aumento se efectúan de las siguientes maneras:
. Primero: el capitalista obliga al operario a darle su trabajo por un tiempo superior al que se necesita para compensar el salario;
. Segundo: la mercancía-trabajo, en vez de consumirse como otra cualquiera, produce (al consumirse) un valor superior al que representa, esto es, que el trabajo produce un excedente sobre su coste, que es la plusvalía, monopolizada por el capitalista, el cual tiene poder de imponer al operario las condiciones que quiera;
. Tercero: cuando no es posible ulteriormente aumentar la jornada de trabajo por vía directa, el capitalista procura aumentarla indirectamente, modificando el proceso técnico; toda mejora de la técnica productiva equivale a un aumento de la jornada de trabajo; aumenta la producción y por eso acrece la plusvalía.
Esta última consideración pone en claro que, en un momento dado de la evolución del proceso productivo, esto es, cuando el capitalista ha llevado a su límite extremo los dos primeros modos de aprovechamiento, el problema del aumento de la plusvalía se torna esencialmente un problema técnico: mejorar los medios técnicos de la producción. Los inventos mecánicos han sido, a este respecto, el gran recurso del capitalista.
En manos del capitalista la plusvalía se convierte en nuevo capital: así se obtiene la acumulación. Ésta, por un proceso cuyas diversas fases analiza Marx en la obra, conduce a la concentración de los capitales y a la centralización, hasta que el capitalismo cae en un círculo vicioso. He aquí cómo se sintetiza en el pensamiento de Marx el círculo cerrado del sistema capitalista: en la competencia de la producción vence el precio más bajo; el precio más bajo es el resultado de un alto rendimiento de trabajo, y éste se resuelve en máquinas más poderosas y en talleres más perfeccionados, y por tanto en un capital mayor, de aquí la necesidad de acumular a ritmo creciente; pero cuanto más se acumulan las máquinas, más disminuye proporcionalmente el número de obreros y más pequeña se hace la proporción del capital circulante, cuanto más pequeña sea la proporción de este capital, tanto menor se hace la proporción de la plusvalía (que puede aumentar en valor absoluto, pero disminuye en valor relativo).
En tanto, crece la masa de obreros desocupados, de manera que las posibilidades de consumo decrecen, mientras por otra parte aumentan las mercancías en el mercado. Entonces es menester, para que los parados vuelvan a consumir, ocuparlos en nuevas ramas de la industria, o desarrollar las que ya existen. Pero para esto son menester nuevos capitales y los nuevos capitales no se pueden obtener sin la acumulación, y la acumulación no se obtiene sino con el aumento de la plusvalía. Para aumentar el valor relativo de la plusvalía sería menester disminuir el valor de la mano de obra, bajando el precio de las mercancías consumidas por el trabajador. Para disminuir el precio de las mercancías es necesario aumentar la productividad, mejorando la técnica. Y para mejorar la técnica, es menester también acumular, aumentando la plusvalía, y así sucesivamente.
El círculo vicioso queda cerrado. De cuando en cuando el círculo se interrumpe; con los almacenes repletos, y las salidas cerradas, el mercado ya no acepta nada; quiebras, obreros sin trabajo, revueltas de los hambrientos: crisis. Tal es el círculo vicioso del sistema capitalista; pero éste, como el sistema de que es expresión, ha tenido también su punto de partida. Al origen del capitalismo corresponde el origen de la acumulación, pecado original de la economía política. La primera acumulación del capital es fruto de una expropiación: de propiedad privada conquistada con el trabajo. Inmediatamente se tiene una nueva forma de expropiación: la del capital inferior, que ya se aprovecha de una muchedumbre de operarios. Todo capitalista ha matado a otros y, la mayoría de las veces, será muerto por uno mayor que él.
El proceso alcanza tales extremos que, en un momento dado, el número de los capitalistas es muy pequeño y se vuelve amenazadora para ellos la masa de la miseria que, en el polo opuesto, se organiza, se une y se subleva. Es el propio desarrollo del mecanismo capitalista el que anima esta masa; en efecto, el monopolio del capital se torna un impedimento hasta para los métodos de producción surgidos del mismo capitalismo. La concentración de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan tales límites que resultan incompatibles con la estructura capitalista, dentro de la cual se han originado y se han determinado. La estructura se convierte en superestructura, y habrá de derrumbarse. El final de la propiedad capitalista está próximo. Los expropiadores serán expropiados.
El segundo volumen describe minuciosamente el funcionamiento del mercado, del cual son esclavos los capitalistas; pero éstos, para disminuir los riesgos de los caprichos del mercado, se ayudan recíprocamente, fundan las bancas y adoptan medidas de seguridad. Así los fenómenos caóticos acaban por regularizarse, y el capitalista consigue vivir más seguro en su propio edificio. Pero mientras tanto el mecanismo se ha complicado, y el capitalista, a pesar de seguir obteniendo la plusvalía sólo de su actividad de industrial, asume nuevas funciones: se convierte en comerciante, mediador, banquero, latifundista. Se hace ayudar por una muchedumbre de otras personas: éstas ayudan al capital a conseguir su provecho, y por esto reclaman una parte de él. El provecho, en adelante, habrá de ser repartido entre todos los lobos de la horda. El modo cómo haya de ser dividido viene marcado por el propio juego del mecanismo capitalista.
Ya la economía clásica había notado que los capitales empleados en las más diferentes empresas dan, en un mismo país y en un mismo tiempo, una proporción igual de provecho. En el tercer volumen de El Capital, Marx explica que los diferentes provechos se igualan en el momento de la venta de la mercancía, porque el capital no ingresa el provecho de su producción particular, sino únicamente su parte en el botín general. Los capitalistas se comportan, en lo que concierne al provecho, como accionistas de una gran sociedad: no se distinguen unos de otros sino por el importe relativo de los capitales empleados por cada uno de ellos.

es.wikipedia.org/wiki/El Capital

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